lunes, 31 de diciembre de 2012

Un trozo de monólogo que no sé si viene a algún caso.



Anoche hicimos memoria histórica delante de la chimenea y nos fuimos a la cama asustados. Yo me dormí muy tarde, siempre me pasa, sigo mucho rato después, rumiando. Entonces me acordé de  Pierre Drieu de la Rochelle y, cómo tenemos wifi hasta en las habitaciones desde que llegó el "sin cables en la selva"! busqué esto que escribí a los 23 años y que fue mi primera reseña, y nada más, que lo releí a las cuatro de la mañana y aquí lo dejo.

Hasta me voy a poner narcisa y voy a poner una foto con la cara que tenía entonces, el azar, no sé qué hacía en esta memoria.

Y me voy a barrer y a encender el fuego antes de que vuelva esa poca gente, los tengo palabreando paseos por el valle.

Que ustedes cenen bien y bailen, si es posible, para que les pille con fuerza el 2013. Nos va a hacer falta.


domingo, 30 de diciembre de 2012

Tres respiraciones


Andy Goldsworthy


Existe una primavera inaudita desparramada por las estaciones
y hasta bajo las axilas de la muerte. Transformémonos en su calor:
llevaremos sus ojos.

Levanta tierra el sepulturero, pero más levanta la palabra

Nunca estaremos lo suficientemente atentos a las actitudes, la crueldad,
las convulsiones, las invenciones, las heridas, la belleza, los
juegos de ese niño que vive cerca de nosotros con sus tres manos, 
y que se llama presente

René Char

viernes, 28 de diciembre de 2012

Desde Holandalus




Dalton Ghetti


Los reencuentros

Ese género,  la constatación de que lejos de ser una ilusa tienes cachitos tuyos gozando, sufriendo y viviendo por ahí. Tres expediciones al núcleo en muy poco rato: difícil ponerse a escribir. Ando felizmente aturdida, pienso seguir un buen rato así, inmersa.

Los regalos

Hacía mucho tiempo que no me regalaban nada, mejor dicho, que no aparecían objetos no efímeros en mi vida.  Llegaron todos de golpe: un anillo, un collar, un carretillo y una azada.

Apareció el peine.

El anillo

Me hizo recorrer mi memoria de los anillos, los dos de oro de la abuela Pilar, el miedo de niña de que llevara a su marido en el índice, el que a mi padre se le disolvió con mercurio, el de la bisabuela de Roberto y el día que lo perdí…El día en que decidí quitarme todos los anillos y comprarme uno de autocompromiso que aún me dura. El otro, que llego pocos meses después, en Ámsterdam. Los dos juntos, que llevan unos diez años  siendo omnipresentes.

De los anillos pasé a las manos. La distancia que sienten las dos manos, del encuentro de las manos,de las manos parlanchinas. Tengo muchas historias de manos y de anillos y me producen la suficiente extra;eza como para considerar interesante empezar una colección.

Entonces ya he encontrado un cabo. 

A la niña Blanch le voy a empezar a contar esta tarde mientras ordenamos armarios,contestando a su pregunta de ayer. Reconozco que hay preguntas que debería hacerme yo, pero a veces dejo que se formulen solas, o que me las hagan los demás, que les llegue el tiempo.

Este anillo nuevo es resistente, y es un anillo de camuflaje, ideal para alguien que se dedica a arrancar hierba.

El collar

Es negro, elegantísimo, tiene tantas cuentas que aún no las hemos podido contar.Podría servir en el más decadente París de los veinte, pero está hecho en Sucumbíos por una indígena. No una indígena cualquiera, sino por la prestigiosa prostituta del lugar, la señora que se sienta, porque se lo ha ganado, en la primera fila entre las autoridades.

El peine

La otra noche los tres nos quedamos mirando mucho rato y al unísono el peine amarillo.Va para veinte a;os que el también nos mira. Entonces la memoria me sopló esa frase rotunda. Pero no tengo admiraciones: 

Pedazo de plástico, y nos sobrevivirás.

Hacer

Hacemos diez años aquí. Hemos tenido una semana hiperactiva: una compostera, recolocar internet, poner baldas en la despensa, ordenar unos dos millones de objetos por gremios, conseguir leña, coger fruta, iluminar la sala de moler,arrancar hierba, pensar donde van a ir la cabaña africana y el hamman, ordenar la casa de perros, deslindar trepadoras en las bacas de plantas, hablar del Congo, ver películas sobre Congo, pensar en los Wayu. Cocinar rico. Contarnos lo que aconteció hace diez años. Contarnos, contarnos bien y callarnos mucho rato, también. Ahora esos dos molineros nucleares se han ido a la civi. 

