viernes, 25 de agosto de 2017

Ay que es viernes.








Y yo nostálgica no soy, pero suscribo todo lo que dice la Morente en esta letra y estoy decidida a casarme con Granada esta primavera.

Vueltota hasta las mismas preguntas.








Nuestras vidas de individuos y de grupos humanos ¿no han de tener en el mundo que se entreabre algún sentido trascendente?¿Se ha de reducir nuestro paso por la vida y no sólo el nuestro, sino el de la Humanidad entera, a hacerlo en términos de nacer, crecer, existir pseudoengendrando, disputándonos sobre infinitesimalidades en expresiones que por lo pretenciosamente estulto pueden parecer de comadrejas, sobre todo, si se los compulsa con la infinita majestad y complejidad del Cosmos?¿Todas nuestras excelencias consistirían en defendernos y defender nuestras ilusiones, como vestimentarias, contra la resaca del tiempo, a la espera de ser arrojados al hoyo envueltos o no en latines o en cualquier idioma muerto, para que otros prosigan nuestro ir y venir, esquivando el tráfico, hablando y requetehablando en lenguas de hojarasca otoñifera... y así sucesivamente?¿Toda nuestra satisfacción, independientemente de las sensuales que en realidad nos domestican, se reducirá a saber que contribuimos con el sudor de nuestras frentes y angustias a la creación de un Leviatán Todopoderoso que a todos nos torne felices metiéndonos materialmente en cintura? Ante tan envilecida situación ¿no existiran ni subter ni superfugios?



Juan Larrea 

César Vallejo y el Surrealismo
Visor Libros