domingo, 13 de julio de 2014

Mientras, me visitó un grillo.





Anduve pensando desde este limbo, que se me está acabando, en mi trato con las palabras.

Llegué hasta ahí porque encontré una aparente contradicción(1)entre lo que dice Valery(2), que hay que pasar por encima de ellas corriendo, y lo que decían Steiner y Aurora Egido en lecturas recientes: que aquello que sabemos de memoria nos va tallando por dentro.

Luego me acordé de un poema precioso de Cirlot.

El amor es un pálido descanso
que apoya la cabeza en una piedra
de colores ignotos
y un sonido candente que responde
sin cesar de ser él eternamente.

(3)

(1) ¡Son apasionantes las aparentes contradicciones!
(2)Cada palabra, cada una de las palabras que nos permiten franquear tan rápidamente el espacio de un pensamiento, y seguir el impulso de una idea que se construye ella misma su expresión, me parece una de esas planchas ligeras que se arrojan sobre una zanja o sobre una grieta de la montaña, y que soportan el paso del homre en rápido movimiento. Pero que pase sin pesar, que pase sin detenerse-y sobre todo, ¡que no se divierta bailando sobre la delgada plancha para probar su resistencia...-El frágil puente enseguida bascula o se rompe, y todo se va a las profundidades. Consulten su experiencia y encontrarán que no comprendemos a los otros, y que no nos comprendemos a nosotros mismos si no es gracias a la velocidad de nuestro paso sobre las palabras. No hay que insistir sobre ellas, a riesgo de ver el discurso más claro descomponerse en enigmas, en ilusiones más o menos cultas.

Paul Valery.
(3) ¡Púchica que abuso con las notitas!Menos mal que también he hecho ceviche y he convocado a una buena trupe para cenar.