sábado, 12 de marzo de 2011

Cita pospuesta con el oráculo pipil


Una vez leí en El País que para tener salud mental era necesario mantener una relación de intimidad al menos con dos personas, y me pareció obvio, insoslayable, infalible, urgente: la panacea; aunque no tuviera del todo claro qué significa intimidad o no lo tenga claro siempre. Desde entonces intento apropiarme de ese concepto con imágenes concretas. El domingo la intimidad era un paisaje con manta de cuadros, chimenea, y los gozos y las sombras casi en blanco y negro al lado de una ventana en la que el atardecer iba volviendo la nieve roja, el frío de la sierra ¡qué triste nuestro mundo casi sin frió ni calor! y una conversación con Marisa que se nos atascó mucho rato alrededor del tenerse y no y del regalarse para no perderse. Llegamos allí desde Carlos, ambas lo intentamos rescatar de Nietzche, Kierkegard y Shopenhauer, pero sobre todo de Pascal, el pesimista, que era quien lo convencía de que no se tenía y de que quien no se tiene no puede darse.

Hasta ahí lo normal, intimidad sencilla, esa que aunque te obstines en fijar se batirá con otras tardes. Pero después de cenar, cuando Guillermo y Marisa se fueron a la cama y yo me quedé para aprovechar el rescoldo, saltó de la estantería nada menos que Roque Daltón.

Esa es otra intimidad: que en casa de los amigos se agazapen los talismanes, que pasen años y años acechando el momento adecuado para abordarte.

Nunca he sabido bien si la voz y las palabras de Roque Daltón eran las de todo el mundo en El Salvador y él había sabido soplarlas, o si todos habían incorporado las palabras del poeta como propias. La cuestión es que Roque asistía a todas las citas.

Quedabas con Vladimir Baiza y Roque Daltón, con Luis Alvarenga y Roque Roque, con Marisa Santiago y Roque Daltón, con Fran Lizts y Roque Daltón… Soy espíritu de contradicción, y su omnipresencia impedía que pudiera leerlo bien. Después Daltón adelgazó para convertirse en una sola frase oída demasiadas veces, en la única noticia del otro: Hace frío sin ti pero se vive.

Parece que ya es tiempo de leer al poeta salvadoreño sin tantos contextos, o con otros.

El primogénito

Lo peor no es tener miedo.


El miedo puede estudiarse como un bicho

o como un depósito de estiércol

hurgándole

con un palito


Lo peor es abrazarse al lastre amargo

que las tripulaciones lanzan al fondo del mar,

entre aplausos.


Epigrama

Somos la pareja menos infinita y menos adánica

que podría encontrarse en estos últimos treinta años de Historia

Desde el punto de vista muscular

Apenas hemos hecho poco más que dos perros

Desde el ángulo cultural

Hemos despertado bien pocas envidias.


Pero este amor nos ha devuelto mejorados al mundo

Y, entre nosotros, inolvidables


Ahora vamos a hacer que alguien sonría

o paladee un pedacito de dulce tristeza

hablando de nuestro amor en este poema.


La joie de aimer

No me ames

para agotar tu destino

No me ames

Con la fe de construir una tragedia contemporánea

Ríete a todas luces, cariño


Ríe en toda esta etapa de bella vecindad.

Ríete, ríe

Aunque sea de mí.