jueves, 28 de mayo de 2015

Viaje a la semilla


Con esqueje o con semilla, aunque también con bulbos, se multiplica.

Cuando somos neófitos reproducimos más por esqueje, excita mucho ver como se convierte en raíz la hemorragia de savia, luego va apareciendo la necesidad de viajar más lejos, al origen, y se mete uno en las paciencias y lentitudes de la semilla.

Éste año hemos decidido dejar el huerto en barbecho Quedamos una mañana para empezar la siembra pero se estaba tan bien debajo de la palmera que, como somos unas epicúreas y teorizar también nos mola, y además había venido de visita el ministro, nos quedamos escuchando al Séneca de la agricultura.

Que no haya huerto no significa que no haya quehacer. Al revés. Estamos en esa etapa en que la atención fabrica conscientemente los  trinquetes de la memoria:

-¡Mira cómo está la berbena que trasplantamos Inés y yo! Se hará gigante.

-¡Pero sabes qué es esto! ¡Dos baobab! Menuda responsabilidad.

-Me trajo Emma esquejes del lilo de tu abuela.

-Ese árbol salió de una semilla que me cayó en la mano por la calle, en Palma de Mallorca. Llévate, es bien bonito

-Que no pase este año sin que te lleves al molino bulbos de esas margaritas raras de mi madre.

Dice la anfitriona, y a mí se me ha olvidado traerle las semillas de agapanta que tengo secándose en el herbario.

Ya sé qué voy a leer esta tarde, que mande el azaaar. Amerita volver a Carpentier sin miedo al contagio barroco.

Dan mucho que pensar esos baobabs potenciales.