Mañana empieza a llegar la tropa.
Postdata para cazadores de gazapos: el teclado holandés y además me da el sol en la pantalla. 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

viernes, 14 de diciembre de 2012

Espinas cuando nieva



Federico Granell



Me gusta mucho, mucho, mucho, Juan Larrea, pero no me cuesta nada elegir poema con él:


Espinas cuando nieva

Suéñame suéñame aprisa estrella de tierra
cultivada por mis párpados cógeme por mis asas de sombra
alócame de alas de mármol ardiendo estrella estrella entre mis cenizas

Poder poder al fin hallar bajo mi sonrisa la estatua
de una tarde de sol los gestos a flor de agua
los ojos a flor de invierno

Tú que en la alcoba del viento estás velando
la inocencia de depender de la hermosura volandera
que se traiciona en el ardor con que las hojas se vuelven hacia el pecho más débil.

Tú que asumes luz y abismo al borde de esta carne
que cae hasta mis pies como una viveza herida

Tú que en selvas de error andas perdida

Supón que en mi silencio vive una oscura rosa sin salida y sin lucha

(Versión celeste, 1919-1931)

martes, 11 de diciembre de 2012

Tojudo, tojudo, mas no, para mí, de autor desconocido.




                                  Jannick Deslauriers


Creo que leer a Girondo me ha dejado el oído goloso y no paro de acordarme de esas frases, esas palabras, que me suenan como campanillas. Esas que suelto, porque no puedo reprimirme, delante de no iniciados, aunque el precio sea deslucirlas explicando su génesis.

Íbamos paseando un amigo y yo, un poco orejas somos los dos, nos precedía una pareja peculiar: él  altísimo, podía haber arreglado los cables de telégrafos subido en una silla, y ella diminuta. Ante nuestra estupefacción, él dijo, después de inclinarse treinta grados:

-Tojudo, tojudo, si tú cambias, yo cambiade.

¡Eso es un conjuro! Exclamó mi acompañante. Yo me lo creí y aún me da por decir tojudo de cuando en cuando. Este verano conté la anécdota comiendo y dejó bien indiferentes a todos, menos a Yeray, que tiene ocho años y no paró de repetir el tojudo, tojudo durante días para regocijo de mi oreja y sin que viniera a cuento. Es muy bueno tener esas moléculas libres de sentido para aliviarse. Lord Miércoles y yo nos comunicamos chevere con el tojudo.

Siempre he tenido buena suerte, aunque de eso uno se da cuenta mucho más tarde. Aquél ático era la bomba, como Charlene. Un par de capítulos bien se podrían titular Puerta de Toledo. Mas no.

El cantadito a Puerta de Toledo nos lo trajo una sevillana  que nos dejó perplejos, imantados, locos perdidos, a los peninsulares y a los nicas. La sentamos en el balancín de la terraza, la pusimos a hablar y era como estar en el teatro. Decía

-Salimos temprano porque queríamos comer paella, mas no.
-Me quería, mas no
-Murió, muy joven, de cáncer, parecía que se iba a salvar, mas no.
-Sembramos coles, mas no.
-Éramos felices, mas no

El giro dialéctico del “mas no” marcó nuestro territorio tribal, y se contagiaron muchos que no habían visto la puesta en escena.

El tercer episodio es remoto. Veníamos de Lisboa en diciembre y caía una nevada espectacular, nos obsesionamos con los frenos y paramos en Sigüenza para que los revisaran. Mis primos de aquel lugar quisieron aprovechar el rato de taller para enseñarnos la catedral. Bueno, ellos no, el mismísimo Dean. Anochecía y estábamos inquietos, pero se nos pasaron todos los males después de oír a aquel hombre.

- Capilla del Cristo de la Misericordia, construida en 1498 por Miguel de Aleas y Fernando de Quejigas. Para mí, de autor desconocido.
-Capilla del Espíritu Santo obra de Hernando de Arenas según un diseño de  Esteban Jamte y costeada por el obispo Fernando Niño de Guevara hacia 1561. Para mí, de autor desconocido.
-Púlpito del Evangelio.Se construyó este púlpito a finales del siglo XVI, Se sostiene sobre una columna cilíndrica de fuste estriado con capitel jónico-corintio, fue construido por el artista Martín de Vandoma el año 1572. Para mí, de autor desconocido.

P. D. Días más tarde de que reapareciera el tojudo descubrí entre las pinzas una coplita de autor desconocido que dejo aquí consignada, por si se me olvida, aunque es difícil con ese ritmillo.

La molinera ilustrada
guarda en el pecho
la monedita alegre
de sus recuerdos.

Decía un papelucho que ahora no encuentro.

lunes, 10 de diciembre de 2012

En el país de la magia




Michael Thomas Hill



Vemos la jaula, oímos el aleteo. Percibimos el ruido inconfundible del pico
afilándose contra los barrotes. Pero no hay pájaro.
En una de esas jaulas vacías, oí la más intensa gritería de loras de mi vida. Por
supuesto, no se veía ninguna.
¡Pero qué ruido! Como si en esa jaula se hubieran hallado tres, cuatro docenas:
“…¿No estarán un poco apretadas en esa jaulita?, pregunté maquinalmente,
aunque añadiendo a mi pregunta un matiz burlón a medida que me escuchaba
pronunciarla.
“Sí…, me respondió su dueño con firmeza-por eso chillan tanto. Querrían más
espacio.”

