sábado, 30 de marzo de 2013

Habemus huerto.



Hoy ha sido el primer madrugón hortelano. No ha resultado fácil encontrar a alguien que nos labre, sobre todo a alguien que nos labre sin negatividad, sin repetir cien veces: "ya os cansaris bien pronto".

María Jesús es una exagerada, se ve casi entera la torre.

Las fotos las encontré después de otro ataque reactivo. Yo quiero dejar de ser reactiva y retráctil, pero me cuesta. Alguien me dijo:

-¿También tú te vas a apuntar a la moda de los huertos?

Y me fui flechada al album de mi madre para defenderme, el perfume de tomatera debe ser el que prefiero y salta a la vista que siempre me han puesto alegre las verduras.

Por cierto, que van mil doscientas entradas por aquí, ¡tengo tajo para la poda!

viernes, 29 de marzo de 2013

Días avant la lettre.



 Ellen-Kooi

1

Las chicas se habían ido a empacar, a nosotros nos dio tiempo a tomar un café. Para él triple, sin azúcar. Uno sabe cuando llega el momento de verbalizar, así hayan pasado veinte años, entonces yo dije por primera vez eso que me repito desde entonces con frecuencia, hay veces que las palabras son imprescindibles, y cuanto más exactas mejor:

-No es mi mejor amiga. Eso es muy cutre. Es mi ser humano favorito.

A lo que él, siempre a la altura, me contestó:

-Eso sí es coincidencia.

Como no es poco compartir tamaña preferencia celebramos la verbalización luego, en el porche, casi se nos lleva el aire, fue el día que se llevo la botella de Veterano enterita cuando él, que nunca me ha leído, exclamó.

-Cumple con tus obligaciones. Escribe.

Hubiera preferido que terminara la frase, que dijera: escribe esto.

¡A saber dónde estaba ese gato montés durante nuestras celebraciones!

2


Esta noche vieja un par de amigos se nos perdieron, lograron llegar a las once de la mañana después de una noche cruzando valles y barrancos y total, para encontrarse a unos cuantos personajes medio dormidos que desfilaban con la toalla hacia una cascada: así empezamos el año casi siempre, con agua bien fría.

Hay días que van ganando con los días. Días en los que te das cuenta de cómo funciona la máquina de la memoria, yo los llamo días avant la lettre. Musil llamaba a eso escenas vivas.

Tati preparaba el aderezo de la ensalada, Amanda lavaba algo en el fregadero, Inés picaba la cebolla que yo freía y la Blanch batía una yema de huevo con limón para la salsa  acordada con el rubio, bearnesa, cuando oímos los otros borbotones y acudimos corriendo a la cocina de Lola-Mora.

3

Desemboqué con toda la confusión de que soy capaz donde mi chamana, delante de la chimenea, nueve o diez días después, y le conté.

La consulta debería haber sido peripatética, al aire libre, pero la niña Amanda necesitaba cuidados, con ese pasmo no podía respirar, le hicimos un sahumerio con nuestras propias yerbas y no fui a dar el paseo que procedía. Me quedé de madrastra.

-Se puede ser jugadora de ajedrez y supersticiosa. Al menos tú puedes serlo. Lo único que me da pena de esta historia es que no se le permitan ni unas horas. Puede que ni imagine lo que aclara hablar contigo.

Me dijo al final.Y me dio un achuchón que me llenó de confianza y aún me reconforta.

miércoles, 27 de marzo de 2013

+ Ullán: Pájaros raíces:



VIII

¿Y qué era la amistad sino el dibujo
de una elegía por sentir lo otro
tal cual y sin llenársenos las manos
ni el corazón de grasa,
                            de acanemias,
                            de surrealismo gago,
                            o de rugoso y oxidante oficio?

Di de ti para mí:
Vuelven las nubes, menos cansadas. Vuelve con menor daño
la amargura.
¿Vuelve Lázaro?
Escribe en negro para hacerse gris:
Ocho o nueve palabras sobre el papel mojado.
Sobre ti. Sobre mí. ¡Ay de tan poco!

Desplegarlas mañana como raíces. Como dibujos. Como
pájaros húmedos de buen augüero.

viernes, 22 de marzo de 2013

Otro Congreso de periodismo digital.



Valie Export


Volví del Congreso de Periodismo con aliento. El desbarajuste mental que crea tanta gente hablando sin parar ha tenido más sustancia que otras veces.

