jueves, 30 de mayo de 2013

Abdulah y sus errores.






El  libro sagrado del que mejor se conocen las condiciones en que fue escrito es el Corán. Las mediaciones entre la totalidad y el libro eran por lo menos dos: Mahoma escuchaba la palabra de Alá y se la dictaba a su vez a sus escribanos. Una vez-cuentan los biógrafos del profeta-al dictar al escribano Abdulah, Mahoma dejó una frase a medias. El escribano, instintivamente, le sugirió la conclusión. Distraído, el Profeta aceptó como palabra divina lo que había dicho Abdulah. Este hecho escandalizo al escribano, que abandonó al Profeta y perdió la fe.

Se equivocaba. La organización de la frase, en definitiva, era una responsabilidad que a él atañía; era él quien tenía que arreglárselas con la coherencia interna de la lengua escrita, con la gramática y la sintaxis, para acoger la fluidez de un pensamiento que se expande al margen de toda lengua antes de hacerse palabra, y de una palabra particularmente fluida como la del profeta. La colaboración del escribano resultaba necesaria para Alá desde el momento en que había decidido expresarse en un texto escrito. Mahoma lo sabía y dejaba al escribano el privilegio de concluir las frases; pero Abdulah no tenía conciencia de los poderes de que estaba investido. Perdió la fe en Alá porque le faltaba fe en la escritura, y en sí mismo como agente de la escritura.

Si a un infiel le estuviera permitido inventar variantes a las leyendas sobre el Profeta, propondría esta: Abdulah pierde la fe porque al escribir al dictado se le escapa un error y Mahoma, pese a haberlo notado, decide no corregirlo, encontrando preferible la dicción errada. También en este caso Abdulah se equivocaría al escandalizarse. Es en la página, y no antes, cuando la palabra, incluso la del rapto profético, se convierte en definitiva, es decir, en escritura. Sólo a través de la limitación de nuestro acto de escribir la inmensidad de lo no-escrito se vuelve legible, esto es a través de las incertidumbres de la ortografía, las equivocaciones, los lapsus, los saltos incontrolados de la palabra y de la pluma. Si no, que lo que está fuera de nosotros no pretenda comunicar mediante la palabra, hablada o escrita: mande por otras vías sus mensajes.

Italo Calvino
Si una noche de invierno un viajero.

domingo, 26 de mayo de 2013

Tontadas



Vincent Bourilhon



 Debe ser insoportable pasear con alguien que no para de soltar aforismos, aunque sean buenos, sin embargo anoto aquí, sin pudor, las tres ideas que he tenido paseando:


  -El buen gusto (eso lo he pensado en la cocina) no es un mérito, ni un don. El mérito, el don, es no tenerlo malo. (otra vez como el colesterol)


  -Las matemáticas sólo hacen fiestas cuando se libran de los cálculos


  -Llamamos buen interlocutor al que es capaz de llevarnos al punto exacto en que nos perdimos.


 (por primera vez este año recogeré lo que he sembrado, he pensado también, pero tengo la impresión de que no pega)
  

jueves, 23 de mayo de 2013

Memorias lectoras.







Parece que se lee menos cuando se lee lo mismo. El prestigio del consumo que todo lo invade. Lo que cotiza en el mercado no es conocer a unos pocos bien, sino a muchos mal. La apariencia de diversidad.  Musil decía que todas las esferas de la existencia están regidas por una mentalidad de comerciantes. Yo diría que, ahora, de tenderos. En todo caso yo sigo disfrutando más que de cualquier otra cosa de eso que he dado en llamar no muy exactamente "lecturas de anticipación". Me produce un placer especial saber que voy llegando a lo que busco. Ayer fue este párrafo:

"Pero Ulrich había estado a punto de decir otra cosa, una alusión a "los problemas matemáticos que no admiten una solución general sino más bien soluciones parciales cuya combinación permite aproximarse a una solución general". Hubiera podido añadir que el problema de la vida humana también le parecía de ese tipo. Lo que se llama una época (sin saber si con ello debe entenderse siglos, milenios o el breve lapso que separa al escolar del abuelo), ese amplio y libre río de situaciones sería entonces una sucesión desordenada de soluciones insuficientes e individualmente equivocadas, de las que sólo podría resultar una solución de conjunto exacta cuando la humanidad fuera capaz de asumirlas todas. En el tranvía que lo llevaba a su casa, siguió pensando"

El hombre sin atributos Vol 1, parte II.