Henry Michaux

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Cefalópodos encantados


Alma Alloro



Tengo, en un altarcito, abierto, en mi habitación, un libraco enorme y viejísimo de aracnología e invertebrados. Lo compramos hace muchos años Carlos, Fran y yo, en la plaza Ula-Ula. Las ilustraciones son hermosísimas, puedes estar horas pasando esas páginas.

Nos costó diez pesos y, como los reunimos entre los tres y la cosa era disfrutarlo, anduvo de casa en casa como un relicario. Cuando yo me venía lo echamos a suertes y me tocó. Ahora es uno de mis pocos tesoros.

Por eso, encontrarme ese híbrido de calamar y mariposa ocelada parpadeando, me ha sobresaltado.  Es como si se hubiera salido del libro y hubiera venido, desde mi cuarto hasta la pantalla del ordenador, a darme alguna encomienda.


martes, 4 de diciembre de 2012

Si una noche de invierno...



Keith Sharp

Si una noche de invierno subida de tono me hiciera una auto entrevista y me preguntase quienes han influido más en mi estilo al escribir, respondería sin dudar que mi madre y mis tías.

Mi madre, sobre todo, que tiene dos registros claramente diferenciados. Para ella no es lo mismo hablar que narrar. Hablar es para informar y contar es para regocijarse. El que narra maneja el tiempo a su antojo y puede preparar un café o perorar sobre distintas formas de hacer la cama si le place y es capaz de mantener tensita la cuerda de nuestra atención. Hemos ido olvidando narrar, lo hemos convertido en una cháchara difusa porque creemos que no tenemos tiempo para oír ni para ser oídos. Dice ella. Y es que la Arse es capaz de cortar en el punto álgido de la historia para irse a comprar limones. Si le insistes se rezaga, retrocede, amplia minucias que ya relató, y si la interrumpes más, amenaza.

-Oye, no seas impaciente, o te lo cuento como yo quiero o no termino y te quedas con la duda

Eso es estar segura. Pero sobre todo rinde en equipo, con las hermanitas. Ellas tienen la responsabilidad de elegir los motivos en el azar de lo que acontece, porque esos relatos familiares tienen que durar más de un invierno. Cuando creen que los tienen, ensayan e improvisan, juntas y por separado, con diferentes públicos. Y nos contagian. Hablaba Lezama Lima de esas historias que los iniciados pueden evocar enteras con una frase brevísima: Marna, a soene in Pompeya, era la sofisticadísima de sus parientes cubanos. En las cenas con mis primos siempre hay alguien que se atreve con el discurso de mi madre sobre su vocación de bandolera o las trastadas de la tía Carmen en su único viaje en barco.


Hace poco estuvo Carlos ayudándo con algunas cosas a Carmen y se quedo hipnotizado  por una de esas historias, pero aún le asombró más cuando le repetí las frases que ella había utilizado: casi, casi, las sabemos de memoria, en ese casi, en las diminutas variaciones de lo mismo es donde está la ganancia

-Tuvo una vida horrible, fue la única cuerda entre muchos locos, pero lo peor es que todos creían que se lo había buscado porque fue ambiciosa.

Sin duda el día más literario del año es el día que las llevo a Tabuenca. La mañana suele empezar con un buen vino en el patio de Ángela, que nos da la llave del cementerio a donde nos dirigimos para hacerle la visita anual a la tumba del tío Ángel y pasar la mañana hablando por allí. Nos gusta ese cementerio. Que esté en medio de un monte, que lo hayan invadido los lirios y queden tumbas muy viejas.

Emma y yo inventamos biografías por la foto y la fecha mientras las otras prefieren describir a los que conocieron. También hablan un poquito de su propia muerte, Carmen tiene noventa y uno, Aurora ochenta y muchos, pero las sister son vitalistas, antes de morirse tienen que hablar mucho y , sobre todo, tienen que ir a tomar el vermouth a Borja.

Suele ser en primavera, es el día que más bítter sin tomo en el año. Y también es el día que mejor sé qué es la literatura. Sobre todo cuando ellas pasan de la tercera ronda.


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Tendencias oníricas



Ángels Ribé



En la pesadilla sonaban sin cesar Los Beatles, Elvis Presley y Sabina, yo estaba atareadísima porque me habían mandado copiar La conjura de los Necios, y todo esto sucedía en unas sala muy grande,  decorada con cuadros de Frida Kahlo  y Barceló. Había descansos en la tarea, entonces me ponían una bata blanca, como la de la escuela, me hacían coletas y, en una caseta muy pequeña con una televisión gigante,  tenía que ver mucho rato a los payasos de la tele, a Marco y a Heidi pegando berridos y  mezclados.

Eso me pasa por seguir con la lista de las cosas que no me gustan. O quizá por haber tenido desde la infancia cierta culpabilidad cuando aquello bendecido por la mayoría me desagradaba: ¿Cómo se va a sentir una niña a la que los payasos de la tele ponen tan nerviosa? No coincidir con los gustos de los demás hace sentir como un perro verde, y no sólo en la infancia. Aunque con los años aprendes a callarte. ¡No quiero acordarme de cuando casi enfermé leyendo La Conjura de los Necios! No podía ni tomar apuntes en clase sin que se manchara la escritura con el rumrum de la prosa de Toole. Pero lo peor fue contarlo en pleno fragor, cuando todo el mundo adoraba la novela. Años después B me contó que le había pasado lo mismo y no fue lo de menos compartir esa reacción alérgica en los cimientos de nuestra amistad.

