jueves, 31 de diciembre de 2009

¿Los niños tienen menos disciplina desde que no existen las lecherías?

No sé.

Ir a por la leche fue para mí la primera obligación y el primer ritual, un día sí y otro no, un día mi primo David y otro yo. El camino hasta la casa de Santas, visto desde aquí, es el camino de mis iniciaciones: donde por primera vez tuve miedo, donde por primera vez pasee con amigos, desde donde llegue a casa tarde, donde varias veces se me cayó la leche y donde por primera vez mentí, con tan mala suerte que me pillaron, una nochevieja.

Esta mañana, en esos diez minutos ingratos del rezagarse, he empezado un balance de la década, pero enseguida me he dado cuenta de que no es recomendable para el ánimo medir con esos trancos y he preferido ir a resguardarme en la lechería, el camino ahora es más corto y además no tiene pérdida; sigue marcado por mugidos tranquilizadores y olor a vaca.

La mentira fue tonta. Yo quería cenar con mis primos, en casa de la tía Emma. Santas me preguntó que dónde cenábamos y yo le conté el deseo, poco después llego mi madre que descubrió que era mentira. Tenía unos seis años, ninguna de las dos se dieron por enteradas, pero a mi me recorre un escalofrío de lo bien que me acuerdo.

Por cierto, que aún me hace ilusión cenar con mis primos, en casa de mi tía Emma, que ahora está donde estaba la de mi abuela, y hoy sí cenamos con la prole enorme de los Peña.

Buen día, buena noche, buen año y buena década.

domingo, 27 de diciembre de 2009

¿Qué es preciso para que un libro exista?


Se lo preguntaron a Juan Eduardo Cirlot en una entrevista en 1968 :

…para que un libro exista no es preciso ni siquiera editarlo, ni aún escribirlo. Basta haberlo pensado verdaderamente. Hay placas de resonancia y de registro en el universo que tienen más valor que los oídos o las miradas del oyente y del lector, aunque éste no sea jamás desdeñable.

(…) Si publico pocos ejemplares es porque creo que, en la actualidad, es muy difícil, o casi imposible, interesar por una poética nueva, sobre todo si ésta versa sobre experiencias espirituales y no sobre problemas de la masa. La humanidad quiere convertir a los poetas en periodistas, agentes de publicidad o sacerdotes, géneros muy distintos y respetables en distinto grado. Pero el poeta no es nada de ello. Es sólo alguien que responde a preguntas formuladas por algo que se asemeja extrañamente a la nada. Y su voz tiene una resonancia que él no podría evitar, aunque quisiera. A eso se le llama hermetismo.

Tuvimos suerte, Cirlot escribió muchos libros y su obra, sobre todo el ciclo deBronwyn, es cada vez más conocida y valorada.

Pero, ¿quién es Bronwyn?

Una tarde de verano Cirlot conoció a Bronwyn en una pantalla, en la película de Franklin Schaffner El Señor de la Guerra. Bronwyn es un nombre de mujer, el nombre de una doncella céltica que vivió hacia el año 1000 de nuestra era en Brabante y a la que en la película da vida la actriz Rosemary Forsyth.

“Nada sucedió después del visionado de la película”, dice su hija, Victoria Cirlot, en el prólogo de la editorial Siruela, ni siquiera una crítica, “pero Juan Eduardo Cirlot vio la luz de Bronwyn”. El amor de Cirlot por Bronwyn fue fértil y diverso. “Nos amábamos como ahora sólo en sueños soy capaz de amar”, dijo.

Cirlot concibió su poética como una investigación del ser y también como la exploración del espacio de lo antirreal, de lo que no acontece jamás.Experimentó con permutaciones, músicas al estilo serial de Schoenberg, Berg y Webern, y practicó una poesía hermética, pero también escribió poemas diáfanos:

Mira, son las nubes

¿te subes?

El ciclo Bronwyn está formado por dieciséis libros que poco parentesco formal tienen entre sí, pues van del soneto a la poesía fonética.

Como investigador escribió estudios sobre simbología y hermenéutica medieval. Pocos libros de consulta son tan recomendables para pensar, para reconocerse o para escribir como su Diccionario de Símbolos.

Imagen: fotograma de El Señor de la guerra.

