martes, 20 de julio de 2010

Sábado


Mi madre suele decir cuando la piropean:

-El que madrugue por verme ¡qué poco sueño tendrá!

Y a mi me encanta esa enérgica modestia, luego siempre me acuerdo de esa frase cuando quedo para

desayunar tempranito, una buena costumbre de adquisición salvadoreña.

Quedé a desayunar con Susi, o María Jesús (depende de qué etapa de su vida hablemos y con quién se

llama de una manera) y volví a comprobar que a esas horas de la mañana se mezclan las hondonadas

mentales de la noche anterior con hilachas de sueño, pero ya hay borbotones de oxigeno iluminando los

bajos fondos y aromatizándolos con salvia, menta, albahaca y otras hierbas de ese histórico jardín.

Cuando hicieron la casa era como una prótesis extraña que le había salido al campo, se perdía la

mirada, alrededor de aquella planicie sólo había dos topes: la torre y el castellar. María Jesús plantó

árboles: muchos chopos, manzanos, perales y ciruelos, pero los árboles no fueron lo único que creció en

estos 30 años, también crecieron los edificios alrededor ¡es una obsesión en este pueblo tapiar el

horizonte!

-Lo peor fue cuando subieron aquellos dos pisos más y dejé de ver la torre, me dí cuenta por el camino y

no paré de llorar en toda la tarde.

Me dice cuando damos un paseo para ver el huerto y recoger las ciruelas del desayuno.

-Te voy a contar cosas que igual sabes pero te las voy a contar hiladas, últimamente tengo una especie de

clarividencia sobre mi pasado, han empezado a tener sentido y contener explicaciones muchos hechos

que aislados no conseguía interpretar.

Y cuenta y cuenta, haciendo bolillo de semanas, eso fue en lunes, pero el miércoles, y cambiamos de año

y de mes, no hay prisa y no vamos a olvidarnos, ni ella ni yo, de nombrar con exactitud la conclusión de

aquel lejano viernes pendiente, no se nos lleva a nosotras una volada de aire digresivo.

María Jesús se viene conmigo de vacaciones, y no hay nadie que estimule más mis glándulas narrativas.

Luego nos fuimos a Pirineos Sur y bailé hasta de capirote, disfruté una barbaridad de la chaqueta y de los

gin tonics con hielo de gasolinera. Estuve mirando para ver si caían estrellas fugaces, pero nada, sólo

aviones vi, me tengo que preparar para las noches molineras de lluvia de estrellas y de desear hasta el

hartazgo, de irme a la cama aborrecida de deseo.

Rachid Taha, gran músico por encima de su leyenda de polémicas, dijo:

Si la musique est la chose unique qu'europa peut traverser sans des difficultés, Europa de l'époque et ses

pays sont une merde

Et je suis d´accord.

Ni te vas de pronto ni vuelves de golpe. Cuando me aburro en algún sitio siempre pienso que me estoy

aburriendo lo suficiente, el tiempo que parece de más aporta la dosis suplementaria, la que hace que

lugares, gestos, olores y gentes se anclen en la memoria. Se vuelve poco a poco y eso, que fue una

certeza durante el desayuno en casa de María Jesús, volvió a confirmarse luego, cuando terminó el concierto,

volví la cabeza y vi a Javier Losilla. La misma persona a la que veía al volverme en todos los conciertos desde los

19 años.

Hay días en los que es más agradable seguir volviendo.