No voy a seguir, no tenga que soñar con esa cuadrilla otra noche. Supongo que nos pasa a todos, tendemos a de correr riesgos inútiles con nuestro cerebro. Pero he renunciado a hacer demasiadas cosas para luego no tener que soñarlas y ahora no me voy a jugar la circulación neuronal.

La primera vez que tuve conciencia de que necesitaba higiene mental  fue con el ajedrez, en concreto con aquel ajedrez inteligentísimo  que mi padre trajo a casa cuando tenía diecisiete y que me tuvo en jaque hasta los veintinueve. Soñando  con danzas de caballos y reinas resistentes y mates. Achicharrando a Roberto y a José Manuel con otra, y otra, y otra, para poder ganar alguna vez. Ya no he vuelto a jugar más. Aunque recuerdo la partida diaria con Roberto como una de los mejores hábitos de pareja,  de los que permiten ahondar en el conocimiento sobre uno mismo y sobre el otro.

La segunda vez fue cuando se me ocurrió montar Escuela de Escritura sola y aún no estaba casi inventado Internet.  Siempre me iba a la cama después del corta y pega preguntándome si este invento era infinito o no, abarcable o no, pero sobre todo seguía con la navegación mostrenca en sueños. Y también tuve que dejarlo en medida de lo posible. 

Hace poco tuve otro episodio injustificado y hermoso. Mis sueños han estado unos días llenos de hojas secas y alfileres. La cosa empezó cuando cogí unas cuantas hojas de melocotonero y de guindo para que Miguel las diagnosticara y las guardé en el cuaderno con tapa de Frida Kahlo que me había traído Amanda. Al día siguiente se me fue la mano y llené el cuaderno, que se transformó en un acordeón de hojas molineras,  poco después de volver se fueron saliendo, ya secas, y las empecé a colgar con alfileres al lado de la cama. No sólo se mueven cuando soplo y hacen sombra en la pared, poco a poco, cada una ha ido tomando otra identidad y  ahora se parecen a los conocidos. Si tuviera cámara les haría una foto. Mas no.


Tiene sus rincones buenos las neurosis oníricas: algunas noches sueño que leo y al despertarme me parece evidentísimo que me estaba leyendo a mí, y algunos días escribo con la impresión de hacerlo para tener qué leer mientras duermo.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Y los puntos de vista



Molly Taylor



Se le pasaba la vida en felicitarse.

Escribo. Podría estar mejor escrito pero ahí lo dejo. Luego me pregunto cuantos de mis conocidos se podrían dar por aludidos con esa frase. Me parece un asunto tan enjundioso que dejo de escribir. Se me va el santo al cielo, me pongo a hacer otras cosas. Pero cuando vuelvo a sentarme sale otra frase disparada:

Y tanto se disfrazaba que por mucho que lo desnudásemos sólo lo veíamos a él.


Hay que andar con mil ojos y doscientas mil orejas.


Por qué dicen “cambios en profundidad” y no “cambios profundos”. Todo plagado de venenosos matices.


Dale, me enseñas tu mundo y luego te enseño yo el mío.

Me he vuelto a acordar de que se va a ir Carluchi porque he leído en fb que también se va Paula, una amiga chilena, y me he puesto a pensar en los largos plazos y en los buenos pactos. Ni modo, bien que mal cumplimos. Veinte años, entre unas cosas y otras, nos costó la vuelta.

Es un lujo tener una doble vida. Le digo para animarlo. Y un segundo después me doy cuenta de que además de decirlo lo creo. ¡Qué mejor que otro tú, a quien has prestado mucha atención durante todos estos años desde aquí, te esté esperando allí! ¡Quién os viese saludaros!

El ph nómada-sedentario.

Debería existir un medidor que nos pusiera de colores dependiendo de nuestra relación con el espacio y el tiempo. 

Yo me pediría ser ph7, para poder mirar a los dos lados. 

martes, 20 de noviembre de 2012

La palabra es el único pájaro que puede ser igual a su ausencia



Caleb Charland


O bien podría decir, abducida por Roberto Juarroz.


¿Por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
y no el que queda entre las hojas?
¿Por qué tu mirada ocupa el hueco que está delante de la razón
y no el que está detrás?
¿Por qué recuerdas que la luz se muere
y en cambio olvidas que también se muere la sombra?
¿Por qué se afina el corazón del aire
hasta que la canción se vuelve otro vacío en el vacío?
¿Por qué no callas en el sitio exacto
donde morir es la presencia justa
suspendida del árbol de vivirse?
¿Por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?
¿Por qué esta curva del porqué y no el signo
de una recta sin fin y un punto encima?





