viernes, 18 de septiembre de 2015

Lecturando

 Ricard  Canals




Estoy leyendo mucha prosa de gentes a las que sólo había leído como poetas. Creo que releeré “Los cuadernos de Laurids Brigge”, estoy segurísima de que Lezama también lo hizo. Fui de sorpresa y sorpresa con los paralelismos entre la novela de Rilke y “Paradiso”. Me cortó el resuello la coíncidencia entre las “escenas vivas” de las dos. Pero sobre todo me impresionó que arrancaran con la misma situación: un niño  se pone enfermo cuando sus padres han salido de fiesta. La potencia de ese primer terror, el primer encuentro con la soledad y con la posibilidad de la muerte, y el reencuentro con los salvadores. 

Sospecho que es un impacto fundacional ese momento y que nos sucedió a todos. Que producirlo es una de las misiones de la fiebre.

En mi fiebre sin padres había un señor desconocido sentado en la cama, alguien a quién aún recuerdo aunque nunca existió. Menos mal que pronto se convirtió en mi madre metiéndome en la bañera.

Esa Arse siempre que nos subía la fiebre, y ante la cara de terror de mi padre, nos echaba al agua.

También tiene mucha prosa y muchos diarios la Pizarnik, que por ahí me espera.