martes, 2 de marzo de 2010

La primavera vuelve, vuelve y se irá.


Estaba todo más quieto hoy, me ha parecido un anochecer de primavera. Juraría que he intuido el cambio de estación, o será que la voy a adelantar: me tocan las dos o tres semanas de traslados higiénicos, de visitar a los cheros, de paseos largos, de cambios continuos, sin prisa, pero sin pausa, promenade avec Blach de Vero, le bon cadeau.

Y como estoy contenta me he puesto a leer a Vallejo. No siempre leo a Vallejo impunemente, y también a él llego haciendo círculos.


Los anillos fatigados

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,
y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás han de istmarse.


Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,
que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
suicida!


Hay ganas de... no tener ganas. Señor;
a ti yo te señalo. con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.


La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,
curvado en tiempo, se repite, y pasa: pasa:
a cuestas con la espina dorsal del Universo.


Cuando, las sienes tocan su lúgubre tambor...
cuando me duele el sueño grabado en un puñal,
¡hay ganas de quedarse plantado en este verso!

Cesar Vallejo Los heraldos negros

El cuadro es de Rafols Casamada