El centro no es un punto
Si lo fuera, resultaría fácil acertarlo
No es ni siquiera la reducción de un punto a su infinito

El centro es una ausencia
de punto, de infinito y aun de ausencia 
Y sólo se acierta con ausencia.

Mírame después de que te hayas ido,
Aunque yo esté recién cuando me vaya
Ahora el centro me ha enseñado a no estar,
pero más tarde el centro estará aquí.





Detener la palabra
un segundo antes del labio
un segundo antes de la voracidad compartida,
un segundo antes del corazón del otro,
para que haya por lo menos un pájaro
que puede prescindir de todo nido.

El destino es de aire.
Las brújulas señalan uno solo de sus hilos,
pero la ausencia necesita de otros,
para que las cosas sean
su destino de aire

La palabra es el único pájaro
que puede ser igual a su ausencia

viernes, 16 de noviembre de 2012

Pienso a pedazos porque me distraen muchas cosas


Guiseppe Penone




La madurez verbal también era esto

Las palabras que con los años van perdiendo el sentido, se vuelven primero mates y luego van poniéndose transparentes hasta el punto de no significar absolutamente nada. Le ocurre a “cobarde”.  Le he preguntado a “valiente”  tantas veces qué significa “cobarde” que se están borrando las dos.

También me pasa con fuerte y débil, pero menos, a esas las eché al lavabo para quitarles la mugre cualitativa y han quedado llevables. 

Higiene mental.

Para combatir el estúpido nacionalismo hay que procurar sentirse extranjero en cualquier lugar, en cualquier país. A todas horas.

Urgencias

O llegan  metáforas nuevas o el paciente se nos muere.


Me persigue la belleza.

Ayer me llamaron porque había sido afortunada con un lote de mil euros en tratamientos, luego Avon llamó  a mi puerta treinta años después, y mis contemporáneas, de un tiempo a esta parte, repiten con mucha ternura:

-No mujer, entiéndeme, si yo sé que eres muy cuidadosa y te cuidas mucho por dentro, digo por fuera.

Puedo entenderlo porque me avisó M Jesús, menos mal, así me voy por los cerros de Úbeda y esquivo la pregunta amarga ¿tan mal me ven?  La nunca bien ponderada avisadora me contó:

-Empezaron a cambiar, se empezaron a poner muy nerviosas, tendríamos tu edad ahora. Yo volvía siempre a casa ,después de mucho té en la plaza del juzgado,  un poco acongojada. Tenía una intuición desagradable, pero era algo que no sabía concretar hasta que un día, eureka, me miré al espejo y caí en que el problema era el pelo blanco. ¡Claro, coño! yo seguía teniendo mi edad y a ellas les empezaban a desaparecer arrugas, algo fallaba, como espejo  yo era un horror.

La Chanson

La reencontré anoche, hacía tiempo que no me dormía tan alegremente acunada. La voz de Iggy Pop es una de las dos voces que mejor me acarician las entretelas. Hasta da igual lo que digan.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Trasciende toda geometría




Juan José Aquerreta


Ni idea de donde leí las declaraciones de una viuda que contaba que lo que más compañía le hacia era leer los  libros que leyó el finado, llenos de subrayados y anotaciones. Debe ser una pulsión muy vieja la de dejar herencia, aunque no se sepa aún a quien. Lo de la viuda me reafirma en la ilusión de que, cada vez que empuño el boli y subrayo, estoy hablando con alguien dentro de un tiempo

Lo de los planos,  escribí al margen de una anotación de Canetti titulada Acerca de la metamorfosis, en la que habla de esos momentos de absoluto. Cuando no sucede nada y todo cambia. En este caso Canetti se encuentra a la repartidora del gas que pasa a su lado a gran velocidad con una camioneta y de pronto descubre que es él quien ha pasado a gran velocidad con una camionerta al lado de la repartidora. Habla de cuando se trastornan los planos en los momentos de muda y se anclan de un modo indeleble en la memoria todos los detalles.

Uno quisiera escribir tanto como sea necesario para que las palabras se presten vida unas a otras, y tan poco como para poder tomarlas uno mismo en serio. Decía un poco más abajo.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Ruidos, reencuentros, reseñas, extrañezas y obviedad





Para empezar, pensar no es llegar a conclusiones, es más bien todo lo contrario.

Solamente se ha entendido algo cuando se es capaz de explicarlo de una manera sencilla. Para alcanzar esa aprehensión es necesario haber mirado todos los elementos que componen ese algo con extrañeza, por obvios que parezcan.

¿Lo de arriba es obvio?

Son suculentas las certezas

Teniendo en cuenta únicamente el placer de esta semana no me queda ni una sombra de duda: yo he nacido para escribir reseñas.

Menos mal que he vuelto a hacerlo.


Y luego que son incompatibles la exactitud y el cariño 

-Como no, en el Francisco II, claro, es nuestra pista de aterrizaje

-Tú nos esperas allí que nosotros iremos antes a comprar.

Me dice el rubiux todo serio desde Sudan. ¡Si tendremos ganas de vernos que fijamos día, lugar y hora  y casi la lista de la compra con casi dos meses de adelanto!
  