No sólo leo a Musil. Las Lolas me han encomendado que escriba sobre un libro durísimo y estupendamente escrito: Una mujer en Berlín. Y tengo pendiente la reseña de las cartas de amor de Dylan Thomas, que al principio me entusiasmaron, por lo que tenían de correspondencia intelectual y al mismo tiempo sensible, pero poco a poco me han ido aburriendo, cuando se han vuelto sólo amorosas y muy desesperadas.

lunes, 20 de mayo de 2013

Mina Loy









Algunas veces, pocas, se puede hacer el camino inverso. Del fb al blog. Corto y pego esto que acabo de encontrar. 

Y me voy para seguir anotando plomizas reflexiones que esperan emparejarse con ligeras ocurrencias y tener sentiditos.


CANTOS A JOANNES

Podríamos haber vivido juntos
en las luces del Arno
o haber ido a robar manzanas bajo el mar
o jugado
al escondite entre amor y telarañas
y tocado una nana con una cacerola.

Y conversado hasta quedarnos sin lenguas
para conversar
y no haber sabido nunca hacerlo de otra forma.


III

Podríamos haber copulado
Durante el monopolio encamado de un momento
O habernos roto las carnes uno al otro
Sobre la mesa de comunión profana
Donde el vino se vierte en labios promiscuos

Podríamos haber dado a luz una mariposa
Con las noticias del periódico
Impresas con sangre en sus alas.



Mina Loy - Mina Gertrude Löwry - (Londres, Inglaterra, 1882/ Aspen, EE.UU., 1966) Nacionalizada Norteamericana
de Antología poética, Edición bilingüe, Colección La Rama Dorada Poesía, Huerga & Fierro, 2009
Traducción y edición crítica de Esther Sánchez-Pardo

miércoles, 15 de mayo de 2013

De Kafka a Ayutuxtepeque.





Quizá no haya nada tan difícil como quedar con cuatro mujeres para ir a comprar plantero. Cuando por fin decidimos plantar en medio de una inundación se rajan y deja de llover. Quizá por eso, o porque era San Isidro labrador, me he tomado la tarde libre, libre, libre, incluso de lecturas obligatorias, me he dejado llevar por un azar que de azar no tiene tanto como yo quiero creer, y me he puesto a releer las cartas a Mílena.

Recuerdo perfectamente la última vez que las leí, en Ayutuxtepeque, en uno de aquellos ejemplares tan subrayados por tanta gente que aún debe tener el niño José. En casa de José Luis.

Nos habíamos ido a su casa porque aquellos días empezábamos a estar acorraladas por la magia, negra, oscurilla en todo caso. ¡Dos racionalistas acoquinadas por el sonido de un columpio! Pues sí. Aquel columpio del corral estaba horas y horas moviéndose de un modo tan regular que ningún viento, ni ningún humano… Y habían quemado el jardín con sal, y había un muñequito con alfileres enterrado en el patio. La cuestión es que  la niña Blanch le contó a Nora, ya asustada. Y Nora, aquella  lúcida, nos recomendó una limpia con un chamán. Y yo ahí empecé a tener miedo. Como Kant pesaba en nuestras cabezas bastante decidimos que mejor un antropólogo. El Pepe. Y a casa que se vino, recién aterrizado de una casa ocupa en Barcelona, aquel bondadosísimo antropólogo salvadoreño. ¡Puchica si aprendimos sobre el ser humano y su capacidad para cometer destrozos psicológicos aquellos días!  

En tres parrafitos ya me he dejado a dos muertos por el camino. José Luis. El hombre de las camisas coloradas, aquel andaluz preclaro de la radio Izcanal y Nora, la bregada periodista, la maestra argentina.

Lo de la magia negra era verdad. ¡Qué hacían dos chelitas quitándoles los novios a las salvadoreñas después de una guerra! Generalmente usa esos ardides quien te conoce y sabe cuales son tus puntos flacos, no tiene nada de misterioso lo de la magia negra..

