viernes, 30 de julio de 2010

jueves, 29 de julio de 2010

Gazpacho de memoria, sin libreta


Preguntas pendientes para Amanda:


¿Qué es un retardador de cuerpo? ¿por qué una individua de 19 años necesita una crema que se llama retardador de cuerpo? ¿qué llega antes que el cuerpo si utilizas esa crema? y ¿a dónde?


Al hilo de la pregunta para Amanda:


Me corté el pelo siendo bien pequeña porque no soporto el dolor, y el pelo duele, al menos aquella mata desorganizada y tupida. Los tirones siguen siendo uno de los peores recuerdos de la infancia, ese dolor pequeño y repetido, obligatorio, desquiciante, pero aún así me dio tiempo para hacerme algún moño. Llevando uno descubrí unas orejas enormes en el espejo que no podían pertenecerme. Cómo una golosina metamorfosica, cómo un bebedizo, encontré entre los potingues de mi tía una crema para disimular las orejas y me las embadurné. Era para las ojeras y parece un chiste fácil, pero aún así no me he quitado la desconfianza, ni con semen de galápago virgen me persuaden.


Yo ya estaba superada por los recuperadores de rizo y ahora esto del retardador de cuerpo me tiene plipada.


Me cuenta mi madre:


Se ha despertado tu padre en décimas de segundo, no como siempre, me ha mirado con ojos de culebra y me ha dicho

-No sé como puedo tener una hija así, es igual que tú

-¿Cuál?

Le he contestado. Y parece que le he ganado la batalla, se ha dado la vuelta y se ha vuelto a dormir.


Un niño a otro en el parque después de un empujón:


Cuida que soy un ser vivo


Y los premios por otra semana tórrida en Madrid han sido


muchos y todos bien conversados, pero fue buenísima la cena con Gonzalo y Blanca, plática lúcida y sin embargo risueña, rica en matices, nada maniquea teniendo como reto al personaje y el país más conflictivo del momento. ¡Qué rico que te cuenten dos buenos observadores templados lo que ven mirando con atención Venezuela (desde allí) y qué fino el análisis sobre el poder narratológico de Chavez ! Luego hablamos sobre todo lo demás, y ya nos resultó hasta fácil.


También tuvimos una fiesta de celebración no-proyecto


Lewis Carrolliana y premolinera.


Síntesis y en el camino

sábado, 24 de julio de 2010

Esencia y Hermosura


Como me gustan las transgresiones pequeñas voy a pegar aquí, antes de hora, una reseña que es para Literaturas y aún no se ha publicado. Privilegios de saber que pasas desapercibida.

Me tomé a pecho esa reseña en la que intentaba decir sobre preocupaciones fundamentales aprovechándome de Ullán y la Zambrano.

Ahora estoy leyendo Automoribundia, lo empecé hace muchos años y tanto me gustaba que no lo pude terminar. Eso me ha pasado con frecuencia, no poder terminar libros que me estaban apasionando. En breve me aplico un psicoanálisis literario. De momento estoy disfrutando muchísimo con ese disparadero verbal infinito de Gómez de la Serna. Quizá sean mecanismos ahorrativos, incluso puede que sea una tacaña y haya estado guardándome para ahora esas lecturas inconclusas, buen tema para la gran cena de mañana.

Ya, ahí va, la reseña:

Galaxia Guttemberg acaba de publicar Esencia y Hermosura, la antología de textos de María Zambrano que nos legó José Miguel Ullán. Para sus lectores de siempre no será mera relectura, es distinta la expedición hasta la Zambrano cogido de la mano de Ullán. Para los que no la conozcan será un viaje al numen de otro viaje, el de una mujer muy ambiciosa, tan ambiciosa que dedicó su vida a buscar la razón poética.

En el relato prologal, que José Miguel Ullán quiso que se publicara después de su muerte (esperar a la muerte para decir, esperar, una delicadeza alquímica que transmuta la biografía en relato), nos cuenta una historia de amistad.