Lecturas recomendadas:

- Bronwyn.
- Diccionario de los Ismos.
- Diccionario de símbolos.
Juan Eduardo Cirlot. Editorial Siruela


P.D. Estas son mis últimas articulaciones, un ratito después suelen llegar las de Gonzalo, todas las semanas en http://articulacionescuela.wordpress.com/

viernes, 25 de diciembre de 2009

Demasiado cuorum


Los melómanos cercanos, mi hermana y Miguel, parecen estar de acuerdo por una vez.

Así las cosas he tenido dos regalos, pero iguales.

Tendré que oír detenidamente a Zenet.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Hoy dieta: silencio, Cirlot, manta y sofá


Y dice Cirlot:

Dispuesto en cierta inclinación entre el espacio y el tiempo, entre lo inmensamente grande y lo infinitamente pequeño, está lo que no acontece jamás. Ese espacio de lo antirreal existe, no obstante, y es tan evidente en la intuición de lo dado como el mismo universo demostrable por los sentidos o por lo que llamamos razón.

Y también dice:

Bronwyn
sé que me estás oyendo desde un ámbito
que sesga dimensiones

En lo nunca ya me has reconocido:
mera estatua de hierro arrodillado,
entre las transparentes vibraciones
de un mar en abandono de sus aguas

Juan Eduardo Cirlot
Bronwyn,
Editorial Siruela

la imagen es de Rafols Casamada

XVII Premio Internacional de Relato Hiperbreve Círculo Cultural Faroni 2009




Me la comería con los ojos

Cada vez que me cruzo con mi vecina se me van los ojos. Hasta ahora siempre regresaban con el botín, pero esta vez se han fugado tras sus vaqueros ceñidos escaleras arriba y por mucho que ella les atizaba con el periódico enrollado no ha habido manera. Al principio intentó devolvérmelos, pero por lo visto la mirada se les ponía como de perro apaleado y terminó por cogerles lástima. Al fin y al cabo -se excusaba adoptando con disimulo posturas incitadoras- que a una la miren con esa dedicación resulta tan halagador. Me pidió que se los prestara para un viaje por Europa y yo, ciego de amor, accedí. Cuando volvió, sola y maldiciendo a cierta zorra florentina, traté en vano de consolarla jurándole que yo sólo tendría ojos para ella

Pedro Peinado Galisteo Madrid

jueves, 17 de diciembre de 2009

Rafols Casamada



Se ha muerto otro grande, de los que siempre me han hecho compañía.

Es ver un cuadro de Rafols Casamada, aunque esté entre muchos, y ya se me ha ido el ánimo a otro sitio.


Gambito de caballo


Cuando mi padre salía de viaje, que era con cierta frecuencia, siempre nos dejaba claro que no iba traer ningún regalo, que prefería que lo esperásemos a él. Cada vez que se iba repetía lo mismo porque dice que desgastan mucho las falsas expectativas. Como una compensación por el no regalo la noche anterior jugábamos al ajedrez.

En mi casa jugaban al ajedrez mi padre y mi tía Emma, que son los talentos rectores de la tribu, los racionales, y yo miraba las partidas. La última partida fue en Asturias, cuando nos fuimos todos a conocer el mar en invierno, hace ya veinte años. ¡Y duró tanto que ya no han vuelto a jugar!

Cuándo tenía 22 o 23 años me regaló mi padre un ajedrez electrónico, primitivísimo, que emitía muchos pitidos y con el que casi enloquezco. Tengo tendencia a soñar con abstracciones: esta noche, sin ir más lejos, no he parado de perseguir a un cero, ¿damos un paseo hasta ese cero?, me he oído decir, y me he despertado. Aquella temporada fue peor, soñaba con peones que avanzaban y era un alfil acorralado, soñaba que era un caballo y mataba a la reina, que era yo también, soñaba que era una torre y apenas podía moverme. Al ajedrez se le rompió un circuito y yo me recuperé de la neurosis.

Nunca he sido una buena jugadora, ahora llevo mucho tiempo sin jugar, pocas veces ganaba: bastantes expertos coinciden en que lo mío es un problema incurable, no ya de falta de competitividad, sino de ignorancia, que carezco del mínimo conocimiento sobre qué significa. Lo que me gusta del ajedrez es que cuando juegas mucho con alguien terminas conociendo su espacialidad mental, sus arrebatos, sus repeticiones y desarrollando otras que las tienen en cuenta. A veces se me ocurre que jugué demasiado al ajedrez con mis parejas.

