lunes, 30 de abril de 2012

Fijando paseos por adelantado




Lo mejor de la primavera son los paseos matinales. A veces viene Emma, otros días vamos solas. Cuando paso a las nueve de la mañana la Arse ya está informada y rabiando. Algunos días hasta se sabe los tres o cuatro chistes políticos de la jornada. Ayer me llevó a ver el cementerio nuevo, que es horrible y está muy lejos, y hablamos de la muerte. Es complicadísimo imaginarse la muerte de alguien que camina a esa velocidad. Me dijo que quiere que la quememos y que la enterremos también, y como estamos hablando de un hecho remoto se ríe y remata:

-Más completo ¿no?

Me siento una suertuda y casi una adolescente cuando veo a mi madre tan joven. Se lo digo.

-Para joven tu tía Carmen, que fuimos a buscarla preocupados porque no cogía el teléfono y subía del bar de jugar al guiñote con sus amigas a las once de la noche. Con noventa y uno. Bueno, que a tu abuela le gustaban a los ciento tres las películas de los Monty Pyton. Pero van a  mandar matarnos los del FMI. Ya sabes que han dicho que con tanta longevidad no les salen las cuentas.

Luego he estado pensando en la nostalgia, aún no tengo mucha de nada, pero sé seguro que la tendré de estas mañanas.


(he encontrado un montón de fotos que me parecen buenísimas pero ni idea de quién son)



jueves, 26 de abril de 2012

Una especiosa tarde con el gran aforista





Quizá Georg Christopher Lichtenberg sea uno de los hombres más influyentes en la historia de la literatura y el pensamiento; Kant lo anotaba en rojo y negro en sus últimos años, desairó más de una vez a Goethe y para Shopenhauer fue el pensador por excelencia. Lo nombraron embelesados Nietzsche,  Tolstoi,  Wagner y  Thomas Man. Freud lo cita hasta la pesadez. Bretón lo declaró padre de la patafísica. Sin él ¿cómo? parece que exclamó Kierkegaard, algo que luego repitieron Wittgenstein, Auden, Musil, Canetti y Cortazar.

Y él no parece que tuviera mucho interés por perdurar, se dedicó sobre todo a los cálculos y a coleccionar tormentas, en sus ratos libres anotaba las 62 maneras existentes de sostener el rostro con la mano y el antebrazo, por ejemplo

Si Kant lo subrayaba con dos colores y ninguno de sus admiradores me resulta indiferente, ¡cómo no voy yo a copiarlo!

El hombre es, después de todo, una criatura tan, pero tan libre, que no se le puede negar el derecho de ser lo que cree ser.

Creo que una enorme cantidad de los espíritus más grandiosos que hayan existido, no leyó ni de lejos la mitad de lo que lee un supuesto sabio promedio de nuestra época, y sabía muchísimas menos cosas que él. Cuántos de nuestros sabios corrientes hubieran sido grandes hombres si no estuvieran tan informados.

Es una verdadera lástima que no puedan examinarse los intestinos intelectuales de los escritores para averiguar qué comieron

En la ley que dice que 2+2=4 ó que 2x2=4, ya se aprecia algo del paralaje del sol y de la tierra en forma de naranja.

Daría años de vida por averiguar cuál es la temperatura promedio del Paraíso 

Si un hombre hace algo de muy buen grado es, en casi todos los casos, porque el acto realizado contiene un ingrediente que no es el acto por sí mismo. Un examen más profundo de esta observación nos llevaría a interesantes resultados.

Me hubiera gustado que fueran mi compañia: Swift en la barbería, Sterne en la peluquería, Newton en el desayuno y Hume en el café

Todo el mundo se asombrará de que yo sienta todavía el deseo de escribir cosas como éstas en el ocaso de este mundo envejecido.


Qué bueno hubiera sido escribir mis notas mientras soplaba el viento del Este

martes, 24 de abril de 2012

El sueño, un lugar de certidumbre




Empezaba a acobardarme, un poco por la sobredosis de soledad y otro poco por los desastres a los que asistimos todos los días, y decidí refugiarme en los sueños. Los sueños son dóciles, enseguida reciben el encargo de que vas a prestarles atención y acuden nítidos, encantados de relacionarse con tu vigilia.