Cuenta primero el encuentro, la revelación, cada gesto de ese día de absoluto de 1968, cuando llegó a su casa en la ladera del monte Jura con José Ángel Valente y otros amigos, bien retratados, pero menos conocidos (“yo entré en tu casa, no tú en la mía”, le diría luego doña María, y también le confesó que no se atrevía a regalarle La tumba de Antígona, “por temor a que en la dedicatoria le saliera un mamarracho”).

Con buen criterio, para seguir informando sobre el conocimiento mutuo, en el segundo capítulo Ullán elige un tema: la voz, el encanto de la flauta mágica. Cuenta que siempre sintió la necesidad con la Zambrano de “darla a oír”, algo que le fue posible, después de muchos intentos, en una entrevista que emitió Rne1 y Rne3 el 13 de junio de 1981 (y que no he logrado encontrar) y sin duda ahora, en este libro.

Pero en el prólogo no se habla sólo de María Zambrano, y no se reproduce sólo su voz: aparecen también aquellos a los que conocieron y que “sabían contar anécdotas porque les sobraba memoria de lo leído y de lo vivido”, y hasta algunos que no sabían. El prólogo-relato responde a muchas preguntas. ¿De qué hablaban José Miguel Ullán y María Zambrano? ¿De qué hablaba María Zambrano con Lezama Lima? ¿Y con Octavio Paz? ¿Y doña María y Juan Soriano? ¿Y con Ortega y Gasset? ¿Y con Araceli, con Valente, con Machado, con Lorca, con Ramón Gaya, con León Felipe, con Max Aub? ¿De qué hablaban? ¿De qué habrán hablado aquellos que alcanzaron la más extraordinaria, por rara, fortuna: una vida bien conversada?

Ullán nos acerca a los centros imantados de las conversaciones y los textos de la Zambrano, aquellas ideas, por ejemplo, que se articularon alrededor de algo que le dijo Octavio Paz: que hablaba como escribía, y que Doña María, para quien tan importante era el decir, negaba rotundamente, porque, “sobre todo, el que escribe quiere decir el secreto; lo que no puede decirse con la voz por ser demasiado verdad; y las grandes verdades no suelen decirse hablando. La verdad de lo que pasa en el secreto seno del tiempo, en el silencio de las vidas, y que no puede decirse. “Hay cosas que no pueden decirse”, y es cierto. Pero esto que no puede decirse, es lo que se tiene que escribir”.

Se cuentan cosas importantes tanto en el texto como en las notas a pie de página, unas notas que ni se juntan ni se separan del relato y que recogen, por ejemplo, lo que dijeron otros al conocerla. Cortázar, dijo: “es tan genuina que parece un fantasma”. El relato termina con el viaje que Juan Soriano y Ullán hicieron a Polonia. Allí cuenta Soriano que, en todas las semblanzas que ha leído de la Zambrano, ésta aparece “hecha un merengue”. Una razón más para leer este retrato que nos la presenta viva, imperfecta e increpando:

“Pero bien sé que ella, obediente al oído y al amor, fue enteramente libre en su singular decir, en el cual convivían, hermanados, la compasión, el humor y el enigma, entre muchas otras cosas aún a la espera de un nombre. Hablaba para ver por qué. Hasta reconocerse mediadora (“y no digo más”) al sacar a la luz y entregarnos ese sonido que sólo en sueños se deja oír”.

Porque la razón poética para María Zambrano, también para Ullán, era “la voluptuosidad del pensamiento bien movido e iluminado”.

En la antología se incluyen unas cartas inéditas a Juan Soriano y muchísimas joyas más; no hace falta seguir recomendando a María Zambrano.

martes, 20 de julio de 2010

Sábado


Mi madre suele decir cuando la piropean:

-El que madrugue por verme ¡qué poco sueño tendrá!

Y a mi me encanta esa enérgica modestia, luego siempre me acuerdo de esa frase cuando quedo para

desayunar tempranito, una buena costumbre de adquisición salvadoreña.