Todo esto viene al caso porque ya tengo los planes hechos para estas navidades. Mi padre se ha cansado de jugar con el ordenador, necesita humanos, y nos ha propuesto recuperar el duelo a su cuñada y a mí.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!


Nos sentamos en la mesa de la esquina, una caja de cristal que daba al estanque de los patos. Esa tarde éramos los tres briznas de un accidente cósmico, miajas bien ensambladas, ápices imprescindibles, volutas tejiendo un tiempo que nos amalgamaba, nos dimos cuenta y empezó el futuro.

La foto es de Inés Giménez

por supuesto el título no es mío, es de Cesar Vallejo

domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Con qué se piensa?


Cuenta Rafael Sánchez Ferlosio en Vendrán más años malos y nos harán más ciegos que, según Jean Piaget, cuando a un niño se le pregunta con qué se piensa contesta sin dudar:

-Con la boca

Él hizo la prueba cuando su hija tenía tres años y recibió la respuesta prevista, que no dejó de asombrarle -lo previsto también asombra- y le azuzó las ganas de averiguar más:

-Sí, pero ¿cómo se piensa?

A lo que la niña, otra vez sin dudar, le respondió:

-Mira, así: mmmmmmmmmmmmmm

Estoy convencida de que el arte de la conversación es el de recuperar la capacidad de pensar con la boca, de concederse el tiempo del mmmmmmmmmmmmm en el que batir extrañamientos con el otro, para que las palabras no se agrupen en un caparazón de rezos.

A cierta edad se siente el pudor de la onomatopeya: nos cuesta pronunciar esa eme prolongada que es el borbotón en el que se cuece el pensamiento, pasear es el mejor remedio para compensar esa carencia.

Cuando nos hacemos adultos son los pies los que ayudan a la boca a pensar.

Imagen Alfredo Jaar


viernes, 11 de diciembre de 2009

Para facilitar las grandes digestiones




Me acosté muy, muy tarde, y me he levantado con ganas de bailar. Luego me han entrado unas ganas tremendas de aprender portugués.

Lo del portugués ha sido porque acaba de llegar el correo diario de Susana, la he adoptado, sólo quiere que le lleve un vaso de leche caliente y le cuente un cuento por la noite, y lo haré desde aquí.

Grande esa Susana Mendes que continuamente nos contaba lo que no entendía:

-guindillas que no pican ¡pa qué!

-medias y falda, dos cosas, ¡pa qué!

-Você não é como o europeu e Africano são más, ou culebron

La he adoptado porque es una niña bien autónoma, tiene 27 años y es la redactora jefe del periódico más importante de Angola. Además me escribe todos los días, ahora está en Londres. Hoy me dice:

Ei mamy adoptiva,

As coisas vao indo bem, se bem que hoje de manha sai e acabei por perder/me, mas
nada de grave.
Assim que voltar te conto tudo!
Bjooooooooos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Las navidades, ese chirimiri de tristeza



Estaba tan ensimismada viendo mirar que no me daba cuenta de que estaba “barriendo el paseo con la chaqueta”, me ha dicho la intrépida ciudadana bilbaína que ha osado interrumpirme hoy, mientras buscaba la estación de tren, por la tarde.

Ensimisma ver a tantos eligiendo entre garbanzos iguales, creyéndose escondidos en alguno de esos colores inflamados de luz de escaparate, buscándose con desesperación, soñando con la exacta apariencia que su otro les ha usurpado y necesitan recuperar, con poco dinero y para poco rato.

La desolación, casi la peor tristeza, suele atropellarme en alguna calle comercial, todos los años, todas las navidades.


Imagen Jannis Kounellis

jueves, 3 de diciembre de 2009

Vísteme despacio que tengo prisa




Siempre acumulo un par de días de retraso. Pero es porque le hago caso a mi padre, que es un oráculo, y me tomo mucho más tiempo del que necesito.

Lo primero es descansar y luego cansarse.

Mientras tanto llegaron las mandalas de Antonio Gómez, y actualizamos las articulaciones, y hablé mucho de membrillos, hipérico, rosaledas y aromáticas con un jardinero.