Como los descubrimientos suelen ser simultáneos todos se habían dado cuenta de que el periodismo debe volver a contar. Estamos asistiendo al final de una industria en serie: se van a morir los medios que nos rezan la misma noticia después de que otra empresa nos haya vestido igual y hayamos comido de postre las mismas mandarinas brillantes. A esta homilía interesada, a lo que se ha llamado objetividad durante demasiado tiempo, cuando no era sino una guerra contra la diversidad, se le está acabando el tiempo.

Incluso hubo un atinado mea culpa gremial: se habló claro de la connivencia del periodismo con la política en los últimos años. Reconfortante, porque ha sido terrible oír con que tranquilidad los periodistas de más de 1800 al mes, encubridores sin pudor, decían:
                                   
-Yo sé muchas cosas, pero no las puedo contar.

Nada más que añadir a este escabroso tema.

Otros años se habló sólo de la importancia del tamaño. Este año se descubrió que el tamaño no importa : 120 caracteres o una crónica de cincuenta páginas pueden ser una maravilla o una basura, dar un puñetazo esclarecedor o crear una empatía inevitable. No se habló de la contaminación del lenguaje, es decir, que se habló del cambio de modelo de producción, de la deseable diversificación del producto, pero no de la materia prima. Mucho me temo que seguiremos oyendo y leyendo mantras en lugar de información hasta que las palabras se robustezcan.

En cuanto a lo del tamaño, ha sido un deslizamiento de la frase hecha que todo lo corrompe lo que he escrito arriba. Lo que ocurre es que el tamaño que importa de verdad no es el de la longitud del texto, el que de verdad importa es el de el tamaño de las nuevas publicaciones. Por lo que conozco del paño hay que desconfiar de todos aquellos que, mareados por las cifras, esta vez de Twitter o de Facebook, tienen la zanahoria del crecimiento como meta fundamental. Cualquier edición rica y honesta en Internet debe imponerle un techo a su crecimiento en pro de la colaboración. Si no es así estaremos reproduciendo los viejos modelos y volveremos a la repetición mecánica. Hay una idea  básica, importante, que merece la pena repetir: para que haya un periodismo que nos involucre en el mundo y que se involucre en él es imprescindible que nadie crezca más de la cuenta.  De eso no se habló.

¿Qué hacer? dijo Lenin.  Uno de los actos más revolucionarios que conozco en este momento en el que se derrumba un mundo y el que se está construyendo no está ni a medias, (entiendo como revolucionario todo lo que evite el desamparo en ese cambio de casa), es gastarse algún domingo lo que se gasta en el periódico en papel en donar a una publicación en Internet. Eso sí ¡fijándose en los banners! Cuidado con los proyectos revolucionarios apoyados económicamente por Bankia o por Telefónica. He visto un brillito en algunos ojos que no me gusta nada.

Como unos cuantos sabemos, los Latinoamericanos nos dan mil vueltas en capacidades narrativas y en mecanismos para combatir el poder. A ellos les cayó esta pesadilla “neoliberal” hace veinte años, además siempre estuvieron en crisis, y no están apabilados.
Alberto Salcedo Ramós nos contó como allá en Colombia contar es como respirar y se aprende de tus parientes y de tus vecinos, cuando te sales con la hamaca a la calle. En la siguiente mesa se nos pusieron bravos a los peninsulares: Ya estuvo suave de quejas, vinieron a decir, el periodismo no es lo que está en crisis, los que están en crisis son ustedes, ¡nos van a venir a contar vainas pendejas de crisis a Salvadoreños, Guatemaltecos, Colombianos y Argentinos de la Pampa! ¡Pues!

Cerró Gabilondo. Ese hombre que convence hablando sin manos.


miércoles, 20 de marzo de 2013

Cuando nos fuimos a conocer el mar en invierno



1

El cinco de marzo de 1991 estábamos comiendo rancho en la bodega de la abuela y alguien, uno de los diez, no puedo recodar quién fue, preguntó.

-¿Vosotros habéis visto el mar en invierno?

Leyendo estos días las historias de los wayuu que está escribiendo Blanca he vuelto a recordar una de mis saudades conscientes: la de ese espacio de iniciación, fuera del tiempo, que todas las culturas viejas saben necesario y que para nosotros sólo es otra nostalgia difusa. La cuadra de la abuela se convirtió en un espacio mítico cuando se disfrazó de bodega con chimenea. Allí seguía presente la ausencia del burro y hasta la del cesto con el que me defendía del gallo cuando era pequeña, por la ventana se veía el triángulo de rosales rabiosos que fueron una obsesión artística para la Raimunda, había fuego y se oía, de cuando en cuando, el agua de la bomba en el lavadero. Hasta teníamos un pozo al  que temer, estaba pegado a un eucalipto cuyas raíces, tan bien regadas, nos levantaban el suelo amenazando con tirar la casa, que llevaba en píe desde el 1700.