Quedé a desayunar con Susi, o María Jesús (depende de qué etapa de su vida hablemos y con quién se

llama de una manera) y volví a comprobar que a esas horas de la mañana se mezclan las hondonadas

mentales de la noche anterior con hilachas de sueño, pero ya hay borbotones de oxigeno iluminando los

bajos fondos y aromatizándolos con salvia, menta, albahaca y otras hierbas de ese histórico jardín.

Cuando hicieron la casa era como una prótesis extraña que le había salido al campo, se perdía la

mirada, alrededor de aquella planicie sólo había dos topes: la torre y el castellar. María Jesús plantó

árboles: muchos chopos, manzanos, perales y ciruelos, pero los árboles no fueron lo único que creció en

estos 30 años, también crecieron los edificios alrededor ¡es una obsesión en este pueblo tapiar el

horizonte!

-Lo peor fue cuando subieron aquellos dos pisos más y dejé de ver la torre, me dí cuenta por el camino y

no paré de llorar en toda la tarde.

Me dice cuando damos un paseo para ver el huerto y recoger las ciruelas del desayuno.

-Te voy a contar cosas que igual sabes pero te las voy a contar hiladas, últimamente tengo una especie de

clarividencia sobre mi pasado, han empezado a tener sentido y contener explicaciones muchos hechos

que aislados no conseguía interpretar.

Y cuenta y cuenta, haciendo bolillo de semanas, eso fue en lunes, pero el miércoles, y cambiamos de año

y de mes, no hay prisa y no vamos a olvidarnos, ni ella ni yo, de nombrar con exactitud la conclusión de

aquel lejano viernes pendiente, no se nos lleva a nosotras una volada de aire digresivo.

María Jesús se viene conmigo de vacaciones, y no hay nadie que estimule más mis glándulas narrativas.

Luego nos fuimos a Pirineos Sur y bailé hasta de capirote, disfruté una barbaridad de la chaqueta y de los

gin tonics con hielo de gasolinera. Estuve mirando para ver si caían estrellas fugaces, pero nada, sólo

aviones vi, me tengo que preparar para las noches molineras de lluvia de estrellas y de desear hasta el

hartazgo, de irme a la cama aborrecida de deseo.

Rachid Taha, gran músico por encima de su leyenda de polémicas, dijo:

Si la musique est la chose unique qu'europa peut traverser sans des difficultés, Europa de l'époque et ses

pays sont une merde

Et je suis d´accord.

Ni te vas de pronto ni vuelves de golpe. Cuando me aburro en algún sitio siempre pienso que me estoy

aburriendo lo suficiente, el tiempo que parece de más aporta la dosis suplementaria, la que hace que

lugares, gestos, olores y gentes se anclen en la memoria. Se vuelve poco a poco y eso, que fue una

certeza durante el desayuno en casa de María Jesús, volvió a confirmarse luego, cuando terminó el concierto,

volví la cabeza y vi a Javier Losilla. La misma persona a la que veía al volverme en todos los conciertos desde los

19 años.

Hay días en los que es más agradable seguir volviendo.

jueves, 15 de julio de 2010

Rachid Taha




Este año en Pirineos Sur me ha tocado, el próximo sábado, noche árabe, está mucho más cerca de aquí el mundo en julio, menuda fortuna tenemos los que vivimos cerca del Pantano de Lanuza.


miércoles, 14 de julio de 2010

Abstracciones gansas de la libreta





-Recordar la distinción que hacía Spìnoza entre bien/bueno mal/malo. Todas las catástrofes comienzan mucho antes y siempre son apadrinadas por las pretenciosas ideas del bien y el mal.

-Todo está compartimentado en cajones que se subdividen en cajones y se meten en cajones más grandes, pasamos la vida vertiendo el contenido de los unos en los otros, creyendo pensar, esperando que las tareas infinitas nos conviertan en inmortales.

-A veces recurrir a la abstracción, incluso generalizar, es un acto de sutileza. Conviene no regocijarse en los detalles de esas historias que repugnan al sentido más común pero llegan disfrazadas de razón, maquilladas de bondad y titilando abalorios de lógica infusa.