Ya me voy.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

José Viñals



Yo pasaba por aquí deprisa para dejar el enlace del A caballo: monográfico sobre José Viñals(coordinación de Andrés Fisher y Benito del Pliego)

A José Viñals lo aprendí a leer desde más cerca gracias a Benito. Gran iniciador. Gracias.

martes, 1 de diciembre de 2009

Dentro de ti es donde toda la música es ave



Ayer, que anduve culebroneando entre libros todo el día, me acordé de cuándo Inés abrió el armario del pasillo y exclamó: ¡qué libros más viejos tienes! y un rato después puso cara de salir de un túnel. Abrí la cueva buscando libros de los que exclamar ante mis alumnas ¡in-du-da-ble-men-te! como me enseñó a decir Joselín, desde los talones. Y también buscando algún reencuentro porque siguiendo mis migraciones anuales me voy muchos días, con toooooodas las Lolas-Moras, al Cantábrico en invierno, y hace falta un a qué agarrase cuando se viaja sola.

No iba buscando pájaros, pero los encontré, hay pájaros, además de los sapos y culebrones que denuncia mi madre, en el armario.

Reclinas la cara en la melancolía...

Reclinas la cara en la melancolía y ni siquiera
oyes el ruiseñor. ¿O es la totovía?
Soportas mal el aire, dividido
entre la fidelidad que debes
a la tierra de tu madre y al casi blanco
azul donde el ave se pierde.
La música, digámoslo así,
fue siempre tu herida, mas también
sobre las dunas fue la exaltación
No oigas el ruiseñor. O la totovía.
Dentro de ti es
donde toda la música es ave.

Eugénio de Andrade

Versión de
Aníbal Núñez

p.d En Historias Inflamables cuenta Inés un homenaje a José Emilio Pacheco más apetecible que nuestros premios y fastos, que a mi me agotan. En el homenaje de Mexico el año pasado lo que pasó fue que:

“Como este año era el primero- señala Francisco Vargas- no había recursos y apenas recibimos apoyos institucionales, que solo respondieron dos días antes. Tenemos suerte porque hoy a la una de la noche habrá luna llena, así que el momento va a ser mágico”.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Sobre pájaros y poetas


Tengo un pájaro, un pico de coral, lo heredé, yo nunca adquiero responsabilidades con seres vivos indefensos, no me siento capaz porque siempre me he sentido indefensa. Pero me sentó bien quedarme con el pichi, ya hace siete años que siempre está a mi lado. Alguna vez conté por aquí su historia. Es un pájaro alegre, sociable, de costumbres regulares, vivaracho, poco más grande que un colibrí. Me hace gracia que suene de fondo el pichi en todo lo que grabo. Se baña a las once y siempre contesta cuando le pías.

Se escapó la otra tarde, a veces se escapa, y se quedó encajado entre el enorme mueble y la pared, cada mucho rato le oía aletear; no sé si me producía más angustia el aleteo o el silencio, lo intentamos sacar con un palo de escoba, con una regla muy larga, pero nada, lo logré rescatar a las dos de la mañana. Desde entonces está asustado, anoche no se dormía, pío como un loco hasta las tantas, hoy ya son las doce y aún no se ha bañado. Le pongo música, siempre ha sido un pájaro melómano, la del blog de Nuria le sienta muy bien, tiene buena mano Nuria , aunque su especialiad sean los peces. Me siento como la enfermera de un ser que abulta como mi dedo gordo, sólo se me ocurría hablarle, entonces me puse a indagar sobre pájaros, acabo de darle zanahoria, imagino que le alegrará la jaula, aunque no quite el miedo, ni los barrotes, sin barrotes su destino serían unas fauces.

Hacía pocos días Miguel Casado me había recordado en su libro "La experiencia de lo extranjero" al pájaro de Francis Ponge:

Creí poder escribir mil páginas sobre cualquier cosa, y resulta que con menos de cinco ya estoy sin aliento, y me desvío hacia el inventario. No, me doy cuenta de que de mí (y del pájaro) puedo ingenuamente sacar otra cosa. Pero en el fondo lo que importa ¿no es captar el nudo? Cuando haya escrito varias páginas, al releerlas percibiré el lugar donde se encuentra ese nudo, donde está lo esencial, la cualidad de pájaro. Creo que lo he captado ya. Dos cosas: el pequeño saco de plumas y el fulminante despegue caprichoso (el asombroso despegue). Al lado de esto, también la cabecita, el cráneo triturable, las patas de alambre, el mecanismo de desplegamiento-desplazamiento, la extravagancia de las curvas del vuelo. ¿Y qué más? No, no va a ser fácil. Voy a recaer quizás en mis errores a propósito de la gamba. Valdría más entonces dejarlo en estas notas, que me disgustan menos que un opus fallido.

