viernes, 4 de abril de 2008

¡Chime está loco!, no a veces, no, ¡siempre!




¿Cómo no recurrir a la biografía?. La ecuación está chupada. Tienes ganas de contar pero la abstracción te succiona. Aunque sea para volver a caer luego en sus brazos (en los de la abstracción) pero de un modo decidido, y además poder darle el vuelto, tengo que contar algo concreto: que esta tarde han venido a ver a mi padre Chonin y Ángel y hacia veinte años que yo no los veía, por ejemplo.

Ya contaba un día que me encantan, como a Lucrecia Martel, las relaciones que no se dejan definir.

Ángel era el amigo más atractivo de mi padre. He comprobado hoy que no cambiamos. Se quería ir a dormir a Belchite esta noche, acaba de leer un libro sobre la guerra civil y decía que tampoco le iba a sentar mal una noche paseando solo entre ruinas, tiene setenta años y está convencido de que le tienen que pasar más cosas. Hablaban mi padre y él de por qué tienen ganas de vivir, han concluido a carcajadas que porque se van a morir pronto, y total.

¡Quien iba a esperar hoy la aparición del aventurero de mi infancia!,¡igual de loco, igual de inteligente y de expresivo!.
P.D. Chonin y Ángel tuvieron siempre una tienda de comestibles en el puerto de Barcelona, por ese trajín sigue siendo ella tan tranquila y el tan inquieto.
No sé por qué le dicen Chime a Ángel.


La imagen de Robert Smithson