Siempre me ha interesado, con motivos, la química del cerebro, pero además me divierto mucho con esta batería de sustancias explicativas y su montaje visual: los libros que se caen al principio, la dopamina como el quinto de caballería, el zoom, pasarse del pop a Mozart, el escaner de los cerebros enamorados. ¡Esa retórica!; "poco podemos hacer": ¿no es literaria?.
Salgo mal parada, creo me desaconsejan el colocón del amante porque tengo baja la serotonina, es crónico y hereditario, pero saberlo me da ventaja contra las neurosis y no suelo bajar la guardia. Eso si, a partir de ahora voy a desterrar el lenguaje amoroso de mi vida. Nada de veleidades poéticas, me preguntaré cuando proceda: ¿es la dopamina y la norepirefrina cabalgando sobre mi hipotálamo?¿me ha anegado un coctel químico y no es gin-tonic?
Ya en serio: esto termina con una pregunta que me apetece lanzar al aire. Ahí va.
Una aproximación a las letras satíricas. Del tango prostibulario a su
codificación
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(Conferencia pronunciada en la Universidad Nacional de Lanús, Buenos Aires,
9 de agosto de 2012). Publicada en el volumen Las poéticas del tango
canción. R...
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