sábado, 30 de agosto de 2014

Hacía veinte años que no planchaba












Me gustó hacerlo, era como suplantarla un rato. Me acordé entonces de eso que tanto menta María Jesús, mis primeras fiestas a los trece años. La noche de más miedo, cuando Emilia y yo nos dimos cuenta de que había amanecido y aún estábamos sentadas en el cajero de detrás de la iglesia mirando el agua. Corrimos como gamos, y la encontramos planchando.

Diez minutos después de recordar aquella mañana sonó el teléfono, era Emilia, con quien hacía muchos años que no hablaba, y que enseguida me dijo: si algo recuerdo de tu madre es esa cara tan seria que puso cuando nos vio aparecer, y la carcajada de luego.