domingo, 3 de agosto de 2014

Le reanimaron con panecillos, le reanimaron con hielo. Le reanimaron con mostaza y con berros. Le reanimaron con mermelada y con consejos juiciosos, y le pusieron enigmas que resolver.


Los chavos salen disparados en busca de sus novias, da gusto verlos tan contentos, para degustar más este rato sola me he zambullido en La caza del Snak. La disfruto siempre como...como...¿cómo pues, que te atascas? Como si fuera pequeña. Dejo aquí un trozo y me voy a regar antes de que venga la tropa.


EL DISCURSO DEL CAPITÁN

Al mismísimo capitán todos ponían por las nubes.
¡Qué porte, qué naturalidad y qué gracia!
¡Qué solemnidad, también! ¡Cualquiera podía ver que era un hombre sabio,
con sólo mirarle a la cara!

Había comprado un gran mapa del mar,
sin un solo vestigio de tierra.
Y toda la tripulación estaba encantada, al ver que era
un mapa comprensible para ellos.

"¿Qué utilidad tienen el Ecuador, el Polo Norte y las zonas de Mercator,
los Trópicos y las líneas de los Meridianos?"
Así decía el capitán. Y la tripulación contestaba:
"¡Son solamente signos convencionales!"

"Otros mapas tienen formas, con las islas y los cabos,
pero nosotros debemos agradecer a nuestro valiente capitán
(así hablaba la tripulación) que nos haya comprado el mejor...
¡un perfecto y absoluto mapa blanco!"

Esto era maravilloso, sin duda, pero pronto averiguaron
que el capitán, al que ellos tenían en tan buena estima,
sólo tenía una idea para cruzar el océano,
y ésta era tocar su campana.

Era pensativo y serio, pero las ordenes que daba
eran suficientes para desorientar a la tripulación.
Cuando gritaba "¡Girad a estribor, pero dejad la proa a babor!",
¿qué diablos podía hacer el timonel?


Lewis Carroll
Traducción Leopoldo María Panero.