Durante una temporada, hace muchos años, los escribí, luego no hizo falta porque adquirimos la saludable costumbre de contárnoslos durante el desayuno. Lo fui dejando, hasta que estas semanas he vuelto a anotar y es cierto, nos acercan a nosotros mismos con las indicaciones más serias.

También me puse a leer “El alma romántica y el sueño”, de Albert Béguin, que a veces busca detrás de los textos los hechos y personajes reales que los inspiraron. Hacer y deshacer todo es quehacer, pensé, imaginando en espiral la empresa filológica; un esfuerzo incesante de los autores por maquillar sus inspiraciones y el no menos constante empeño de los críticos por desenmascararlos (y si bien es cierto que en ese recorrido abunda la literatura creo que no andan por ahí sus núcleos, más bien sus cortezas).

El libro me ha gustado mucho, pero es tan sugerente que me invitaba cada diez páginas a dormir, a soñar: a pasar a la acción.

Siempre se han utilizado los sueños como inspiración, pero todos sabemos que son material de riesgo. Además cuando conocemos muchos sueños de alguien tenemos más información de la que nos da su rostro y todos sus gestos.

La foto es de Lissy Elle


martes, 17 de abril de 2012

Y otra vez el horizonte se ha puesto en el fondo de una novela rusa


Cuando eso ocurre no me queda más remedio que volver a Versión Celeste.


Orilla donde empiezan las conjeturas

Yo mantengo un silencio como un mapa de Oceanía
Tus cartas de calor me llegan sin hacer ruido
He viajado tanto que mis ojos tienen la pesantez de los frutos

El horizonte abre sus manos y alguna belleza se le vuela
moneda, moneda en sandalias de párpado frívolo
que luce y se gasta un poco en todas partes
Señor de cuarenta años ¿qué ve usted?

Yo soy un explorador
a quien un viento de otoño enjaula
Allí interpreto trozos de cielos y de nubes
empolvadas como botellas de un carácter soñador

Yo cuido de la lluvia que consagra tantas alas a tu paso
y el día que te sigue más leal que un tatuaje

En el interior de los seres hay numerosas avenidas
conduciendo a la misma estrella de mar golpeada
por donde la experiencia derrama sus tesoros a precio de coste

Las velas de la amargura se inflaman pero todavía nos queda un látigo de viento
para hacer una estatua bien orientada

La luna acaba de ser amada
en silencio
en silencio de claveles

Bello mármol oprimido de antaño

La tierra sumerje sus ojos en el origen de los árboles
pero yo te olvido según la dirección del viento.

Juan Larrea
traducción Gerado Diego.
foto Erik Johansson

jueves, 12 de abril de 2012

Mensaje




Entonces Barco dijo que la inclinación al humor siempre echaba todo a perder y que, al fin de cuentas, el contenido del mensaje no importaba, que lo fundamental era el mensaje mismo, porque lo importante de un mensaje no era lo que decía sino su facultad de revelar que había hombres dispuestos a escribir mensajes. Dijo que si un mensaje le daba tanta importancia al contenido no era en realidad un mensaje sino una simple información. "Lo mejor que puede decir un mensaje", dijo Barco,"es justamente, mensaje". Por lo tanto, aun cuando todo parece indicar que debiéramos escribir ¡Socorro!, propongo que escribamos Esto es un mensaje o lisa y llanamente mensaje.

Juan José Saer Cuentos completos.


miércoles, 11 de abril de 2012

A la Recherche del tamaño de la infancia.