Varias veces he tenido también la idea -es necesario que la anote- de hacer hablar al pájaro, de describirlo en primera persona. Tendré que probar esa salida, tantear ese procedimiento.


Y, ¡cómo no!, también recordé un estupendo libro de Óscar Solsona, "La superficie del pájaro" que algunos días dejo abierto y que se puede leer entero en la red, allí dice por ejemplo:

continua el vuelo
sobrevolando calles edificios otras plumas

campos del hombre

por miles de kilómetros o en un centímetro

maquinarias hasta lo intacto
hasta llegar a nuestro intacto
acariciando la superficie pájaro
muchas veces pronunciar pájaro
y no temer la forma del texto

y también:

la superficie del pájaro
es un oráculo cotidiano
al alcance de unos pocos
de todos

de quien puede
de quien quiere

La imagen es también de Francis Ponge

p.d A mi me entusiasma ése francés y me encantó que a Miguel Casado también.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Del surrealismo a las placas tectónicas.


Sigo teniéndole manía al adjetivo surrealista, se ha convertido en una de esas palabritas con significado cero, de las que valen para un roto y para un descosido. Es la que más me recuerda, quizá, como el lenguaje balbucea a través de nosotros, totalmente reducido a sonidos, sin intentar decir nada. Puede ser mala leche, pero me parece un síntoma de pereza acordada a la chita callando, ¿han observado para cuantas conversaciones sirve de cierre, punto y aparte, aquí no hay nada más que decir ni analizar, la palabra surrealista? ¡Vaya pesadilla!

Poco más a simple vista esta semana.

Bueno, hubo un temblor a simple vista. Estaba chateando por primera vez en diez años con Vladimir, un amigo salvadoreño, cuando tembló en Chalatenango. 6.0. Que ya es. Cinco minutos después lo estaban diciendo en el informativo de las nueve aquí. Desde su cámara se veían las ventanas de la oficina, hacía viento y ya estuve inquieta toda la conversación, pocas veces tiembla sólo una vez, yo lo sé, y cada vez que se movía la silla le preguntaba. Cuando me decía que era el aire tenía la impresión de que me quería engañar. Todo muy realista.

Y claro, el premio de Ferlosio, que recomendó para los no muy duchos empezar su último libro por la página 89 cuando yo iba por la 75 y me alegré de haberlo oído tan tarde.

La imagen es de Grandville.


sábado, 21 de noviembre de 2009

Más preguntas de las articulaciones: ¿Escribir es una forma de hablar sin ser interrumpido?


Ya me gustaría que la pregunta de hoy fuera mía, pero es de Jules Renard.

La recordé leyendo la última novela de Luis Landero, Retrato de un hombre inmaduro, cuando dice:

Mi voz era serena y mi dicción muy castellana. No sé, me expresaba con tanto esmero que notaba como el habla se iba manchando de escritura

La historia de la literatura podría ser también la de las elásticas distancias entre el lenguaje que se dice y el que se escribe, ya que comparten tantos territorios: ambos narran, los dos informan y organizan...

A las buenas preguntas enseguida les salen un montón de hijuelos: ¿Son o no son lo mismo nuestras historias y las de las novelas y los cuentos que leemos?

En el magnifico libro Las Semanas en el Jardín decía Rafael Sánchez Ferlosio

Hay que advertir, en este punto, que el sistema gramatical de la narración -sistema mucho más cuajado y especializado de cuanto a primera vista pudiera parecer- no es, en modo alguno, y cualesquiera que puedan ser su origen y consagración, patrimonio exclusivo de los literatos, sino que pertenece enteramente a los dipositivos funcionales de la lengua común: a todo hablante le es dado ponerse en la singular actitud del narrador, de manera que acierte sin vacilación alguna con los mecanismos gramaticales específicos que le corresponden-otra cosa será que, además de esto, tenga el don de usarlos con gracia y el arte que no a todos son concedidos por igual en este mundo

P.D. Borges quería quitarle importancia a Ramón Gómez de la Serna diciendo que sólo le había puesto el nombre a las gregerías, que inventarlas las había inventado Jules Renard.

