viernes, 27 de mayo de 2016

Sigue la música

La pandilla sigue oyendo música, bailando y haciendo todos los gestos que puede.

Y Alisón ha volado esta semana el vuelo de los muertos, en las cuatro direcciones, el vuelo de papantla. Aunque no suelen hacerlo las mujeres. Juan nos cuenta que en la base del palo siempre ponen una gallina.

jueves, 26 de mayo de 2016

Nuno Judice




FIGURA CON REALIDAD


Te escribo ahora, por dentro de este poema.
Podría soñar que vas a nacer de dentro de él, o
que estás dentro de él
como la flor futura habita el centro del invierno.
La analogía es el punto adonde el poema va a beber,
como se va a la fuente, o como se oye, en el silencio
de la tierra, un rumor de aguas subterráneas.
Entonces, tu voz se abre, como si fuese
la propia flor. Entra en mí,
y recorre los espacios desiertos de mi alma,
como si un viento empujase las puertas y las ventanas,
atravesase las salas, y avivase el fuego
en las cenizas del corazón. Me limito
a oírte en el intervalo de los versos, mientras
la vida reemprende, despacio, su curso:
oraciones por dividir, una enunciación de figuras
de retórica, el paralelismo
de ciertas comparaciones. Todo esto desembocaría,
como es evidente, en el ritmo
al que el poema obedece si no te encontrase
en cada cesura, como si tu imagen insistiese
en llenar los vacíos de la palabra. Entonces,
dejo que entres dentro del poema; y te veo
avanzar por las frases, hasta el final de la línea,
donde te espero,
como si cada sueño no se deshiciese
con el aire.

domingo, 22 de mayo de 2016

Otra.




A veces tengo la impresión de haberme metido en las fotos de ésta casa que me llegaban hace unos meses, a los cuartos vacíos les salen inquilinos que se ponen a cantar. Ayer ésta, que es la que más cantan Alisón y Juan, con Pablo a la guitarra y doña Marta y yo de espectadoras.

Y mi corazón espera que mañana ya no llueva y yo te vuelva a ver.

viernes, 20 de mayo de 2016

Más reincidencias



Apenas hablamos de literatura, y yo me quejo. Pero cada poco rato alguien te dice: escucha, y oír música nueva es como reestrenar ánimos. También nos contamos películas, casi me gusta tanto ver películas como que me las cuenten.

Hoy me tocaba a mí decir escucha.


jueves, 19 de mayo de 2016

Nueva Panda.



Esa brujilla colombiana llego a vivir con nosotros el jueves y a las pocas horas trajo un saco de verdura recién cogida para todos. Estoy aprendiendo muchísimo con Alisón estos días, cuando narra primero recupera los gestos esenciales y escenifica, luego pone la grabadora para mostrarnos las voces de los protagonistas, después nos enseña una foto. Aunque decidió formarse como actriz porque desde pequeña era una gata voladora, también ha heredado alma de periodista, va cargada de cámaras y graba sin que nadie se de cuenta las conversaciones. No es extraña la herencia siendo hija de Ignacio Gómez, al que oí ayer por primera vez en ese vídeo pero a quien ya tengo la impresión de conocer. Las Lolas se van a Colombia y Colombia viene a mí. Ahora desayuno jugos de perejil, manzana y curcuma y tengo compi para cenar los sábados.

Yo creía que todos deberíamos tener dos edades, pero desde que nos hemos hecho pandilla Juan, Alisón y yo creo que tenemos tres por lo menos. Los 23 de la gata voladora están cargados de experiencias y los 32 de Juan Cruz lo mismo. A veces me toca ser la pequeña. Sea como sea naramos y narramos y narramos los tres. 

Empieza Juan:


-y la del borracho, borracho borracho, cuando atracaron en una taquería y todos estaban con las manos sobre la cabeza y una pistola apuntando, pero estiró el cuello y se tomó un traguito-

-estaban sentados en la acera, pasó un perro y él oyó que el perro le decía ¿vienes?,se volvió hacia su amigo y le preguntó ¿lo has oído? a lo que el otro respondió: sí, pero no vamos a ir.