¡Quiero ser yo la sorda y que sea mi vecina la que oye mi televisión!

Sé perfectamente de dónde sale esa sonrisa beatífica de Elena, el silencio debe ser así, como su sonrisa: una bendición.

Elenita es mi sorda preferida, para empezar decidió dedicarse a la radio y en la ser ha ejercido durante un cuarto de siglo. Además es sinestésica, eso es un chollo para alguien que escribe, patidifusas nos dejan sus  metáforas.

Con frecuencia hablamos Elena y yo de su sordera y de mi exceso de oído, ¡si pudiera darle cuarto y mitad! Tengo que conseguir unos tapones. Es enloquecedor oírlo todo, el edificio entero. Sé cuantas televisiones hay encendidas,  cuando sube el café al final de un pasillo larguísimo, intuyo que algo va mal cuando las dominicanas del cuarto no arman quilombo, sé que el padre del otro bloque se ríe más con la hija pequeña, que el del tercero izquierda hace gimnasia en el salón desde que murió su madre, que es Iñigo el que empieza las sesiones de llorar y luego lo siguen sus tres hermanos …voy a dejarlo. Tendré que ver la misma película que Pili, hasta las doce menos cuarto no se va a la cama, no tengo alternativa.

martes, 6 de noviembre de 2012

Unos espárragos y demasiado siglo XIX.











...También es Charles Ephrussi quien compra a Manet un cuadro con un manojo de espárragos por el que el pintor pide ochocientos francos, él le envía mil y el pintor le corresponde días después con otro cuadro con un solo espárrago acompañado de una nota: Parece que éste se soltó del manojo. 


Estaba escribiendo la reseña de "La liebre con ojos de ámbar", un libro muy recomendable cuyo estupendo autor, Edmund de Waal, es de profesión ceramista, pero el párrafo de arriba y los espárragos se me querían venir desde hace un rato aquí.

Ya sé por qué me desmayé ayer, fue una sobredosis decimonónica, consecuencias de la pesada digestión Bovary: ¡Todo lo que se ha escrito sobre esa mujer! y lo que es peor ¡todo lo que me he leído las últimas semanas!¡cómo no va a afectarme!

El desmayo estuvo tres bien. Me dejó relajadísima y extrañada: no recordaba tanta paz. Sentí algo muy raro. Busco cómo describírmelo y me sale una simpleza: fue como venir de un lugar más hondo que el sueño y sin nada, y sin tiempo, en el que estaba muy a gusto. Quizá una petit mort sin connotaciones eróticas pero sí francesas.

miércoles, 31 de octubre de 2012

+Roberto Juarroz





Mensaje del azul entre las hojas,
lectura sin trampa de sentido,
sin el enturbiamiento de las significaciones.

Mensaje del silencio cuando no es espera
de ningún otro mensaje,
cuando es sólo una masa desnuda.

Mensaje del gesto más inexperto de tus manos,
olvidadas de ti, de mí, de todo,
de la combinación de sus funciones
que a veces soliviantan al mundo

Mensaje del azar que se despierta
o quizá del azar que se duerme
y abandona la última vigilancia,
para que lo que ocurre
ocurra como si no ocurriese.

Mensaje sin mensaje
No hay mayor libertad
no hay nada más opuesto a la muerte,
no hay encuentro más abierto

Imagen Felix Vallotton

domingo, 28 de octubre de 2012

Oda a Pepito.






-En esta ciudad vivís tres lezamianos, Pepito, Javier Barreiro y tú, deberías conocerlos.

Me dijo el Ezpeorientador hace veintipico de años. Y así conocí a mi maestro y también a mi librero.

Quería escribir esto desde que leí la entrevista que les hicieron a Pepe y a Julia en Jot DowAllí hablaba Pepito de Musil y de Lezama. ¿Cómo es posible que sin ponernos de acuerdo compartamos fijaciones tan diametralmente opuestas como Musil y Lezama? Me pregunté maravillosamente extrañada cuando lo leí en el molino. En el vis a vis no nos extraña nada, ya lo sabemos.

O quizá me entraron ganas de hablar de Antígona cuando encontré aquella cita de Calvino: La elevación consiste en, una vez detectado el infierno, señalar todo lo que no es infierno, y darle espacio.

¿En qué otro lugar en el mundo se puede oír algo como…

-Mallarmé, Mallarmé, ese es bueno, a ese no se le entiende nada. Fuera de bromas, para mí el mejor.

¿En qué lugar se puede una encontrar con Losilla y  todas las ediciones de Museo de Cera, incluido el que había debajo de la pata de la cama en Carabanchel, el mismo día?

¿Dónde presentan los libros los soperos?

¿Dónde preferiría quedarse encerrado Antonio?

¿A dónde sé que vuelve José Mari?

Lo que más me reconfortaba cuando me arruiné como librera era visitar a Pepito. Se me pasaba cualquier bajón de fracaso después de un rato por allí fumando: algún otro papel me reservara el destino en esta timba literaria, me decía, este flanco está bien cubierto.

¿Habrá influencia más suculenta que la risa de Julia escoltándote por la espalda cuando te pierdes en el rincón del ensayo?