Imagen Atsuko Arai, que ya la puse aquí el primer día pero es que ésto es para otro sitio y hay cosas con las que vale repetir

viernes, 20 de noviembre de 2009

Hoy pincha la + Bella


Hoy la música la pone Mercedes Comendador, la + bella, cómplice medular de esa radio única que sigue creciendo despacio pero fresca, sana y polimórfica.

Ha estado toda la semana regalándome proyectos, entusiasmos y joyas para la inteligencia, para la emoción y para las orejas. Bueno como siempre.

Por si a alguien se le pasó vuelvo a recomendar sus 38 Toneladas , un documental de peso.




miércoles, 18 de noviembre de 2009

De Juanita Banana al yo vicario



¡Ay!

¡Cuándo yo tenga Alzheimer nadie va a recordar lo que nos pasó! ¡Vaya vejez que nos espera! Tengo una banda de desmemoriados biográficos alrededor, y cuando se acuerdan de algo lo tienen desordenado, manejan otros recuerdos y muchos datos importantes, y claro, la cabeza es un recipiente limitado. Es extraño contarle a los demás su propia vida, pero también es divertido; primero ponen cara de laguna y luego miran a lo lejos.

Por cierto. Que éste sitio no tiene ningún tipo de aspiración literaria, que nadie se inquiete. Sólo tiene pretensiones prácticas, entre otras los ejercicios nemotécnicos, pero ese es otro tema para otro día: el de los escritores profesionales y esta marabunta de gente inepta a la que nos ha dado por escribir. Hoy no tengo ganas de hacer bilis. Pero ¡oigo y leo cada cosa! Prefiero ponerme el Juanita Banana y montarme una buena percusión tecleando lo que pasó aquellas navidades de hace ocho años, es como ordenar fotos, ¡nomasito!

La primera foto es la del plano invisible de la Yuca o Izote

Esas navidades fueron las primeras del molino, bajando la cuesta Blanca dijo:

-¡Mira la Yuca!

Y Carlos contestó

-Es un Izote

Sé exactamente en qué curva dijeron eso porque se me tragó allí mismo uno de esos agujeros del tiempo de los que nunca hablamos, uno de esos momentos a los que sabemos que vamos a volver toda nuestra vida, y lo sabemos, además, mientras están sucediendo. Los minutos de absoluto. Debajo de la Yuca estaba Biwe, debería decir está porque en mi cabeza no se ha movido. Y ya que me pongo confieso que luego, cuando íbamos los mismos en el mismo carro, sentados en los mismos lugares, y coincidía que Biwe estaba otra vez bajo la Yuca, yo aprovechaba y me ponía Buñueliana. Siempre intento volver a ver la Yuca o Izote como aquel día, pero ese plano se ha esfumado.

El molino era entonces una ruina de molino, me agota sólo pensar que lo tengo que describir, es como tener que volver a poner las baldosas. Nos arremolinábamos frente a la chimenea grande en cuanto caía el sol, hasta dormíamos allí, y por el día albañilería. La primera noche, después de cenar, Carlos sacó aquella cinta del pleistoceno y con ella llegó Juanita Banana a nuestras vidas para quedarse, el segundo momento de absoluto en pocas horas. ¡Y lo que es tener un himno!, ya no volvió a ser lo mismo el esfuerzo, mover sacos, hacer cemento y subir placas de pladur. Además el canto no era continúo, era inesperado, alguien decía lo de lalaralalalala, o daba pie con el momento álgido; cuando el padre quema las seis toneladas de bananas y se va a la ciudad, y compra una guitarra y se encuentra con su Juanita. ¡Se montaban unas polifonías! Nos dio para muchas fotos aquella euforia coral, pero creo que la mejor es la del día que tuvimos un trabajo terapéutico, lijar puertas al sol, y ensayamos en serio.

Fueron llegando las navidades, las meras meras, y vino a visitarnos la familia de Blanch de Vero con alguien nuevo, el compañero de Lucia, un inglés. Entonces sólo sabíamos de Brian que era un vegetariano riguroso y que había tenido problemas por su activismo en defensa de los animales en su país. Tercera foto, aunque aquí sale un video corto. Ellos bajan del coche, vienen hacia nosotras a cámara lenta, se aproximan, la sonrisa se va convirtiendo en un rictus, desconcierto, bajamos la mirada, pensamos rápido, nos desconcertamos nosotras también, aún más que ellos, Blanca sonríe y me susurra

- ¿como saludamos ahora? ¡sin manos!

