miércoles, 27 de febrero de 2013

Una semana especiada






Es por azar, aunque parezca decisión. Pero he mirado las fotos anteriores y las constricciones también llegan solas.

Sólo sé una historia sobre el cilantro. Una amiga iba con su compañero en moto por autopistas inhóspitas cuando él se volvió y le dijo:

-Voy a parar, tengo algo importante que decirte.

¿Hay alguna frase que asuste más que esa? Tengo que decirte, tenemos que hablar. Sí. Hay una. Voy a serte sincero/a que es sencillamente espeluznante. Después de “voy a serte sincero” viene siempre una catástrofe: una mancha, un defecto, algún horror.  Yo ya me niego a seguir escuchando cuando alguien empieza así. La sinceridad es brutalidad la mayor parte de las veces e intento por todos los medios que sea o natural, sin introducción, o innecesaria.

Por lo visto tardó muchísimo a parar, tanto que ella ya se había hecho a la idea de que la dejaba. Si no ¡a qué tanto aviso! Le dio tiempo hasta a recomponer el ánimo ante el inminente abandono. Por fin él paró.

-No soporto el cilantro

Es lo que le dijo.

Yo siempre estaba escasa de cilantro, me pasa como a la  prota de la historia, que lo pongo en todos los sitios. Hasta que compré una maceta en el supermercado y también pegó. Es bien rocambolesco pero tiene algo de robarles el fuego a las grandes superficies.

La mejor, mejor, mejor receta es la ensalada de mango, un poco verde, con cilantro, limón y tabasco. Esa es de Amanda.