martes, 28 de abril de 2009

Fernández Emigrante



La fiesta fue sorpresa, sorpresa, tengo que anotar los detalles para cuando seamos viejitos porque me va a tocar escribir la biografía de Fernández. Paradojas de las redes, o la prueba del algodón del bendito despiste y el poco ego del presidente, Nacho ni sospechó que le estábamos preparando una fiesta, y eso que varios metieron la pata y el cartel llevaba rulando por doscientos buzones dos semanas.

Me gustan también los días siguientes a las fiestas, cuando me quedo sola en esta casa, que está en las nubes. Todos dejan mensajes diciendo que llamarán más tarde desde bien temprano, que duerma dejan dicho en el contestador, pero a las nueve ya estaba despierta ¡y no hay café!¡sólo descafeinado! todavía no sé si me he despertado, sigo metida en el primer plano de una nube blanquísima y esponjosa, rodeada de azul, que no se menea.

Llevo diez años peleándome con el sofá, entre fundas, almohadas, almohadones, sábanas, más almohadones, y más telas y telitas, un día conté 35 piezas. Eso no es hacer la cama, eso es hacer un puzzle. Pero ¡diosito que no falten estas casas de todos! los lugares terapeúticos en los que conversar y descansar, pienso, y poco a poco me voy reconciliando, me acerco y pongo un trapito, me preparo un café, contesto a tres correos y empiezo a agrupar las telas por colores. Ahora ya me gusta tener que saltar por encima de los colchones que invaden el salón, si no fuera por este vagabundaje hipnótico no podría reconstruir los cientos de conversaciones inacabadas de anoche.

Buen tema, la amistad y las conversaciones inacabadas.

Nacho me llama a las once, hoy ad libitum. Llama la Blanch que está esperando a Tatiana, no saben si llegaran a cenar. A eso lo llamo yo también la distancia correcta, por algo Rene cuando me insulta me llama budista, taoísta y equilibrada, los más cercanos saben lo lenta que soy y el montón de soledad y silencio que necesito.

Para tener la distancia correcta, una distancia que va cambiando, es imprescindible darse aliento.

P.d. Muchísimas gracias a todos, por todo, sois una máquina bien engrasada. En especial a mi compinche Escarpa. ¡Vivan los extrovertidos tímidos!