
No es la austeridad sin más, sino el gusto por la austeridad, lo que me interesa. La austeridad sin adornos morales (hay una belleza en la austeridad tan delicada que cualquier ornamento le molesta)
El día seis los llamé, que era su aniversario de boda, cogió el teléfono Carmen, José Luis iba conduciendo. Aún así lo oía retransmitiendo:
-Dile que estoy arreglando el suelo debajo de la escalera
-Y dile que ha llegado el año, que yo pongo el pan ácimo.
-Dile que la mato si trae agua de marca.