Alma Alloro
Tengo, en un altarcito, abierto,
en mi habitación, un libraco enorme y viejísimo de aracnología e invertebrados. Lo compramos hace muchos años Carlos, Fran y yo, en la plaza Ula-Ula. Las
ilustraciones son hermosísimas, puedes estar horas pasando esas páginas.
Nos costó diez pesos y, como
los reunimos entre los tres y la cosa era disfrutarlo, anduvo de casa en casa
como un relicario. Cuando yo me venía lo echamos a suertes y me tocó. Ahora es
uno de mis pocos tesoros.
Por eso, encontrarme ese híbrido de calamar y mariposa ocelada parpadeando, me ha sobresaltado. Es como si se hubiera salido del libro y hubiera venido, desde
mi cuarto hasta la pantalla del ordenador, a darme alguna encomienda.