¿Cómo filtrará la cabeza esas mezclas?¿Cómo se compatibiliza leer las angustias de Kafka y desenterrar un muñeco de vudu en tu casa? La juventud, que todo lo puede. 

Estaba recordando eso y pensando que una puede hacer las cosas más comunes del mundo, tener la vida más ortodoxa, pero levantarse todos los días extrañada, por eso mismo. Entonces me he encontrado ese párrafo en el blog de Rafa:

“Empezar a viajar compulsivamente fue un paso más en este proceso de escapar de la domesticación  de la mirada. Y, por descontado, de huir de uno mismo. En el viaje se produce una disolución del individuo en el paisaje y en la gente, es lo más antibiografico y antipsicologico que se me ocurre. 
Durante años lo abdujo una fiebre por devorar kilómetros  Coleccionaba paisajes, personas, novedades, aventuras. Un día se canso. Necesitaba parar y se lanzo al otro extremo; a la inmovilidad, al silencio, a la repetición. Había estado atesorando espacios y ahora quería ser dueño del tiempo."

Sylvain Tesson
La vida simple.

martes, 14 de mayo de 2013

Malos humores.

Pejac


Desde la ventana

Estaba casi callada ayer la plaza, a pesar de que el día era esplendido. Hay tardes enloquecedoras, los chicos, y algunos padres, chillan como conejos. Tanto que hasta prefiero que llueva para disfrutar de un poco de silencio. Pero ayer estaba raro el sonido ahí afuera. Se oía una voz rectora de vez en cuando  y sonó al menos diez veces la palabra ganador. Ni me asomé para ver quién era el del ordeno y mando. Ya le había pillado suficiente manía sin ponerle cara. Me obsesionó después la impresión de que, con tanta competición, la mayor parte de los niños se habrían ido a casa convertidos en fracasados prematuros.


¿Qué deseo reproducir, proyectar, conservar?

Ordena esa pregunta, venga, que es como lo de parar, templar y mandar, que siempre se te desbarata.

Hay que empezar por elegir. Ahora es lo más difícil, todo está programado para hacernos creer que elegimos, pero qué va, como Viridiana, entre garbanzos iguales.

Fobias

Unos cuantos me resultan tan desagradables que cuando dicen o escriben algo con lo que estoy de acuerdo me pongo a cuestionarlo. Usan un tonito que es como si amurallaran para uso propio cada idea.

También están los otros, los que me devuelven las convicciones robustecidas, menos mal.


Prácticas de riesgo

Cené con mis padres el sábado. Ven los debates de la cinco y de la sexta. Los dos al mismo tiempo.

Me empezó a parecer que estaba en un planeta extraño. Creo que esto ya no es ni un país, se ha convertido en otra cosa, tosca, torpe, torticera. Autista

-Cómo no se va a entender que se merezca un sueldazo un registrador de la propiedad

Dijo uno, y empezaron a pitarme lo oídos, pero de verdad, y tuve que irme.

Sueldazo se merecen los basureros. Los que hacen lo que nadie quiere hacer. 

Está todo al revés

Mecánica onírica

Por culpa del teléfono nuevo paso los sueños con el dedo, y algunos no se abren.

jueves, 9 de mayo de 2013

Ma chambre.



Ayer mi padre trajo dos androides de esos, uno para mi madre y otro para mí. Actuamos como lo que somos, dos tiparracas

-Ya me has vuelto a complicar la vida Matías, ¡lo que me faltaba!¡tener que controlar el consumo de megas!

Dice la Arse.

-¿Preferirías tener un padre experto en lechugas?

Me pregunta Miguel cuando se lo cuento.

-Pues no. Pero es que nadie está satisfecho. Y yo tampoco.

Después de tocar mil botones, ya en la cama, miré a la izquierda y me gustó más lo que veo todos los días. Pero no se ve todo aquí, cuando pongo el ventilador del techo en marcha tengo casi un murmullo de bosque al alcance.


martes, 7 de mayo de 2013

Totum revolutum




Autoconsejo.

