-Recordar la distinción que hacía Spìnoza entre bien/bueno mal/malo. Todas las catástrofes comienzan mucho antes y siempre son apadrinadas por las pretenciosas ideas del bien y el mal.
-Todo está compartimentado en cajones que se subdividen en cajones y se meten en cajones más grandes, pasamos la vida vertiendo el contenido de los unos en los otros, creyendo pensar, esperando que las tareas infinitas nos conviertan en inmortales.
-A veces recurrir a la abstracción, incluso generalizar, es un acto de sutileza. Conviene no regocijarse en los detalles de esas historias que repugnan al sentido más común pero llegan disfrazadas de razón, maquilladas de bondad y titilando abalorios de lógica infusa.
-Cada cual sitúa donde puede o aprende a situar sus zonas erógenas. La aspiración sería, claro, tener un orgasmo por cada poro, pero escribir es suficientemente orgásmico, tienen su enjundia aliadas la libido del ojo y la del oído.
-Hay que saber a quién suenas, que el oído es traidor y tacaño, reutiliza y reutiliza y, aunque no está mal sonar como otros, escribir es intentar tocar las líneas de alta tensión y prolongarlas, es recomendable saber que siempre se suena como otros y si es posible identificarlos.
-Imitar por imitar es una tontería, hay que copiar descaradamente pero no sabiéndolo, cuando lo consigues ya has desaparecido en el vientre de un animal mayor y te puedes poner a escribir.
-Antes me hacía entrevistas antes de dormir, ahora aíslo minutos de absoluto, he llegado al convencimiento de que son mucho más rentables que el éxito, la gloria o los aplausos, y no encogen.
La imagen es de Julian Opie
2 comentarios:
Me encanta, Marta, cuando dejas aparecer a la inteligentísima Marta, etiqueta deleuziana incluida.
También Picasso lo dijo: "los buenos artistas copian, los grandes roban".
Un abrazo.
Gracias Bel, mira que exageras.
besaaaaaaaaazos
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