Nosotros diez, mis padres, mis tíos, mis primos y mi hermana vivíamos unos en el primer piso y otros en el segundo, en un edificio nuevo y aséptico. La nuestra fue una escalera superpoblada: arriba garbanzos, abajo macarrones y menús así se oían siempre a la una, cuando mi madre venía de la mercería, Emma subía de la zapatería y nosotros salíamos de la escuela. Había muchos rincones habitables entre las dos casas. El despacho de mi padre y el salón de los libros de mi tía eran mis preferidos. Pero nunca logré estar en algún sitio tan del todo como en casa de la abuela.

Otro cinco de marzo, el de 1986, en aquella bodega, Emma preguntó.

-¿Y si cogemos entre todos el bar de abajo en traspaso?

Y en esta familia las preguntas no caen en saco roto.

2

Pocos días después mi padre había conseguido un apartamento inmenso para octubre en Luanco, él era el único que había visto el mar en invierno.

-En Asturias va a llegarnos antes el frío.

Nos dijo. Como habíamos cogido el bar de abajo en traspaso éramos compañeros de trabajo, pero había que organizar las vacaciones en los otros lugares: la mercería, la zapatería, la gasolinera, la autopista, la escuela, el instituto…

Yo pasé aquel verano en Asturias, en una aldea llamada El Peligro, y esa es otra historia que daría par un par de folios, pero para que cuadre en ésta sólo hace falta saber que estaba separada de la manada. Fui desde El Peligro a Luanco el día que todos llegaban. Recuerdo que salí temprano, llevaba quince días intensos sola y me urgía diluirme en la tribu. Entonces no había teléfonos móviles y quedamos en un bar.

3

Aquí podría empezar otra historia que yo siempre he titulado “El día que leí entera la Regenta”

Porque llegue al lugar fijado a las once de la mañana y los otros nueve no llegaron hasta las dos de la madrugada. Los dueños del bar me miraban con cara de lástima, convencidos de que se habían matado todos mis parientes en el viaje, pero yo no me asusté, es difícil que se estrellen dos coches y se mate tanta gente. Sucedió lo de costumbre, mi padre tuvo un ataque de guía turístico, eligió la ruta más larga y paró en todos los pueblos que tenían algún encanto en la cornisa cantábrica. Lleva toda la vida igual, para, mira y dice

-Mirad ¿Habéis visto? Pues venga, al coche


4

Madrugamos, quizá para que hiciera más frío. Y pasamos la mañana paseando y mirando el mar con el abrigo puesto.

5

A aquel 2 de octubre de 1991 parece que le han puesto focos desde tempranito, cuando nos sentimos helados fuimos a comprar para preparar la catarsis. Yo me quedé de cocinera, los demás se fueron a tomar vermouth, pero quedarse de cocinera aquel día no era así nomasito. Era encerrarse con quince o veinte crustáceos con gomas en las pinzas que caminaban por el pasillo.

David y mi madre, que ensimismados en una conversación se habían perdido del grupo, subieron a fumarse un cigarro y ver qué tal iba. Lo recuerdo tan bien porque lo recuerdo entre el vaho de las cazuelas asesinas.

Luego no mucho más. El placer de una tremenda borrachera familiar  que nos dejo contentos y cercanos para todos los días de mar y de invierno que nos quedaban. Seguimos haciendo más o menos lo de siempre. Mi padre y Emma jugaron al ajedrez, mi madre contó historias, bailamos y fuimos a comer una fabada a la aldea en la que había pasado el verano. Eso es inolvidable porque mi hermana llevaba el pelo teñido de rojo y todas las moscas del pueblo, era un día de sol, abandonaron a las vacas para perseguirla a ella.

lunes, 18 de marzo de 2013

Imágenes del tiempo invisible.








Creo que les sobra la música, el tiempo de lo invisible no suena así. También es silencioso.


martes, 12 de marzo de 2013

El espacio desde una retina lógica y musiliana.

Nils Udo


Casi todos los problemas lo son porque se trastoca el tiempo o el espacio. Lo del tiempo intenté simplificarlo abajo. Lo del espacio me sirve como pauta vital, y sin embargo no lo cuento nunca.