La librería Antígona para los parroquianos es otro gran texto. Un  Aleph caótico en el que siempre hay ganancias, tanto si te orientas como si te desorientas.

Quienes la conocen saben que no exagero.

miércoles, 24 de octubre de 2012

La tristeza infalible de los pies húmedos












Anoche comenté en clase que ir a nadar mientras llueve a chuzos me parece redundante. Les hizo gracia. Pero no lo intentaba. Tanta agua me provocó un estado de ánimo severo durante el fin de semana. Hasta estuve a punto de llamar a mi papa para que me viniese a buscar a la piscina. Menos mal que me di cuenta a tiempo de que tengo cuarenta y siete años:  edad de aguantar, ya y aún, fuertes chaparrones.

No fue suficiente secarme y tomarme un té hirviendo, miraba por la ventana y seguía teniendo frío. Entonces me puse tres fragmentos abrigadores de conversaciones con amigos  y casi todo se arregló.


Estiramientos:

-Perdona que hable de algo íntimo delante de desconocidos tuyos, lo hago porque  Marta es una prolongación mía y Sonia es una prolongación de Marta.

Extrañamientos llegando al límite:

-Y yo, y yo, y yo, tanto, tanto, tanto, que me traje tu chaqueta
-¿Cuál?
-La naranja, negra y granate, la de punto
-Choriza. No caigo, ¿de qué época es?

Estados parisinos.

-Quizá es que me siento sola
-No me digas eso porque si tú estás sola yo también, ¡no jodás!

lunes, 22 de octubre de 2012

Si pudiera elegir, escribiría...




Hoy, como tantos días, le tocaba ayudarme a pensar al camarada Escarpa:

Si pudiera elegir, escribiría...

Si pudiera elegir, escribiría
sobre las alas lentas del verano,
sobre ese caramelo escogido entre muchos
y su sabor poliédrico, 
la belleza torcida, las prescripciones médicas,
los gatos, el placer, el mar, la noche.
Resulta tan difícil creer en estas cosas.
A veces nos parece que es otro el que contempla
los milagros de lejos, subido a una cornisa,
que es otro siempre el que despierta a tiempo,
y el sol en la ventana nos recuerda de pronto
que la luz es posible.
*
Yo no comprendo nada. No por eso
me rindo. Una cuestión
de técnica, sin más. No comprender
apenas nada ofrece
nuevas y limpias posibilidades.
Ir ofreciendo el desconocimiento, hacerle
entrega al mundo de este interrogante,
que sea finalmente de todos tanta duda,
tanta perplejidad.
No comprendo siquiera
por qué, pero es inútil
tratar de resistirse a ese sosiego
que provoca partir
el pan del estupor
y, al repartirlo,
propagarlo, darlo
a luz, iniciarlo,
no poseer la sola
incomprensión de todos,
y no comprender nada,
y celebrarlo.
*
No hablaré de la muerte
porque no la conozco,
y cuando la conozca
no hablaré de la muerte
ni de nada. Ahora
es tiempo de vivir,
sencillamente. Luego
vendrá la muerte. O no. 
Quién sabe. Ya veremos.



martes, 16 de octubre de 2012

Más cortedades.









Esclarecedor final de una conversación veraniega al borde del barranco con el niño Escarpa:

-Eso es, ¡¡¡Eureka!!! Eso exactamente somos:  ¡barrocos borrados!

Vómitos auditivos

Cuando oigo a alguien autodenominarse artista siento unas tremendas arcadas que empiezan en el pabellón y acaban en el lóbulo de la oreja: como si les oyera decir de sí mismos que son sabios o que son genios.

Uno puede decir que es pintor, o fotógrafo, o director de cine, músico o escritor y hasta, si me apuran, poeta. ¡Pero artista!

El placer del titubeo.

O la ración de adrenalina necesaria que nos traen los pequeños misterios.

Propósitos higiénicos

Mantenerse a una distancia prudencial del yo, alejarse el doble cuando se encuentre con halagos: esas potentes máquinas de hacer el vacío.

jueves, 11 de octubre de 2012

Mis simplezas y las de Madam Bovary







El nosotros

Es como el colesterol, hay un nosotros bueno y otro malo, que agrava todas las patologías del yo.


Tres pesadillas chocarreras inspiradas por la crisis:

-Estaba comprobando la fecha para unos análisis y me di cuenta de que me citaban en la quinta planta del Corte Inglés.

-Mi madre llevaba días desaparecida. Mi padre, después de mucho insistir, me contó que estaba trabajando en un bingo.

-De la tercera ni me acuerdo

Pedagogía y ortografía

Doña Manolita era baja, rechoncha, enseñadora y alegre. Doña María Luisa era alta, delgada, rubia y la mujer del secretario del ayuntamiento. En la clase de Doña Manolita éramos felices, hasta nos dejaba pasar los exámenes a limpio. En la de Doña María Luisa había un negrito con forma de hucha y los castigos costaban dos duros. Sus alumnos estaban continuamente endeudados y nos lo contaban en el recreo.