No hay que manosear las palabras, se les borra la imagen.


Pero hay que fijar los hechos

Domingo, sol radiante. Una danza de gente, veinte personas donde generalmente no hay nadie. Ellos vuelven de ver el huerto cuando nosotros volvemos del vermouth. Lío de saludos. Yo era la única que los conocía a casi todos.

Primero saludé  a alguien con quién conviví mucho y a quién no tenía ningún deseo de volver a ver, aunque hayan pasado veinticinco años, y después a Alberto,  a quién llevaba esperando conocer desde que empecé a oírle nombrar, casi desde la infancia. Que estuviera el segundo borró la existencia del primero, o algo así. No queda tiempo para todo.

Tuvimos solamente cinco minutos. Su presencia era tan armónica como me imaginaba. Me despedí diciendo:

-Cuando nos volvamos a ver te contaré cómo has influido en mi biografía.

Esas cosas no se dicen todos los días.

Lo que  me produce guacala

El domingo, también el domingo, me desperté con una sensación pastosa, atrapada en una palabra, luego le dí la tabarra a mi madre en el paseo: “los pijos”, “el pijerío” los inconfundibles tonos "pijos" ,ese radar que me localiza siempre la sinsustanciadez elevada a estética. Ese submundo inane del que hace tanto que salí por patas pero con el que inevitablemente me reencuentro

¿Qué van a hacer ahora?

Y esos textos, que no son ni textos, son alaridos suplicantes que supuran un dramatismo ajado. 

Preferiría no asistir a esos saltos desgarbados, ¡Venga!¡que me tiro! parece que dicen: desde la adolescencia hasta la decrepitud. De un solo.

No le habían dejado ni un cachito pequeño al espíritu, ahora que lo necesitan braman.  

Como diría Musil, tanto individualismo ha producido pocos individuos.


Duda

¿Es más inteligente lo que se te ocurre en la cama, cuando apagas la luz, o es una falsa impresión que tiene que ver con alguna contracción neuronal, un achatamiento nervioso, imprescindible, de las puntas que sobresalen durante el día?


Sueños embuchados

Sueño mucho con un San Salvador abstracto, enmarañado, difícil, en el que me pierdo continuamente. Anoche soñé que se lo contaba al Tibu, me desperté cuando le decía, aun estando allí, que necesitaba ir para soñar la ciudad de otra manera.


+ Musil

“Alguien sugiere canonizar el dinero para afianzar mejor el respeto en el pueblo; Maier lo desaconseja, más vale conservar a Dios como presidente y al dinero como secretario general”

Otro colmo:

No tener ocasión de decir: te llevo al huerto.
Teniendo dos.

++Musil

Tal vez es que percibimos algo que apenas podemos soportar: lo íntimo contenido por el sentido de la elegancia-la gracia de la razón envuelta en erotismo.


Descubrimiento estacional:

Las agujetas: el cuerpo existe y me duele entero.

sábado, 4 de mayo de 2013

Escapadas con el hombre sin atributos y su autobiografía inconsciente



Pete Seaward


Clarisse deja de hablarle a Walter cuando toca a Wagner. Mantiene que le altera la esencia y le estropea el carácter. Yo también me convierto en otra cuando leo a Musil.

Después de veinticinco años  me pregunto por qué lo elegí, si me paraliza, si cuando lo leo me siento como si estuviera comiendo una nube de algodón, un aire dulce lleno de hilos sueltos que me dejan las manos pegajosas.

Cada año me lo explico de un modo diferente, empiezo a parecerme a él, o siempre nos parecimos y lo encontré por eso, o simplemente nos pasa lo mismo. Este año he decidido que compartimos una huida: don Roberto también corría delante de la abstracción, y ¡ay cuando lograba escaparse!

Una amiga judía decía que hay que dar muchas veces en la misma piedra. En eso sí he salido ganando. Sus 2000 páginas sin principio ni final crecen y crecen cuando se cortan en pedacitos, pedazos de boli azul, rojo, verde, negro, lápiz, sumados años tras año, que me dan muchas pistas, meticulosas pistas, sobre aquello en lo que estoy de acuerdo y en desacuerdo conmigo misma (y con los demás)