martes, 1 de enero de 2008







No sé si es adecuado para empezar el año. A mi lo adecuado me importa un bledo cuando se habla de lo serio. Ha sido estupendo que esto llegara a mi ordenador el día 31, justo para cerrar un ciclo.

Me siento un testigo de excepción muchas veces, con este trabajo, largo, titánico, difícil, porque hay que intentar siempre lo más difícil, mucho más. "Concretemos, hay muchas cosas que hacer" dicen siempre Leyre, Rene, Tatiana, Blanca... cuando hablamos del mundo, gracias a ellos desaparecieron de mi vida las conversaciones de salón, esas voces claras que se oyen en esos cuatro programas, las suyas, las de las personas con las que hablaron, deberían oírse despacio y a los cuatro vientos, se agradecerá cualquier difusión.


Desafiando el silencio : Medios de comunicación contra la violencia sexual
Lola Mora producciones

viernes, 28 de diciembre de 2007

El Sastre (fragmento)



IV

¡Señor Juez, dije!
Señor juez, yo he aprendido y estudiado muchas cosas, porque quería ser escritor y conocer mi tiempo, no sólo... Sí, me defendí cínicamente; pero el juez que ya me conocía sonrió preguntando:
—¿Ha ganado dinero?
—¡Nunca, dije, está prohibido!
En ese momento el juez miró al secretario del juzgado, el abogado en derecho, al licenciado en izquierda, el fiscal al amanuense, y todos soltaron una carcajada. "¡Deseo que se presente el dictamen de un especialista!", grito triunfante el defensor.
"Usted está acusado, porque no ha hecho dinero", dijo el juez.
Desde entonces estoy en la cárcel.
Le falta la glándula monetaria, dijeron los especialistas, por ese motivo no tiene una regulación moral, por eso se convierte en un individuo irascible si se le trata mal. Además, sufre de una aguda distracción, no puede retener lo que otros han repetido cien veces. busca siempre nuevas ideas. El dictamen de los especialistas en literatura fue peor. En suma: soy un mediocre a quien no se le conmutó la sentencia.
Desde que estoy aquí vivo en un sueño del orden. Nadie crítica mi conducta desmedida. Al contrario, entre los presidiarios soy una persona encantadora, mi inteligencia es extraordinaria. Soy una autoridad literaria, escribo las cartas de los vigilantes. Todo el mundo me admira. Yo, que en el mundo de los justos era un mediocre, en el de los injustos soy un verdadero genio moral, un intelectual de altos vuelos. No hago nada por dinero, sino por alabanza y autoadmiración. Trabajo otra vez como sastre. Ah, la vida espléndida del trabajo, mi alma es una aguja finísima, vuela horas enteras, entra y sale por semanas, zumba como una abeja diligente. Y en mi cabeza hay tan poco como adentro de una tumba, y las abejas zumban.

Robert Musil (1923)

martes, 25 de diciembre de 2007

Pero me gustan las navidades

No sé si lo había dicho.
Me gustan muchisimo los vinitos (que para mi se han convertido en agua mezclada con tres sorbos de tinto porque tengo que conducir), desde hace casi veinte años, en casa de Miguel, antes de cenar. Este año faltaba Roberto porque está en el Teide.
La llamada de Almenara:
-¡Lo prometimos!, prometimos escondernos un año debajo de la escalera con una botella de agua y una barra de pan ácimo y no salir hasta el ocho de enero. Este ya no nos da tiempo así que habrá que pasarse por el Chueca a tomar un vermout.
Todos los años uno de los dos dice lo mismo, a la misma hora.
El trajín de la cocina (sobre todo la ceremonia de rizar los cardos con hielo).
Los regalos de los gemelos: un camión con vacas y un traje de torero para Tomás. Una plataforma muy extraña para Alex.
Esta guirnalda de luces blancas que he colgado en el papiro y que quizá deje todo el año.
Las tardes leyendo arrebujada en el sofá con toquilla y manta. El gin-tonic de la paz con Mapi. El recuerdo de las navidades en el Molino. Carlos ingenioso (no te he entendido, ¡como estará nuestra comunicación que últimamente me hablas sin comas!).Mi madre diciendo otra vez lo mismo: el último año que preparamos tanta cena, porque así no llega nadie al cochinillo.
Y por fin el cansancio del día siguiente.
Y sobre todo el frío.


domingo, 23 de diciembre de 2007

¿Trece qué?¿rosas?¿dónde?