Un día sucedió lo más temido, nuestra maestra se puso mala. La rubia nos mataba a dictados y me pilló una raya o una ralla equivocada, desde entonces no he sabido diferenciarlas. Cuarenta años después, cuando aparece la palabra dichosa sólo recuerdo su cara de placer dándome con la regla en los dedos y mis primeros números rojos: diez pesetas.

Pero ¿Qué quería rayar hoy yo?


De timba con Madam Bovary.

Voy a volver a hacer reseñas y es evidente que me privan las novedades: la última que escribí fue sobre los cuentos de Allan Poe. Ahora mi reto es reflexionar en unas pocas líneas sobre la valentía de Flaubert al iluminarnos con una saturación de vaciedades.

¿Por qué todo es surrealista o kafkiano y nunca he oído decir “no te pongas Bovary”? ¡Con el montón de Bovarysmo, o como se llame, que hay! Bueno, ahí estoy, de fiestas del pilar con Flaubert, intentando pensar en contemporáneo el síndrome. Hasta me he preguntado cual era la situación más potencialmente Bovary de mi vida: la he encontrado y la contaré cuando logre traerla a este lado del lenguaje y me explique como se ajusta al asunto.


 Imagen Saul Steinberg

sábado, 6 de octubre de 2012

Volver y conversar





El tiempo y las soledades


Para quien no tiene compromisos es difícil acotar el tiempo, pero es imprescindible. Javier siempre queda consigo los sábados a las cuatro y media.

Quedamos para comer el sábado pasado, pero se fugó con la conversación a mitad.

-Lo siento, pero es sábado. No deberíamos haber quedado hoy, así, sin tiempo, pero tenía muchas ganas de verte. Volvemos a quedar enseguida, cualquier otro día de la semana.

Abuso de confianza.

Me pregunta Luis C.

-¿Cómo estás?

Y le disparo:

-Protegida por una profunda indiferencia interior.

Como consecuencia del pedante aldabonazo tengo que pasar un buen trecho de conversación tranquilizándolo.


El para qué

Siempre aparece muy tarde y casi nunca se parece al objetivo.

¿Para qué estuve grabando lo que sucedía en una gasolinera durante dos años todos los fines de semana?

Para conocer a Inés allí.

Para conocer después a Luis.

Para poder hacer litrona en el parque hablando sesudamente de la verosimilitud. Para que me cuenten con anécdotas pormenorizadísimas Costa Rica. Están recién aterrizados, llegaron ayer y hoy han conseguido un coche para venir a verme: sentirse tan querida nunca es lo de menos. Y también para poder hablar de lo que sucede en este país desde un alto, encaramados ¡por fin!  en muchas colinas : la del parque, la del nómada y la de la enormísima perspectiva  histórica de esos dos parlanchines.

Un inminente de produndis.

Hace poco comentaba que aparecieron pronto los buenos conversadores en mi vida, la primera fue  María Jesús, o Susi, con quién creo que empecé a hablar estando en la cuna. Es una tontería atravesar las rachas de soledad tumultuosa sola.

-¿Por qué nos llamamos tan poco si nos queremos tanto?
-Por eso
-¿Qué cenamos mañana?
-¿Qué más da?





martes, 2 de octubre de 2012

Olvido García Valdés








Nadaba por el agua transparente
en lo hondo, y pescaba gozoso
con un pequeño arpón peces brillantes,
amigos, moteados.
Aquella agua tan densa, nadar
como un gran pez, vosotros,
dijo, me esperabais en casa.
Pensé entonces en Klee,
en la dorada. Ahora leo:
estás roto y tus sueños
se cuelan en tu vida, esa sensación
de realidad es muy fuerte; estas pastillas
te ayudarán.

Dorado pez,
dorada de los abismos, destellos
en lo hondo. Un sueño subterráneo
nos recorre, nos reúne,
nacemos y morimos, mas se repite
el sueño y queda el pez,
su densidad, la transparencia.

Imagen Paul Klee.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Lectoescriturar como merienda




Escribir para mí es intentar huir del estado hipnótico en que nos dejan sumidos tantas frases hechas. Pero con frecuencia escribir es zafarse andando, mientras leer es irse en un bólido.

Roland Barthes habla de una actividad intermedia entre leer y escribir que es la que de verdad me interesa. Se refiere a esa lectura que está hecha de interrupciones, de levantar muchas veces la cabeza hasta que se tensa el brazo y, sin darte cuenta casi, te pones a escribir. Una lecto-escritura que no tiene nada que ver con que el autor nos inspire ganas de remedarlo: lo que ocurre es que ha conseguido que su texto se despliegue.


Esa es la finalidad de los buenos textos: desplegar sentidos (cuando se logra “el texto” es mucho más sustancioso que “la obra” y ya no pertenece a nadie). Un buen texto tiene la misión de transportarnos a un paisaje en el que poder apearse del bólido cuando ya se está lo suficientemente lejos como para volver a merendar a gusto.


sábado, 15 de septiembre de 2012

De como escaparse de la fiebre del oro y de como de conseguir manipular el tiempo