jueves, 13 de junio de 2013

+ Caeiro


XLVI


De este o de aquel modo,
siendo oportuno o no,
pudiendo decir a veces lo que pienso,
y diciéndolo mal otras veces y a base de mezclas,
voy escribiendo mis versos sin querer,
cual si escribir no fuera cosa hecha de gestos,
como si escribir fuera una cosa que a mí me pasara,
como darme el sol.

Trato de decir lo que siento
sin pensar lo que siento.
Busco apoyar las palabras en la idea
y no necesitar un corredor
desde el pensamiento a las palabras.

No siempre logro sentir lo que sé deber sentir.
Mi pensamiento sólo muy despacio atraviesa el río a nado,
porque le pesa el traje que los hombres le hicieron que usara.

Procuro desvestirme de lo que aprendí,
y procuro olvidarme del modo de recordar que me enseñaron,
raspar la tinta con que me pintaron los sentidos,
desembalar mis emociones verdaderas,
desenredarme y ser yo, no Alberto Caeiro,
sino tan sólo un animal humano que ha producido la Naturaleza.

Y así escribo, pretendiendo lograr sentir la Naturaleza, ni aún como un hombre,
sino como quien siente la Naturaleza y nada más.
Y así escribo, ahora bien, ahora mal,
ahora acertando con lo que quiero decir, ahora errando,
levantándome allá y aquí cayendo,
pero siguiendo siempre mi camino como un ciego obstinado.

Aun así, soy alguien.
Descubridor de la Naturaleza.
Argonauta de sensaciones verdaderas.
Le traigo al Universo un Universo nuevo,
dado que al Universo traigo el mismo Universo.

Esto siento y escribo
con la perfecta conciencia y sin dejar de ver
que ahora son las cinco de la madrugada,
y que al sol, que aún no ha mostrado la cabeza
por encima del muro del horizonte,
ya se le ven las puntas de los dedos
agarradas a lo alto de ese muro
del horizonte, lleno de montes bajos.

Fernando Pessoa
Los poemas de Alberto Caeiro I