martes, 22 de junio de 2010

Sobre escribidurias


Los estados de ánimo tienen que ver con la permeabilidad, con la resistencia que algunas sustancias químicas cerebrales ofrecen al exterior, ya que cambian la textura y el tamaño de lo que nos rodea. Cuando tenemos la impresión de que todo es siempre igual y se ha consumido mil veces es verdad, estamos haciendo café de recuelo, una y otra vez, eso en psiquiatría se llama recaptar la serotonina.

No hay que confundir la depresión con la tristeza, no hay tristeza importante que no se entrevere con sonrisas, la tristeza nota mil matices en lugar de remitirse una y otra vez a las mismas impotencias.

En todo caso no sé porque cuento todo esto, hoy no estoy triste. Y eso que estamos en época de despedidas, Miguel se despide en el blog, Daniel va a dejar de escribir definitivamente, la niña Berdor Corrales no me escribe nada, aunque yo sé que lleva un imán de sentidos en la cabeza, como María José, Carmen tuvo que irse antes de tiempo por su lío de interculturalidad y bibliotecas, y también se fue Pilar, pero sigue Rocío, hicimos piña, Daniel y Rocío se vienen al molino y no van a tener la oportunidad de agujerear la vida (literaria) con vacaciones, que decía Musil. Menos mal que Elena y Juliana están imantadas por Dolores Koch, llevando al ápice cada historia y bordando hiperbreves, y que Pedro va raudo, fue abducido en la primera conversación por esas chicas y el chico, Cesar, que uff, qué rico, tira con agilidad de su historia, y también gracias a que encontré a la enormísima Bea en clase después de muchos meses, apareció el día de mi cumpleaños con una tela preciosa y kilométrica que me había encontrado en la India, y con muchas sorpresas que enseguida le urgirá contar.

Otro alivio es que ninguno de los mencionados tiene como prioridad vital ser escritor, aunque tienen como prioridad vital contar y escribir.