Yo estaba tan contenta porque me iba al cine con la tercera edad y era domingo, y he vuelto al borde del vómito. ¿Qué es Trece rosas? ¿una broma pesada?. ¿Qué pretende?¿conciliar?. ¿Es la prolongación de aquella otra tontería que Ferlosio no quiso leer pero mucho más tonta? (Soldados de Salamina digo).


Como a mi no me pagan cantidades suculentas por escribir mierdas puedo increpar sin dolores y tratar a dios de tú: Ignacio, después de Enterrar a los muertos, que es seria, y me gustó, ¿con qué flema has firmado ese guión?, ¿tan mal vas de pelas?.


Para colmo de males hemos ido al cine en mi pueblo, lugar en el que podemos calcular cada microgramo de esta mierdecilla iconográfica, sectaria, que nos queda a todos en el cerebro y en el gesto, el sarro lo llamamos en casa. Es triste salir del cine casi huyendo después de ver una película no más compleja que un musical: claro que ¡cualquiera se quedaba con aquellos doscientos personajes después de que hubieran alcanzado esa rara catarsis estética!.

Hay muy poco tiempo y mucho alcohol en navidades, por favor, dejen esto, cuando desayunaba por tercera vez, sobre las siete, con tanta niebla que sin bromear les he preguntado a mis compañeros:

-¿nos hemos caído en un vaso de leche?

han llegado los periódicos y también
Rafaél Sanchez Ferlosio hablándole a mi yo más despierto. No hace falta seguir leyendo por aquí aunque yo me siga desahogando aquí mismo. Para irse son los hiper vínculos.

Cuando se han encendido las luces la Arse ha dicho: "cállate y vámonos, no hagas ni gestos siquiera, ¡vaya cuento de Hadas!". Matías se ha puesto reñidor, que es lo que le va, y ha dicho que podía ser conveniente esta versión melíflua (mi padre es fascista democrático de izquierdas). La tita Pili que es modista andaba en su tripi, todavía encantada con aquellas chicas tan bien arregladas a pesar de las circunstancias, luego en casa se ha despertado y ha dicho:

-Pero, ¡qué cosa más superficial hemos visto!

Mama gata y yo nos separamos cuando debemos hacerlo, por ejemplo yo sé que ella hoy podia hacerme sentir complejo de gorgona, que le va eso de hacerme creer que exagero cuando repito de otra manera lo que ella ha dicho. Pero sé que la Arse veía la película a través del precioso pelo lila, de toda la emoción y la memoria personal de Margarita y que prefería irse a comentar con ella.

Ahora mismo pienso preguntarle a Laura, porque si yo fuera uno de los familiares, ella es nieta de una de las protagonistas de esta historia que "estos otros" creen que han contado, supongo que hubiera tenido un arranque violento. Porque pase, pase, el primer mitín: ¿eso lo escribíste tú Ignacio querido?¿y cual es tu oficio?. Pase el rollito de republicanas impecablemente vestidas, obreritas sonrientes que saben correr con tacones sobre el adoquinado, pase, pase esa danza carcelaria que merece que le den un ladrillazo en la cabeza (o mejores drogas) a quién la ha ideado, pase también lo de las presas republicanas echandole agua, ¿bautizando?a su carcelera. Voy a dejar de enumerar las lindezas que me canso. Bueno, hasta pasen los burdísimos adobados lésbicos en la carcel (un clásico inquietante con gotitas de Rebeca), paaaaaaaaaaaaaasen. ¡Pero el final!, ¡la traducción a mensaje de ese final!. Esa inversión del sentido por la vía de lo melifluo: eso es una invocación al limbo peligrosa e imperdonable.

Yo ¡quiero saber que piensa de esta pelícua Isaac Rosa!. Por ejemplo...

O mejor, para termirar, he creido durante un rato, intentando identificarme con
Manuel Marín, que soy bastante cartesiana. Será sólo una aspiración. Y no soy muy ambiciosa, pero necesito saber de qué estamos hablando, qué me estan diciendo y ¡hasta qué me quieren decir!.

