viernes, 4 de agosto de 2017

Hoy Larrea.







De alguien con quien compartes una pasión siempre esperas que te desvele otras. Tiene sus cosas el fb, va tejiendo relaciones estrechas y en silencio con aquellos que tienen nuestras neurosis, pero también nos desbrozan nuevos senderos. Eugenia Cabral siempre me devuelve a las ganas de Juan Larrea. Así que esta mañana me ha parecido algo personal encontrar la portada de su libro.

Acaba de salir Juliana rumbo a La Plata después mostrarme estos días un montón de caminitos despejados. Comunicarse bien es caminar al alcuerce. Hacía meses que sabía que la banda me guardaba un regalo argentino con rizos, pero se quedaron cortos. Ensegudita voy a encargarle el libro de Eugenia. Para envenenarla de Larrea. 

Ah, gracias, Jesús, por visitar la tumba de mi abuelo.



Aunque bajo el temor

En el fondo estas mujeres necesarias del frío
estas mujeres sin recuerdos más allá de los abedules
palidecen sin saber por qué

El cielo en cambio está enfermo de pizarras
y sus cabellos caen como pozos de mina

El cielo el cielo ingeniero amigo mío
construirás un velero con el soplo que me anima
puesto que el reloj hace el dragado de nuestros fastidios
y su círculo viene a ser nuestra corona a menudo de espinas

Sobre el horizonte de ciego que la hora mojada tentalea
los pichones se conducen como segundas intenciones
empleando hasta el final la mano de obra del otoño

Aunque la tarde haga sus víctimas
si tú no temes el deterioro de los mares
ven con tus párpados hinchados por un aire familiar
ven a expandirte como los autores de cartas anónimas


Sol de las cumbres sol

El corazón viene a encallarse en su forma habitual

La transparencia viaja a lo largo de sus brazos
la transparencia prolonga una vida sin amargura
es en el lecho de su lago
un pedazo de ella misma de ella misma rodeada
centellear de las sombras alud inimitable
el ámbar desnudo de la vida ya no ofrece resistencia

(Una mirada nos separa
un día hermoso nos enluta
porque edificas tu casa
con todo lo que de mí mismo ignoro)
Traducción de Carlos Barral