“He intentado pensar en las cosas que tengo olvidadas y que están junto a las que recuerdo” había escrito Chesterton, y me pareció un buen propósito así que yo también lo intenté.
En realidad había empezado a intentarlo antes, el día que llego Tati en tren y nos sentamos a tomar un café en la terraza del que fue el bar de mis padres, en la puerta de la zapateria de mi tía y la casa en la que crecí, y todo me pareció muy pequeño.
Por eso la frase me deslumbró después, al día siguiente, y dicho y hecho, me puse a buscar.
Entre las cosas olvidadas encontré la escalera de caracol que subía al altillo de madera y que fue la imagen que acudió a mi cabeza cuando leí El Aleph, porque uno se apaña con las imágenes que tiene. Y apareció el altillo, lleno de cajas de zapatos en las que escondíamos nuestros tesoros, y ésta es la primera vez que me imagino cuántos botones, trozos de puzzle, cacerolitas, frasquitos y caramelos terminarían en casa del que sólo había ido a comprar un par de zapatillas. También recordé el orden en que se almacenaban los zapatos y el trabajo en equipo de subir y bajar los de verano o los de invierno. Volví a ver a la tía Emma, joven, leyendo Andalán, señalando cabreada un artículo con el dedo. Aquel lugar, eso yo no lo sabía entonces, era el hervidero político local. Y recordé minuciosamente la puerta de hierro pintada de negro y descascarillada. Y los coches rotos de mi padre aparcados enfrente, el pitido del tren, la bata blanca de la escuela, las coletas, y la luz, sobre todo la luz de todas las estaciones sobre la zapateria. Hasta he soñado con ella, me siento atrapada haciendo balance, vi el local tan pequeñ que me pareció una ofensa y necesito que recupere el tamaño real enumerando lo que había dentro.

