viernes, 16 de noviembre de 2007

Una buena semana a pesar de la tortícolis y del Windows Vista.



Recapitulemos: Sonia me dedicó una canción que no he podido dejar de oír (yo quiero una fiesta así para la inauguración del Molino, y ser la que se deja caer al final). Carmen adelanta con el logo y se fotografía la boca, Pilar investiga una coma, yo progreso con la base de datos. Luis me envió dos libros aunque ya le debo doscientas reseñas. Reaparecieron Vladimir y Antonio. He ido todos los días a nadar. He visto un par de películas de Jarmuch y he vuelto a disfrutar un montón de esos barridos de cámara lentos, minuciosísimos, y con los diálogos, y con los personajes, pensaba escribir aquí sobre Jarmuch, lo haré cuando tenga más tiempo. He leído a Kafka y a Svevo y a Sloterdijk, ya sé, a este último lo debo dejar. Empiezan a llegar los hiperbreves. Carlos nos invitó a cenar a Rafa y a mi y preparó una cena pantagruélica, parecía ensayo navideño. Nacho estuvo en el molino con los rubios y volvió a entusiasmarse con todo, con el Molino y con los rubios. El raqueteo diario de correos con Nacho tuvo sus momentos estupendos, siete años mandándose correos todos los días proporcionan destreza, además ¡qué decir! ¡la brevedad cuando tiene garbo!: este es un correo del miércoles que me encantó:

vas a venir?, el sábado tengo reunión con ARDE y el domingo cocido. N

Y eso me recuerda que me gusta mucho que los demás me dejen notas, gracias a todos.

Por cierto, que ayer me acordé otra vez de una nota que encontré pegada hace un montón de años en la nevera de Luis Cancer, a la mañana siguiente, después de haberlo invadido a las tantas de la madrugada:

El café está en el tercer estante, gracias por venir, ¡me di cuenta anoche de que tener un sofá para que puedan descansar los amigos es fantástico!, si comes galletas mira la fecha, creo que están pasadas, yo no como

Lejos de ser un desastre, no tener a dónde ir a las dos de la mañana, a veces, es una fiesta.

Anoche a esa hora me llamó Claudia después de una discusión y una huida, y mientras la esperaba en la plaza, con pijama y abrigo (ella también venía con pijama y abrigo, como si fuera el atuendo más normal) pensaba eso, que es importante tener un lugar en el que puedan descansar los amigos. Un placer para mi alojar unos días la prota, hasta que encuentre otra cosa. La voy a freír a preguntas y a besos a esa peruanita lista.

¿Más cosas?, que esté café me está sabiendo a gloria, es como eran todos los cafés, antes, cuando desayunaba con Don Eduardo: amargos, energicos, lúcidos, indignados, y lo es este de hoy gracias a la última entrada de
Jesús. Esa dosis de indignación necesaria me hace tener la sensación de que acaban de hacerme una limpieza profunda, a pesar de tener la fortuna de hablar todos los días con mi madre tengo la impresión de que se me va llenando de sarro el cerebro, de que todo intenta atascarme las tuberías de la rabia (por cierto otro día, en otra entrada, el día que mi madre y Haro Tecglen se conocieron).

Buen fin de semana. Yo curro, como siempre. De mañana. Veré a mucha gente y veré amanecer.