Yo llevaba dos conejos y Blanca sus pellejos, nos los acababa de matar José debajo de un árbol para la cena.

La cuarta es la que prefiero. Esa la grabamos de verdad pero al mes siguiente les robaron a estos otros la cámara en El Congo. Vieron a cenar en noche vieja Miriam, una alumna mía y Jesús, su marido, que es el gallego-andaluz más gracioso de la tierra.

Inauguramos el año con una caimada a la luz de las llamas, Jesús tuvo la delicadeza de traer la traducción al castellano que Blanca y yo íbamos leyendo. De pronto Martín y Rene se pusieron a traducir al holandés el conjuro, creo que estaban por el “vientre inútil de la mujer soltera” cuando se iluminaron con la luz de la hoguera sus gafas ¡cómo si acabaran de ser inventadas! como si fueran el último artilugio en Europa que aquellos peregrinos acababan de importar. Duró muchas horas aquella conversación-traducción, y fue, no digo más, mi viaje más largo en el tiempo.

P. D. Volviendo a los escritores profesionales, yo les diría que tener un yo vicario, pues tampoco es una garantía, lo verdaderamente recomendable sería no tener ninguno, ningún yo, digo. Y volviendo a Juanita Banana, que sirva de homenaje a Luis Aguile.

martes, 17 de noviembre de 2009

La incertidumbre



La incertidumbre
es un sonido
que no está entero

Lola Velasco

Lo he encontrado en un denso y estupendo libro de Miguel Casado, La experiencia de lo extranjero.

La imagen es de Eva Hesse

lunes, 16 de noviembre de 2009

Bailando hasta el apagón





Cuando una canción decide perseguirte, ya se sabe, has perdido la cabeza, estás a su servicio, no la has elegido, te ha elegido y va a asaltarte hasta en sueños. Me gustaría leer algo interesante sobre este tema tan común.

Las persecuciones, inexplicables, algunas horrorosas, otras divertidas, todas agotadoras, no siempre son individuales. No es que pretenda meterme en un jardín, interesante por otro lado, hoy no voy preguntarme cómo afecta el ritmo de los himnos y los salmos a la conducta. Es suficiente con recordar aquellas navidades: terminamos ocho o diez personas cantando por todos los rincones, día y noche, el Juanita Banana.

De perdidos al río. Ya van cuatro o cinco días, ¡me canso!, veamos si es verdad que las obsesiones se ahogan en sus propios excesos y termino pillándoles manía a los Vetusta. Y si no lo consigo con esto me pongo el Juanita Banana, me cago en diez.

(luego están las otras condenas implícitas, la de no poder quitarme del todo de barroca ni de popi)