Creo que las relaciones se estropean cuando la distancia es mayor o menor de lo que procede. Como es una distancia que va cambiando la que se produce entre humanos, hay que estar siempre atentos, para que acercamientos y alejamientos se conviertan en una danza y no deriven en malos entendidos, sobre todo para que no provoquen la inflación del ego o problemas de autoestima.

Lo ideal sería poder aplicar una fórmula matemática y que la distancia fuera la que quiere el otro sumada a la que quieres tú y dividida entre dos. Pero lo emocional no marcha así, impone un funcionamiento elástico, complejo y desconcertante. Sin embargo no tiro nunca la toalla, creo que hay que seguir aspirando a la distancia correcta en cada caso. Con la persona a la que amas o con tu vecina. Y hablo de un espacio metafórico y diáfano. Donde reinara la comunicación, que es atención, pero también claridad.

sábado, 9 de marzo de 2013

Ucronías y distopías.





Matt Wisniewski


Para evitar malos entendidos deberíamos tener alguna sustancia capaz de datar a los interlocutores, un carbono catorce que nos alertara: su interlocutor se encuentra en el año 1944, está usted hablando con una persona cuyo corpus ideológico corresponde a 1867, no intente entender a esa señora,  sus ideas seran las comunes en el 2038, pero tantos años antes usted no puede interpretarlas, atención, está usted ante un contemporáneo, no deje que le confunda su edad. 

Tal y como están las cosas hay que ir recogiendo pistas durante mucho tiempo y cuando te quieres dar cuenta se enturbió para siempre el dialogo entre épocas.

martes, 5 de marzo de 2013

lunes, 4 de marzo de 2013

Vuelta a Lezama o en la languidez de un verde transparente


Imogen.Cunningham

Amanecí barroca y copista.

III

Cautivo enredo ronda tu costado,
pluma nevada hiriendo la garganta.
Breve trono y su instante destronado
tiemblan al silbo si suave se levanta.

Más que sombra, que infante desvelado,
la armadura del cielo que nos canta
su aria sin sonido, su son deslavazado
maraña ilusa contra el viento anda.

Lento se cae el paredón del sueño;
dulce costumbre de este incierto paso;
grita y se destruyen las escalas.

Ya el viento navega a nuevo vaso
y sombras buscan deseado dueño
¿Y si al morir no nos acuden alas?

IV

Pero sí acudirás; allí te veo,
ola tras ola, manto dominado
que viene a invitarme a lo que creo:
mi Paraíso y tu Verbo, el encarnado.

En ramas de cerezo buen recreo
o en cestillos de mimbre gobernado;
en tan despierto tránsito lo feo
se irá tornando el rostro del Amado.

El alfiler se bañará en la rosa,
sueño será el aroma y su sentido,
hastío el aire que al jinete mueve

El árbol bajará dicción hermosa
la muerte dejará de ser sonido.
Tu sombra hará la eternidad más breve.

José Lezama Lima
Enemigo rumor


domingo, 3 de marzo de 2013

Nos sostenemos entre todos.



Durante casi toda la comida hablaron de cuánto les molesta que suban fotos suyas a Internet.Pero luego hubo fotos, y eso que saben que tengo espíritu de contradicción y además soy la pequeña y encima escribo algo parecido a un diario de poca monta.

Hace un par de domingos reuní a mis íntimos dispersos. Siempre me ha gustado mezclar, si alguna vez  salió mal la pócima ni lo recuerdo. Además a Javier lo heredé de Antonio, a María Jesús de mi madre y a Miguel de Nines.

¿Por qué habré tardado casi treinta años a presentar a M Jesús y a Javier? ¿Cómo no voy a guardar la foto?

Y que no crea Mila que se va a escapar. Además de ser la más fotogénica y la más dulce es un ser misterioso por su profesión. Y eso que los otros son poeta, jardinero y una mujer justa, pero a mi me gustan las cosas raras y siempre quise conocer a un entomólogo.

Me encantaría encontrar el equilibrio entre mostrarse y esconderse, supongo que es algo que va cambiando continuamente y ahora mismo nos tiene a todos (bueno, a los maduritos) radicales, reactivos y con la lengua afuera.

El título es de Antonio que me regaló ayer uno de los más poéticos y energéticos finales de conversación.

-Nos llamamos

Dije yo

-Nos sostenemos

Dijo él.




viernes, 1 de marzo de 2013