Feliz cena

viernes, 21 de diciembre de 2007

XV Premio Internacional de Relato Hiperbreve Círculo Cultural Faroni 2007




Premio 2007

"Huracanes" de Manuel Moya
No, Cristina no ha llegado todavía. La arrastró un huracán ya va para tres meses y de momento no ha vuelto. No es que temamos especialmente por ella, porque se conoce bien los huracanes y estamos seguros de que cuando se canse, volverá. Lo que temo es que a éste le coja afición, como le ocurrió a madre, que después de irse con todos los que pasaban por aquí, ya de mayor, se largó con uno y nunca más quiso saber de nosotros. A mí, que siempre he sido una incomprendida, me dio por los hombres y ya ve usted, aquí me tiene, en el Texaco Girĺs y esperando a Cristina, que, como le digo, tiene que estar al llegar.

PRIMER ACCÉSIT: "El equilibrio del mundo" de Ginés S. Cutillas

Del único hijo que estaba seguro era del pelirrojo. A los otros dos no los había visto en mi vida. Tras mucho pensar, llegué a la conclusión de que al salir del hipermercado, con la confusión del gentío, me los habían cambiado. No me importó. Los cuidé durante tres años, confiando que otros harían lo mismo con los míos. Hasta el día del parque de atracciones, que con tanto crío me cambiaron al pelirrojo y al mayor de los extraños por una niña y un mulatillo. A éstos los crié durante casi diez años pero un día, al volver de la universidad me llegaron transformados. La chica por un joven que hablaba inglés y el que más tiempo había pasado conmigo por otro con gafas que parecía autista. Aún así, y pensando que la vida era esto, consentí pagarles los estudios hasta el final.
El día que se casaba el inglés, los padrinos –que iban a ser su pseudohermanos- fueron sustituidos por dos chicas gemelas. Nada feas a decir verdad.
Ahora, ya en el lecho de muerte, espero cada vez que se abre la puerta de la habitación y entran tres jóvenes extraños, que sean mis hijos, los de verdad, los primeros, para poder despedirme de ellos y de este mundo que ya no entiendo.


SEGUNDO ACCÉSIT: "Los Sueños" de Mercedes Fernández

Valderrama puso una grúa en el jardín de su casa.
Los vecinos pasaban por allí y le preguntaban:
-¿Por qué puso una grúa en el jardín?
Y Valderrama, enseñando una gran sonrisa, respondía inocentemente:
-Era un sueño.
Con el tiempo todos pasaban expresamente por delante de la casa de
Valderrama y decían:
-Tiene un sueño en el jardín.
Y, también con el tiempo, en el barrio comenzaron a aparecer tiovivos,
veleros, molinos, jaulones, torres, laberintos y muchas cosas más.
Valderrama caminaba por el barrio y pensaba críticamente:
-Cuando mi cuñado la venga a buscar, ¿qué van a hacer con tantos
sueños prestados?



MENCIÓN ESPECIAL JURADO: "Él" de Matías Candeira

Fue un incordio que se presentara en mitad de la cena, aún respirando
pesadamente, dejando esos regueros de tierra por todo el salón. En fin,
manchándolo todo. Por lo visto lo habíamos enterrado mal. Venía a quejarse.
Antes de golpearle en la cabeza (y, por supuesto, atarle bien en esta
ocasión) dejamos que se sentara con nosotros y tomara un plato de sopa. La
verdad, nos pareció que se lo había ganado.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Interferencias


-¿Por qué no te desmelenas nunca bonita? Podrías aprovechar ahora que termina el año y escribir con un tono más tremendo.

Me sugiere la de 24.

-Resume. Podrías decir: sólo me queda apego hacia el amanecer y el atardecer y por eso vivo en secano. Aquí hay amaneceres y atardeceres muy intensos que luego, con paciencia, lo tiñen todo. Además he encontrado una gran fórmula para no desgastarlos: madrugar sólo a veces.

Aprovechando esta
"tu incursión de este año en otros mundos", ¡dale!, ¡no te cuesta nada abrir la botella de whisky del aguinaldo! Siempre te sienta fatal el whisky: ¿cuántos de los amigos a los que no ves y te siguen conociendo te taparán siempre esa botella? Déjalo.

O también podrías decir:
-Mapi y yo tenemos debilidad por los mazapanes (¡nos levantábamos tan pronto!, ¡tan incrédulas buscando ese sabor que no llega a la primera!). Y ahora que aún no somos mayores otra vez una caja es la gran excusa para abrazarnos en el sabor de las almendras, con gula. La distancia correcta. El mazapán, la horchata: hay muchas botellas de horchata escondidas entre la ropa y mi hermana y yo, ¡aún!