martes, 3 de abril de 2012

Sobre la infancia, la imaginación y los juegos de ponerse límites



Días y días de lecturas mediocres quedan justificados cuando encuentro una o dos páginas de esas que me hacen dejar el libro y salir a dar un paseo.
Chesterton, como acostumbra, me conduce por un sendero iluminado amablemente a una conclusión polémica e inesperada. En este caso la justificación de su nacionalismo. Pero el camino me ha resultado delicioso, y el tema de la limitación y la creación es de mis preferidos.
A la vuelta del otro paseo, lluvioso, no he podido evitar ponerme copista.
Que aproveche:
"Me he peleado un par de veces con hombres mejores que yo, entusiastas de esa fantasía pueril sobre la realidad de la fantasía del niño. En primer lugar disiento de ellos cuando tratan la imaginación infantil como una especie de sueño; en cambio, yo la recuerdo como un hombre que sueña recordaría el mundo en que estaba despierto. En segundo lugar, niego que los niños hayan sufrido bajo la tiranía del cuento moral. Recuerdo muy bien la época en que la tiranía más espantosa hubiera sido arrebatarme aquellos cuentos morales. Y para aclarar esto, he de contradecir otra de esas conjeturas comúnmente aceptadas en la descripción romántica del amanecer del la vida. El asunto no es muy fácil de explicar; en realidad, he pasado la mayor parte de mi vida intentando explicarlo sin éxito. En cuanto al arsenal de libros mal construidos en lo que fracasé totalmente, no deseo detenerme, aunque tal vez, como definición general, podría resultar útil; y si no como definición, al menos como sugerencia. Desde el principio, me di cuenta-primero vagamente y luego, cada vez con más claridad-que la libertad se concibe como algo que simplemente funciona hacia fuera, mientras que para mí siempre fue algo que funcionaba hacia dentro.
La descripción poética de los primeros sueños de la vida suele ser una descripción del simple deseo de horizontes cada vez más amplios. Se supone que la imaginación se proyecta hacia el infinito, a pesar de que en ese sentido el infinito sea lo opuesto a la imaginación, porque la imaginación funciona siempre con imágenes. Y, por naturaleza, una imagen es algo que tiene un perfil y por tanto un límite. Sostengo, por paradójico que pueda parecer, que el niño no desea simplemente lanzarse por la ventana, volar por los aires o hundirse en el mar. Cuando desea ir a otros lugares, lo deseado siguen siendo lugares en los que nadie haya estado nunca. Pero en realidad, el asunto es aún más complicado. A la luz de los hechos, está claro que el niño está enamorado de los límites. Utiliza su imaginación para inventar límites imaginarios. Ni la niñera ni el ama de llaves le han dicho nunca que tenga el deber moral de pisar las losas alternas del pavimento. Deliberadamente, él elimina del mundo la mitad de las losas del pavimento para divertirse con el reto que se lanza a sí mismo. Practiqué ese juego con todas las esteras, tarimas y alfombras de la casa, y aun a riesgo de que me encierren por ello, he de admitir que aún sigo practicándolo. En ese sentido, siempre he tratado de recortar el espacio que realmente tenía a mi disposición; he intentado dividir y subdividir en esas felices prisiones la casa que podía recorrer con absoluta libertad. . Creo que en este capricho psicológico hay una verdad sin la cual el mundo moderno está perdiendo su principal oportunidad. Si observamos nuestros cuentos infantiles predilectos, o si por lo menos tenemos paciencia para releerlos, nos damos cuenta de que sostienen este punto de vista, a pesar de que durante mucho tiempo se haya pensado que apoyaban el punto de vista contrario. El encanto de Robinson Crusoe no está en que logre encontrar el camino hasta una remota isla, sino en que no puede encontrar el modo de salir de ella. Esto es lo que dota de interés y emoción a todas sus posesiones en la isla: el hacha, el loro, las armas y el pequeño depósito de grano. La historia de La Isla del Tesoro no es el testimonio de un vago deseo de embarcarse en un viaje por motivos de salud. Termina donde empezó, y empezó con Stevenson dibujando un mapa de la isla con todas sus bahías y cabos, recortados tan nítidamente como si fuera una greca. Y el eterno interés que despierta el Arca de Noé, considerada como un juguete, se debe a que transmite la idea de solidez y aislamiento, de criaturas fantásticas y lejanas entre sí, encerradas juntas en una caja, como si se le hubiera encargado a Noé que metiera la luna y el sol en su equipaje. En otras palabras, es exactamente el mismo juego que yo practicaba cuando apilaba todo lo que quería en un sofá e imaginaba que la alfombra que tenía a mi alrededor era el mar.
Este juego de ponerse límites es uno de los placeres secretos de la vida. Como dicen los manuales sobre este tipo de entretenimientos, se puede jugar de varias formas. Una buena forma de jugar es mirar la estantería de libros más cercana y preguntarse si uno se divertiría suficientemente con esa colección aleatoria de libros en el caso de no tener otros. Pero el elemento dominante es siempre ese principio de división y restricción que comienza como el niño jugando con las losas del pavimento. Insiste en esto porque, en lo que a mí respecta, debe entenderse como algo auténtico y firmemente arraigado si pretendo que tengan sentido el resto de opiniones que he expuesto sobre este asunto. Si alguien dice que he basado mi filosofía social en los juegos de un niño, estoy dispuesto a inclinar la cabeza en señal de asentimiento y sonreír.
Es importantísimo insistir en que no sé con exactitud en qué momento de mi infancia o de mi juventud la idea se consolidó como una especie de patriotismo local. Por su propia naturaleza (o quizá por algo mejor), un niño tiene la idea de fortificar y defender las cosas,; la idea de decir que es el rey del castillo, pero, sobre todo, de alegrarse de que el castillo sea tan pequeño. Pero como mi tesis sostiene que hay algo muy real detrás de todos esos primeros movimientos de la mente, no creo que me sorprendiera descubrir que este instinto se correspondía con una idea. Por una curiosa coincidencia en mi vida, acababa de nacer en mí algo parecido a una idea personal cuando descubrí que se afianzaba y sostenía en una idea colectiva. Si desde entonces he recurrido a las ideas colectivas, es decir, a lo que está fuera de mí, he intentado también explicar que lo más importante de todo aquello ya estaba en mi interior desde hacía mucho tiempo; tal vez desde mucho antes de que yo me diera cuenta."
G.K.Chesterton Autobiografía
Robert-Delaunay