jueves, 7 de agosto de 2014

No sé si tendré que renombrarme.




Apenas incurrimos en la realidad estos días, leemos los periódicos, sí, pero a escondidas.  En pocos minutos ventilamos lo que sigue habiendo y empeora, generalmente acodados en la mesa de la cocina que tiene la altura exacta para eso, para juntar las cabezas y hacer muecas.

"No más de una barbaridad al día. Por favor. Y abreviando, sin divagación, que ya hemos hablado mucho de todo, sufi con gestos, son vacaciones"

"Parece que se han llevado a dos yankis infectados a los estados y con un suero han remitido los síntomas del ébola. Vaya, que sólo encontraran la vaina cuando suba al norte, eso ya lo sabemos"

Hoy nada, había fondue.

Ya no nos desgastamos rabiando, apenas nos repetimos, y al rubio le sabe fatal que esto se llame la mujer sin atributos, dice que eso no está vigente en mi vida, que pertenece a una fase de crítica que he superado ampliamente. 

Y primero me inflo y luego siento como pesa el aire inhalado. Hundirse y flotar, no hay de otra, chamaco.

"No te digo que yo no reconozca a Musil y todo eso, no te equivoques, no estoy haciendo una lectura superficial y sé perfectamente como se articula en tu discurso, pero hay que pensar desde la propia época, histórica y vital, y a ti te pudo servir en un momento, pero ya no te sirve, porque lo que nos permite expresarnos no nos permite expresarnos siempre, toda la vida. No me jodas Marta, si queriendo huír de etiquetas te etiquetas, te cosificas pues. Hay otra fase después de la crítica y llevas mucho tiempo en ella, piénsalo y cambia tu etiqueta porfa"

Eso fue hace unos días pero me acabo de acordar, estoy con efecto retardado, hasta los golpes del barrancazo me han empezado a doler después. Lu asintió, yo me puse a dudar y nos finiquitamos la botella de whysky entre los tres, como si todo estuviera muy claro. Y  no sé yo, siempre me ha ofuscado esa bebida.