-Cada cual sitúa donde puede o aprende a situar sus zonas erógenas. La aspiración sería, claro, tener un orgasmo por cada poro, pero escribir es suficientemente orgásmico, tienen su enjundia aliadas la libido del ojo y la del oído.

-Hay que saber a quién suenas, que el oído es traidor y tacaño, reutiliza y reutiliza y, aunque no está mal sonar como otros, escribir es intentar tocar las líneas de alta tensión y prolongarlas, es recomendable saber que siempre se suena como otros y si es posible identificarlos.

-Imitar por imitar es una tontería, hay que copiar descaradamente pero no sabiéndolo, cuando lo consigues ya has desaparecido en el vientre de un animal mayor y te puedes poner a escribir.

-Antes me hacía entrevistas antes de dormir, ahora aíslo minutos de absoluto, he llegado al convencimiento de que son mucho más rentables que el éxito, la gloria o los aplausos, y no encogen.

La imagen es de Julian Opie

viernes, 9 de julio de 2010

Trucos para atravesar la canícula



Alejandra, la sobrina de Inma, que tiene once años, ha sido el regalo inesperado. Se escucha con tanta atención a las tías que las tías, sabiéndose escuchadas, no pueden evitar abrir el cajón de los zapatos, subirse a tacones desde los que recuerdan los peores vértigos, bajarse a unas chancletas, comprobar las sandalias de cada fiesta, ascender a viejas plataformas y, sobre todo, llegar hasta las zapatillas de seda de una noche de boda que no merece ser adjetivada, muchísimo menos hoy que, gracias a la carcajada de tía y sobrina, irán por fin al basurero.

Inma pasa a los sombreros y se cuela la historia del apartamento diminuto que le vendió a una monja de clausura, Alejandra escucha embobada, nos ha explicado diez o doce sombreros sin dejar de lado a la monja que decidio dejar el convento a tan avanzada edad, entonces ha llegado a un maravilloso abanico de plumas de ganso, que, por supuesto, Alejandra heredará, luego ha contado más cosas de aquella señora que no necesitaba más trozo porque después de vivir en una celda todo le parecían opulencias, hasta aquel trastero le resultaba demasiado grande, un dispendio que aceptó porque quería volver a vivir en su barrio.

Mi tía Aurora aún nos traslada muchas millas, nos mete en unas zapatillas que durante los años de la guerra teñía una y otra vez con blanco españa, como si en la apariencia de las zapatillas impolutas se acumulara toda la dignidad desde la que luego salio corriendo hacia la ciudad condal. Quién sabe si la tía Enma puso la zapatería inspirada por el simbolismo de aquellas zapatillas, es la pequeña y es minuciosa, cuenta como una documentalista, necesita muchos detalles, nombres, fechas y datos, que revisa, repite y coteja mientras Carmen le pisa el discurso porque domina el absurdo aragonés (que otros llaman surrealismo) el descalabro verbal con ritmo y algún silencio somardon, el mismo truco en la misma historia en el que volvemos a picar (si está por allí Arse, mama gata, con esa posesión del tiempo y esa voz, es ella quien dirige la orquesta verbal de las Aina) Las tías suenan mejor cuando el calor aprieta, cuando fabrican oscuridad con toldos, persianas, sandía, café y helados a partir de las cuatro de la tarde. Sólo oyendo historias en lo oscuro se consigue olvidar una de que hay cuarenta grados fuera y han transcurrido otros tantos años desde las primeras versiones, las del hueco de la escalera en casa de la abuela.

El lujo de las tías y las sobrinas en verano, en Tabuenca, en Navaleno, en la Ponderosa, y también en Parador del Sol.

viernes, 2 de julio de 2010

Dos meses de viernes




Nunca he conquistado la certeza de estar de vacaciones, tengo la sensación durante todo el verano de que es viernes.

Y se está mucho mejor que en diciembre, por ejemplo, que es un mes de domingos.

Habrá que inaugurar el primero con alegría.