Y si lo prefieres:

O quizá:

-Dos noches de agujetas, de las de antes, en el estómago. El insomnio cabrón (no se sabe bien qué busca, a quién busca). A pesar de los abrazos (porque los abrazos a veces se quedan al otro lado). ¡Levántate! ¡No jodás! ¿Recuerdas lo que estabas soñando? Había una palabra que daba muchísimo calor, y entonces, después de quitar el otro brazo y el edredón y no encontrar ningún alivio, encontraste la otra, la que daba frío. ¡Por fín! (por fín aunque no hayas podido volver a dormirte).


O mejor:

Empieza por el final, cuando lograste levantarte y en mitad de un trago de agua muy fría te rescató, ¿o te asaltó?, el recuerdo del roce en la espalda.


Si quieres cuenta:

A la vuelta fui corriendito al asilo, donde el tío José María está esperando el autobús que lo lleve a casa después de toda una vida trabajando de viajante. Y en aquella terraza me encontré con otro atardecer a gritos, con esa luz rabiosa y la piel de su mano buscando a tientas en la mesa algo que ya no está. Cuando llegué me dijo:

-Nunca vuelvas a preguntarme eso. Sobre todo tú. Cómo no te voy a conocer. Yo te he criado, dame la mano, y tómate algo conmigo, aquí las botellas de agua son por lo menos de tres litros y nos queda tiempo.

Y luego, inevitablemente

-¿Y Carmen?, ¿sabes algo de tu tía?, se ha difuminado. Nos estamos difuminando los dos. Pero no puedo hacer nada si es lo que ella quiere, la libertad es la libertad, aún después de una vida juntos, eso recuérdalo.

Me fui cuando él se olvidó de todo otra vez. Lo dejé concentrado con las servilletas, haciendo papiroflexia, calculando cuánta agua cabía en la botella: esperando poder llegar a casa antes de que la tía Carmen vaya a verlo mañana. Llevan dos semanas separados y desde hace dos semanas Carmen está difuminada, entre todos los tiempos y la confusión José María encontró la palabra exacta. Creo que está mucho peor que en las otras navidades,cuando murió su hijo.

Hay una palabra sólo que los alivia a los dos, mágica, y yo sé por qué: cuando no podemos con ellos, con su tristeza, decimos: ahora viene Matías, y parece que oyen "ahora viene el Mesías" esos dos ácratas.

Y un poema de Chantall Maillard




El pez

Volver a las palabras
Creer en ellas. Poco. Sólo
un poco. Lo bastante
como para salir a flote y coger aire
y así poder aguantar, luego,
en el fondo

Volver a las palabras. Con
voluntad de sentido
Boqueando. Pez en la orilla
común de los creyentes.

Volver. Decir superficie. Escribirla.



No, lector, no deslices
tan rápido tus ojos por la página,
nada te obliga a terminar
de leer este texto. Puedes
dejarlo. Muchos lo habrán hecho
antes de haber llegado a estas líneas.
He dicho superficie. Vuelve atrás.
Detente. Piénsalo. Piénsatelo. He
escrito la palabra palabra y
estoy tratando de decirte algo
que no acierta a decirse. Entonces
digo impotencia. Tú sabes lo que es
la impotencia, a buen seguro
alguna vez la habrás sentido. Ahora
te pido que despojes la impotencia
de la palabra que la nombra
y te quedes sintiéndola tan sólo.
¿Lo consigues?
Tal vez no sea para ti,
ahora, tiempo de impotencia.

Se deslizan tus ojos por
los caracteres impresos y sientes
cierto placer en esta redundancia
de lo escrito. Los óvalos te tientan.
Apróximate, lector, mira por
ese pequeño orificio. Adéntrate.
Hay abismo-¿abismo?-hay vértigo

Repite, entonces, conmigo Infinito.
Di Infinito. Repítelo. No dejes
de decirlo, hasta que pierda sentido
la palabra infitito y te encuentres en el vértigo
desprovisto de pértiga.

Entonces di Infinito. Pronúncialo.

Pronúncialo de nuevo,
despacio, con voluntad de sentido.
Como al principio del mundo o
del poema.
Para volver. En superficie.
por un tiempo.
Para hacer el tiempo.

brevemente.

Una pregunta de Elias Canetti













"¿Qué pasa con las palabras que has utilizado con
demasiada frecuencia?.¿Deberán recuperarse de ti?".












(Y también esto: "Uno juega con las ideas para que no se ensamblen")