El viernes reincidí, estuve en dos conciertos, uno de rock garajero, de visita en mis 23 y mis 32, después, en el paseo por Puebla vacia ambos coincidieron en que no se irían a vivir a Europa. Y me encantó que lo dijeran.

domingo, 15 de mayo de 2016

Más Gonzalo Escarpa






Yo conozco un estruendo:
la palabra
que queda por decir

Ignacio Miranda



Sueño con encontrar, como si fuera 
posible de algún modo, un nuevo signo,
un espacio entre el ruido y el silencio,
un lugar en la ruina del paisaje
donde nunca será la misma luz:
                                                           un horizonte
igual de acogedor que una campana,
la máquina de hacer maquinaciones,
el hombre en carne y hueso, del jardín
la arquitectura exacta, los sepulcros
donde poner a descansar el nombre
de las cosas. La voz, el nombre de la voz, un campo inmenso,
y no ser más lo que
nunca he querido ser, y reinventarme;
salir, como si fuera
posible de algún modo,
de la sonoridad hueca del mundo
de las palabras. No más nombres. Dicha.

viernes, 13 de mayo de 2016

Más Puebla



Escuchar tanto me atora, me voy a la cama con muchas otras voces y cuando me pongo a escribir no sé por dónde empezar y lo dejo.

Por otro lado pienso muchas cosas, que decía mi abuela. Demasiadas. Pero crecer es así, te vas a la cama con fiebre y al día siguiente te levantas con diez centímetros más, entonces hay que estar muy atento y empezar a aprender el mundo desde otras distancias.

Podría coger algún hilo: la escandalosa campaña electoral Poblana, por ejemplo. Y eso que no hay televisión en casa. No me extraña que después cualquier desatino me parezca posible. Por ejemplo, el gobernador hace que todos los taxis y autobuses lleven su cartel electoral, pero además les cobra 50 pesos por cada cartel. Aquí todos los secretos son a voces. Allá dónde mires hay un entuerto que todo el mundo conoce y denuncia soto voce, pero ninguna respuesta articulada. Ahora los mayores hablan mucho del olvidado afán y se acuerdan de La Plaza de las Tres Culturas. Una noche me trajo un taxista majísimo de esa generación: era arquitecto y su padre había sido tornero, me repitió muchas veces. Podía señalar cada nido de ratas corruptas y explicar porque se diseñó así cada puente. Tengo que llamarlo, quién me va a contar mejor la ciudad que un arquitecto-taxista que todavía no se ha curado del 68.

¿Y escribes? Me pregunta la niña Blanch, y le digo la verdad, ni me da tiempo a tomar todas las notas.

Menos mal que existe la 11 y el Lado B. Articulado y sin parar de dar satisfacciones. El martes nos fuimos de comida elegante unos cuantos. ¡Se aprende mucho más en una comida con Sam, Ambar y Tuss que en cientos de horas de navegación. El fin de semanda también estuvo chido. El viernes me fuí a una fiesta con Juan en la que nadie tenía más de veinticinto, pero como no había espejos... Lo mejor, eso sí, fue la vuelta a casa, nunca había paseado por Puebla cuando no hay nadie, y es imprescindible conocer al personaje deshabitado.

lunes, 9 de mayo de 2016

y colores









Me acababa de comer lo más rojo que he comido, creo que era chile de árbol, cuando entraron esos dos con el ramo.



Los martes, después de comer en el convento, pruebo suerte en Profética. Siempre supe que llegaría el día del gusano.

domingo, 8 de mayo de 2016

La hora y el sitio






La hora y el sitio

las palabras, esas distacias de algo,
esta mirada que vamos entregando y que sin embargo no han es-
(tado con nosotros,
esta súbita prisa, esta forma de los ojos,
palabras, manos que quieren sujetar el tiempo que es un rostro
o el sonido de una palabra,

ya no sé nada,
no estoy con ustedes si acaso me leen,
por la ventana entra el sol, entra la noche como una mujer
(sin alas,
entro yo, entra mi voz y aún no estoy con ustedes,
las palabras levantándose, hacinándose,
en el rostro del anochecer hay rasgos de piedra que el viento
(abrillanta y apaga,
entreabre tu perdición y mira bien adentro,
otra palabra allí vuelve del humo,

las palabras como sospechas de carne, como viento de carne,
palabras dichas por piedad, palabras que no pudimos decir,
palabras que no debieron decirse
            o que dijimos demasiado tarde,
el mundo cabe en una palabra porque el mundo no es una pa
(labra,
ninguna mirada está consigo misma,
            ninguna palabra volverá sobre sí misma,
palabras,palabras,palabras,
            yo las reuno al azar, las disperso,
las tengo un rato en las manos como objetos tortuosos o puros,
las miro más de cerca, ya no las veo
             o veo a través de ellas y entonces ya no hay palabras.