viernes, 13 de noviembre de 2009

De Susi a María Jesús, de Utebo a Suchitoto



-Dime la verdad: ¿Estoy más guapa con el pelo así o no? No me costó nada, fue el símbolo de mi aceptación, resulta escandaloso, no creas, aceptar la edad de tan buen grado, en mi entorno, sobre todo el femenino, no llevaron bien que me hiciera una coleta y me dejara mi color de pelo.
-Muchísimo más guapa, además mi peluquera dice que las mujeres no se vuelven viejas, que se vuelven rubias.
La que se ha dejado el pelo blanco es María Jesús que reúne entre otras ventajas la de las relaciones escalonadas, tiene catorce años menos que mi madre y catorce más que yo:
-Mamá he quedado con María Jesús
-No conozco a ninguna María Jesús, ahora mismo…
-Con Susi
-Pues di con Susi y nos entendemos.
Susi, cuando era pequeña, era la vecina de mi madre que asistía a su noviazgo. Cuando se casó ellos eran los amigos de mis padres que venían a cenar a casa. Cuando nacieron sus hijos yo, que tenía catorce (mis primeras fiestas de locura que ella nunca olvidará) cuidaba a sus hijos, luego trabajé con ella, durante muchos largos veranos, en el despacho que compartía con su marido, y estaba allí el día que dejó el despacho y al marido, gran, catártico día. Me fui con ella de aquel lugar (que requiere otro relato) feliz, como un paje justo. Cuando ella se divorció yo me casé, cuando ella volvió a tener amores yo me estaba divorciando, cuando sus hijos eran adolescentes yo había dejado de serlo hacía poco y le podía traducir. Además es abogado así que ha participado activamente en buenos y malos momentos de mi vida. Cuando me fui ella se quedo y se puso a plantar árboles. Últimamente volvemos a vernos mucho y sigue siendo la prestidigitadora; siempre me adelanta buenas nuevas sobre mi vida, siempre despliega un muestrario de momentos gozosos que solamente serán posibles en la siguiente etapa.
También tenemos conversaciones raras cuyo azar es un relato.
-Alberto y Morena han comprado una casa en Suchitoto
-¿Dónde?
-Enfrente del convento
-¿Y cómo es? ¿No tendrá un bosque de mangos detrás?
-Sí
-Va a ser la casa de Brigitte.
¡Estamos hablando de un pueblo a 17.000 kilómetros! ¡Debería ser la misma casa! será la de al lado.
-Tenemos que ir
Rebobino para explicarlo. ¿Quién puñetas son Alberto y Morena?
Desde la ventana de mi abuela se veía el jardín de la familia de María Jesús, a Doña Conchita, siempre leyendo debajo de la pérgola, en verano, porque en invierno te la podías encontrar en tres conferencias, dos conciertos y alguna exposición simultáneamente. Al padre, que había sido campeón nacional de ajedrez y era un buen fotógrafo siempre lo recuerdo con aquella cámara colgada, paseando y mirándonos de otra manera. Además aquella familia tenía un misterio que me llamaba la atención más que los otros, uno de los hermanos, Alberto, siempre había vivido en Centroamérica. Alberto se fue convirtiendo en un ser mítico, un procurador de historias a través de su elocuente hermana desde la infancia, luego he estado toda la vida oyendo hablar de él, y todavía no lo conozco
Otro Salto, ¿quién es Morena?
Cuando llegue a San Salvador nos vino a recoger a Comalapa alguien con un cartel del CEFORP. Mi compañera de viaje se llamaba Blanca y las primeras palabras que oí fueron
-Hola soy Morena
-Hola soy Blanca
Luego resultó que Morena vivía en Ayutuxtepeque, que Morena, que es una mujer de armas tomar con quién siempre era enriquecedor hablar, cenaba pan con pavo en la misma pupusería que yo, nos conocimos bastante. Pero resultó además que Morena, años después, sí conoció a Alberto en un avión, y ahora es la cuñada de María Jesús.
Recuerdo a Carlos pálido, después del entierro de un amigo de mi madre, y de todos, al que yo no pude ir:
-Sabes quién estaba en el entierro ¡estaba Morena!
Además yo me fui con la Ong que había fundado Alberto, el vecino de mi abuela, sin saberlo. Encontré su nombre accidentalmente en una pantalla del despacho de Las Segovias en San Salvador. Alberto y yo nos hemos estado buscando en Nicaragua y en El Salvador el uno al otro, pero nunca hemos coincidido.
Bueno vuelvo. Tengo la sensación de que María Jesús me sigue esperando, como el domingo cuando me fui a por tabaco y saludé a doscientas personas y casi no vuelvo. Cuando volví la encontré diciendo.
-A mí me gusta venir a Utebo, padecer y disfrutar la transformación del espacio, envejecer en comandita. Participar en esas historias y esas sagas que parecen anacrónicas y de pronto dan un salto. Sin exageraciones colectivas, que yo sigo prefiriendo la soledad. La vuelta alta. Mi casa es aún un lugar aislado. Y además paso la semana trabajando como una burra y vengo para estar sola, y siempre he vivido en Zaragoza que es dónde tengo mis rituales. Pero hay una parte de uno, etérea, que esta en los otros, y te la encuentras con facilidad cuando vas a dar un paseo para devolver una sartén. La mayoría no son relaciones importantes, son relaciones atmosféricas, pero le quitan al mundo extrañeza. Acolchan maravillosamente la soledad.
-Anda vámonos a comer, ¡cualquiera se siente sola contigo en la vuelta alta!
-Ah, se me olvidaba decirte que el fin de semana seguramente vendrá Alberto.