domingo, 2 de marzo de 2014

Tingatinga Sayuki y Lenrie Peters



Tingatinga Sayuki



HEMOS LLEGADO AL HOGAR

Hemos llegado al hogar
Desde la guerra sin sangre
Con el corazón abatido,
Nuestras botas llenas de orgullo
De la verdadera matanza del alma,
Y nos hemos preguntado
“¿Cuánto cuesta
ser querido y después abandonado?”

Hemos llegado al hogar
Y traído la promesa
Escrita en colores de arco iris
A través del cielo – para enterrar,
Pero no es el momento
De colocar coronas
Por los crímenes de ayer.
La noche amenaza,
El tiempo se disuelve,

Y nada conocemos
Del mañana.
Los tambores borboteantes
A la estrella hacen eco.
El bosque aúlla
Y entre los árboles
El oscuro sol aparece.
Hemos llegado al hogar
Cuando vacila la aurora
Cantando canciones de otras tierras,
La Marcha Fúnebre
Que nos viola los oídos,
Sabiendo que toda nuestra tradición y nuestras lágrimas
Se juegan al cara o cruz de una moneda.

Hemos llegado al hogar
Al pie de las verdes colinas
A beber el grito cálido
Y suave del canto de los pájaros.
A las playas ardientes
Donde los botes salen al mar
A desgranar la cosecha del océano
Y las tenaces gaviotas se hunden
Y deslizan volcando besos sobre las olas.
Hemos llegado al hogar
Donde a través del relámpago
Y la lluvia atronadora,
La peste, la sequía,
El espíritu empapado
Se demora en el camino arenoso
Sosteniendo los torturados restos
De la carne,
Ese espíritu que no pide
Al mundo favor alguno
Sino la dignidad.

Lenrie Peters


P.D. Entre mis nuevas rutinas he incluido fugarme yo también un poco a África, a partir de ahora dedicaré todos los domingos por la mañana (como mínimo)  a atender el arte de los africanos, esos grandes desconocidos.  Podía ser buena idea distribuir los días de la semana entre los continentes y en los dos que sobran volver al limbo.