martes, 21 de enero de 2014

Cristi Love y el estímulo de lo difícil.


Emanuel Röhss 



Las gordas somos más observadoras, al menos en esta familia. Ayer desayuné con mi prima Cristina y volví a confirmarlo, de una conversación con la tía Aurora saco más información valiosa que de las de todo el año con los demás.

La cosa es que ayer cuando Cris dijo “yo soy muy observadora” me precipité y pensé-ya estamos con el taladro de la vanidad-pero no, cuando esas dos dicen esa frase están prestas a justificarla y entonces empieza un festín.

Vi a la madre con los dos hijos en un funeral y lo entendí todo, han empezado a parecerse tanto que no sabes a quién miras, es un viaje al origen. ¡Veo tanto en cómo eligen donde sentarse en las comidas!  Estas navidades vi una mirada al tendido de alguien que buscaba un sitio lejos de mí y eso ya condicionó el resto, aunque se sentara enfrente después de hacer sus cálculosDeberías escribir aquella conversación tan sabrosa en casa de tu madre, cuando tu madre dijo que estabas guapa pero muy gorda y metió la pata porque lo dijo delante de mí, y tú les dijiste “pues vosotras tendréis tipito, pero estáis apergaminadas”.  Me encantan esas partidas de ping-pong porque mi cabeza registra todos los gestos, ese día me convertí en nosotras cuatro, ¡hasta me sentí delgada y apergaminada un rato por solidaridad con mi hermana! además sé que las recordaré enteras. En ocasiones creo que sé cosas que no debería saber, y está bien y mal. A ver si consigo explicarme: me sorprende saberlas pero ha dejado de sorprenderme que sucedan. Eso también puede hacerme sospechar que soy susceptible y entonces me siento muy mal. En todo caso vivo bien desde que me dejo absorber por problemas difíciles, mi cabeza necesita problemas difíciles, en este momento prefiero los matemáticos.Y hablando de temas difíciles de entender, entiendo un montón a mi hijo porque se parece a ti y te conocía antes. ¡Cuántas veces le digo que es igual que tú! ¡De qué iba a esperar tener un hijo que se pareciera a ti!

Cristina es un ama de casa autodidacta que en lugar de estudiar macramé aprendió por su cuenta todo lo que sucede en las tripas de una compu y luego, ¡con dos narices! aprendió a programar. Ahora está colgada con las matemáticas. Nos vemos poco pero cuando viene a verme primero diagnostica los ordenadores y luego me mira a mí. Cuando ya se ha hecho a la idea del curro que le guardo me dice que me peine y nos bajamos al bar.