domingo, 18 de mayo de 2008

Es agradable y extraño mirar mientras nos sobrevuelan



He pasado la mañana sentada en el bordillo viendo pasar ciclistas y cigüeñas. Arrebujada en un trocito de sol que luego se ha ido haciendo más grande. Pensaba como podía, poco y mal, en esas franjas de realidad que no percibo, en lo que sé que siempre se me escapa. Me sentía como una mosca que tuviera muchas patas pegadas en el umbral entre una franja y otra.

Las cigüeñas se han convertido en una plaga, hay decenas de nidos; en el silo, en el palacio, en los postes de la luz, en el campanario, ¡y hasta en el vértice de una señal de ceda el paso!, me ha contado Jessi, que está encantada. Yo también disfruto sentada en el bordillo, sin hacer nada, mirando ciclistas y cigüeñas.
Los ciclistas solo pasan los sábados y los domingos, por la mañana, cuando casi no pasa nada más.