miércoles, 8 de febrero de 2012

Locus Solus. Impresiones de Raymond Roussel.


He soñado que estaba con Paloma, comiendo ranas y sapos, en China. La he visto conectada nada más levantarme y se lo he contado. Probábamos fetos de rana, ranas a la parrilla, ranas estofadas, sapos agridulces, sapos gratinados, sapos al pil pil… y nos sabían a gloria. Por la mañana han empezado a llegar correos de Alejandros y Alejandras: Peret Prat, Aína, Marín, Aguado, todos los que conozco me escribían sin parar. Ya me rondaba la extrañeza, pero me he adelantado zambulléndome yo en ella: parecían mensajes de Roussel.

Locus Solus llego a mis manos una tarde insoportable en un paraíso estival. Madres, niños y adolescentes se bañaban y comían los melocotones de las tres de la tarde en aquella pileta de la Ponderosa. Nadie notaba que el aburrimiento me estaba asesinando. Como ya no podía más cogí el dos caballos y me fui a casa de Javier a por un libro que me salvara la vida. Volví con el jardín de Canterel bajo el brazo.

Muchos años después me atreví a hablar de Locus Solus en Punta Umbría aún sabiendo que era un libro descatalogadísimo. El día anterior me encontré con Pedro Bericat, que peregrina todos los años a la tumba de Roussel, y lo confirmó: él había leído el mismo ejemplar que yo, el de Javier. Creo que logré interesar al auditorio, que fue selecto, aunque ya estaban avisados de que no podrían leerlo, pero, cuando salimos de allí, en la librería del encuentro ¡había por lo menos diez ejemplares! Ni que decir tiene que se vendieron todos. Es infalible la vieja estrategia del libro inencontrable.

Recuerdo que cenamos esa noche con las chicas de La Lata y los dos chicos más que con el tiempo resultaron ser los Bostezos. Fue una cena inolvidable por lo bien regada: nunca he visto jarras de agua tan grandes. Los dos chicos nos contaron que tenían un amigo que había prometido que si le tocaba la lotería publicaría Locus Solus, le tocó, montó editorial Numa y lo publicó. El editor no sólo no había venido, sino que andaba deprimido y arruinado con el invento, le quedaban muchísimos ejemplares. Unos días después Nacho bajó a Valencia a por todos los Locus Solus que tuvieran y durante unos cuantos años los hemos ido distribuyendo en secreto.

-Quién es Sofía Rei -me dijo un día- que me ha pedido un ejemplar, ¿tú le has dicho algo?

Y sí, le había dado la chapa a Sofía en alguna comida, seguro.

A estas alturas de contar creo que ya he decidido aceptar los envites escarpanos, de Roussel descienden el Surrealismo y el Oulipo, que se lo disputaron, influyó en Cortázar y Foucault escribió un libro sobre él, además nosotros tendremos una radio que se llame Locus Solus. No me puedo perder la exposición.