miércoles, 2 de abril de 2014

De no epitafios.







Acaba de llamarme mi prima Sandra, quiere que piense un epitafio para la lápida de su padre. A ella le parece muy soso lo de “no te olvidaremos” pero, según me cuenta, y luego compruebo con mi propio teléfono, el entorno es un alarido:

-Eso se pone, ¡eso se pone en todas las lápidas! no vengáis con originalidades.

Repite la parentela alborotada.

No abunda la buena lectura en nuestros cementerios. Aquí es pecado distinguirse en vida y después. Que no se te suba más de la cuenta la autoestima, que tienes a toda la tribu enfrente para bajártela aunque sea a bofetadas. Todo eso me ha recordado que oí decir en una entrevista a Labordeta:

“¡cómo seremos los aragoneses que nosotros ganamos un diputado y del susto disolvimos el partido! “