hay un mundo no sé dónde, hay una mujer, estoy yo cerca de ella,
pero estamos en las palabras, en las afueras de otra vida,
de reflejo en reflejo, de alusión en alusión, de río en río,

el sol sentado en el horizonte se quita las sandalias, se quita el
(sol,
la tarde es una mano posada en mi hombro
             alguien espera la luna,
esa claridad en movimiento.
recuerdos de un cuerpo que sólo son palabras,
sagrados instrumentos de precisión e imprecisión,
siempre hay una palabra detrás de otra palabra, en vez de
(otra palabra,
siempre es otra ciudad, otro rostro,
              otra cosa lo que yo iba a decir,
siempre queda una frase que no hemos dicho,
un centinela que en mitad de la noche grita ¡quién vive!
              después de haberse enumerado las diferentes formas
de muerte violenta o pacífica,

sube la noche desde el mar como un ave impasible y extraña
que viene a posarse en mi corazón
               con un crujido de ramas y de hojas,
no estoy de mi parte, no estoy con ustedes,
ningún recuerdo es mío, ningún recuerdo es cierto,
soy un hombre mirando,
alzando la noche como un viejo hábito, como otra manera de
(hablar,
de soltar en los signos cuerpos ya sin vida.

y aquí estamos, o no estamos nunca,
tomándonos de la voz, tomándonos de la mano
como para una danza en honor de nuestros dioses ajenos,
por la calle de la primavera, por el invierno del invierno,
palabras mías que no son mías,
siempre hay una palabra, esa puerta que busca ser la puerta,
ese sonido a fuego de los labios,
ese amanecer tatuado de nombres antiguos
un relámpago culebrea de pronto como un ojo que se abre y se
(cierra
como un cuerpo que entra y sale de su nombre,

miramos la lluvia y esto es hablar,
porque miramos la lluvia en los hombros de una mujer como
(sus posibles cabellos,
y adelantamos una mano y sólo acaricimanos el agua que escu-
(rre,
sólo acariciamos lo que iba pasando,

palabras idas de mí, de mí de vuelta,
                   hermosa usanza mágica,
palabras, si son ustedes la belleza ¿por qué no son la desnudez?
                  ¿o acaso la desnudez es el viento?
palabras, ustedes son la prueba humana, la sorda revuelta,
los ángeles malditos arrojados desde los labios de Dios,
¿qué decimos que decimos?¿acaso aquello que no decimos
porque no lo sabemos o porque lo sabemos demasiado?

palabras, ojos con los que tal vez no debimos mirar
                    a pesar nuestro o a pesar del otro
o a pesar de las mismas palabras,
entra la noche y el día por la ventana
y entro yo por la ventana y entra la ventana por la ventana,
como bocas que pasan en lo que dicen,
                   como bocas que sueñan lo que dicen.

José Carlos Becerra de "El otoño recorre las islas"










miércoles, 4 de mayo de 2016

La ciudad





Además de las aceras de sol y sombra, hay una costumbre poblana que no había visto en ningún sitio. Las mujeres caminan al lado de las casas y los hombres en el de la calzada. Hay bastantes leyendas que quieren explicarlo: que los edificios estaban en ruinas y siempre caían piedras, que era usual tirar el agua por el balcón y sólo quién iba adentro se mojaba. Hasta me contó alguien que su acompañante le dijo: “ponte padentro que van a creer que te ando rifando” El asombro de los poblanos es enorme cuando les cuentas que eso sólo pasa aquí, siempre habían creido que era una cosumbre universal.

Me siento privilegiada, unos treinta citadinos entre alumnos y amigos me van enseñando la otra ciudad. La que no se puede ver como turista. Por otro lado estoy asustada con una tarea tan ambiciosa: desmaquillar tan vetusto sitio.

Salga lo que salga de ese trabajo siempre se quedará cojo sin olores. Me encantaría dar un paseo con los ojos tapados para ir diciendo los nombres de todos los que salen de cada portón o se reparten por la acera: madera, maíz, cilantro, quesadillas, jabón, pescado, papaya, sandías, elotes, carbón, maíz y más maíz y el jabón para la ropa de la infancia Los sonidos sí pueden recogerse, los gruñidos grabados de un señor que algo vende a las siete de la mañana, las campanas, (siempre imagino a la señora que cuidaba este jardín, que ahora se ha llenado de topos, como a alguien que iba a misa sin ganas) y los pájaros por la mañana, que se vuelven locos. Y el claxón que me está torturando.


Pero me vuelvo a la ciudad geométrica en la que siempre tienen prioridad los carros. Lo que más le sorprendió a alguien que estuvo en España es que cruzásemos los pasos de cebra “sin siquiera voltearse para ver qué pinche marca de coche los iba a matar”. Nadie sabe exactamente cuántos habitantes tiene la ciudad, unos dos millones dicen, sin embargo parece pequeña, no paramos de encontrarnos, funciona como un imán el zócalo. No sólo el tamaño, el trazado de las ciudades nos afecta. La ubicación del centro de poder, la catedral, el gobierno, ahora es sólo simbólica, sospecho que el dinero se aloja en edificios muy altos a las afueras, pero la danza humana es circular y se sigue sintiendo impelida hacia allí.