domingo, 2 de septiembre de 2007

David




¡De los intentos de permanecer quieto!, decía, y he terminado comiendo con Carlos, me lo he encontrado "en la otra casa", había venido a ver a mi madre. Hemos comido en un restaurante colombiano tan bien ambientado que a ninguno de los dos nos hubiera extrañado salir a la calle y estar en la Zacamil. Ha sido una comida productiva, hemos estado hablando de David. Desde que me enteré de la muerte de David, el pequeño comandante, he tomado más conciencia de que él es lo más cercano a un mito con dos piernas que voy a conocer en mi vida, es una sensación de privilegio extraña, difícil, noto que debo hablar de David, ¿retratar a David?.
Ya empecé, a mi modo, de soslayo, poco antes de enterarme hace quince días por Marisa de que había muerto, en la cama, de un cáncer raro.

-Marisa dice que David era un guru. ¡Qué extraño decir era!. Yo estoy de acuerdo pero además me parecía un chaman y un místico. Todos los que lo conocimos sabemos que David no era de este mundo Marta.

Me dice Carlos y se ríe.

-Palabra de Indio

-Pero tampoco nos impresionaba que no fuera de este mundo, no nos impresionaba nada. Una vez baile con David, luego siempre le di calabazas, aún recuerdo como me recorrían extrañas ondas magnéticas.

-Además de David tu sabes más cosas, siempre he pensado que a ti te dejó conocerle, puedes empezar por hacer memoria con nosotros. ¿Tendríais problemas concretos?. ¡Hablasteis durante casi tres años ininterrumpidamente!. Si hasta notas tendrás. Haz memoria. Nosotros te podemos dar información muy concreta, de la guerra, antes de que lo conocieras, él era el responsable de las FAL, una escuela militar del Frente en Chalate, y Chalate era la zona más dura, ser místico, guru y chaman no estaba reñido con ser estratega militar entonces.

-Y cura

-Eso y cura.

Tuvimos problemas concretos, muchos, ¡como no los vas a conocer!, el que más recuerdo era con un chaval de dieciséis años que había violado a las hijas de su compañera, que tenían trece y catorce.David me pidió consejo pero tenía su decisión tomada. No lo iban a denunciar, había que hablar con él, y con las chavas, había que averiguar si eran o no violaciones primero, era normal que hubiese habido connivencia por parte de las chicas, al final el padrastro era casi de la misma edad, y era posible que ellas lo hubieran contado porque en aquella casa lo que había era una disputa, o simplemente un juego que a veces se desequilibraba.

-Y cuando sepamos realmente que pasa, entonces podremos actuar, usted con sus armas y yo con las mías Marta - me decía el comandante. No dude que las tenemos.

Cuando me decía aquello todavía me sentía más inerme, recuerdo que aquella noche miraba el caño desnudo de la única tubería que soltaba cuatro gotas, acababa de lavarme las manos con un jabón que había traído Mariantonia de un hotel de cinco estrellas. Me olía las manos, miraba el caño y aun entendía menos. No era solo entender que el sexo era otra cosa allí, y era otra cosa la muerte, y era otra cosa reproducirse; las fronteras estan menos definidas-como en la chabola de
Tiempo de Silencio- pensé , y me di cuenta de que no había entendido nada.

-Aquí las cosas son bastante terribles, pero fuera de aquí son peor, aquí podemos hablar con él, no es mal chamaco, si va a la cárcel desaparece, nos lo cargamos, y destruir una vida con una decisión luego pesa.

Estábamos sentados en el porche de la casa comunal que era mi casa. Y oíamos las carcajadas en la champa de al lado, en la que se desarrollaba el embrollo.

-Oiga Marta, y no me juzgue. Esos no suenan mal. Se ríen. Tienen tortillas y frijoles y se ríen, la madre anda panzona, y los chicos juegan, y juegan. El padrastro es otro chico.Lo tiene en clase y lo sabe. Aquí el sexo es animal, sin dramatismo, sin consecuencias, sin Freud, sin Shakespeare. Ahora bien, tiene razón: surgió un problema, tendremos que resolverlo porque es social, y este desvergue de que todo el mundo vaya regando hijos, sin tener siquiera que salir de la casa, es grave, sobre todo para las mujeres, y si no se cuenta con ellas ya no hay nada que contar, y una cosa le voy a decir, aquí esto hay que hablarlo con Albertina y que convoque una reunión con las mujeres. Y usted sabe que hay que pensar a corto, medio y largo plazo. Y no hay que pensar en lo que el problema tiene de uno, sino en lo que esconde de todos.

Me dijo, y yo no dije nada..

-¿Y de qué más hablabais?

-De filosofía, a mi me quería en realidad para hablar de filosofía. Wintgesnstein lo llevaba de culo. Recuerdo noches y noches cenando en ranchones de vuelta a San Salvador desde Chalate. Mezclaba con todo su obsesión por Wintgenstein aquella temporada, pero siempre tenía sentido oírlo pensar en voz alta, otro sentido, nunca podré reproducirlo. Tambien me hablaba mucho de su estancia en Rusia, y en Vietnam. Una de aquellas noches la PNC nos registro a ver si llevábamos armas. Yo creía que no, claro, pero El Petit empezo a desmantelar el coche y había de todo, largas, cortas, en fin, estaba sentada encima de un arsenal, legal, eso si.

-Si podrás. A Marisa casi la volvió loca, estaban los dos en la mesa de los acuerdos de paz, y David seguía en su nube, tranquilito, poniéndolos nerviosos a todos. Yo creo que con nosotros descansaba por lo que dices, porque sabía que no lo reverenciabamos, que nos reíamos de él y con él, el petit, sonrisa plateada, le decíamos de todo. ¿Te acuerdas que peleas con su busca cuando tenía que venir a pagarnos?, y luego nos quedabamos sin agua y aparecía el comandante con el picap lleno de guacales. Lo dicho, era un estratega.

-Era pragmático y era utópico, estaba convencido de haber encontrado la intersección entre las dos cosas. Y a veces tenía razón. Sigo creyendo que iba bien. La cooperativa funcionaba, la gente vivía un poco mejor en Las Minas, unian fuerzas, otro día te cuento el robo del ganado.

-Claro, pero sobre todo lo que tenía David era gente. David tenía una base social. Y tu sabes porque tenía a tanta gente de su parte, entre otras cosas porque los conocía, o todos se sentían conocidos, únicos, atendidos por él.

Bueno, por hoy vale de David, que me voy a leer los periódicos, aún me están esperando en la terraza.