lunes, 6 de octubre de 2014

Hacia la transparencia.




 http://www.santambrogiomilano.it


 Ese párrafo estaba subrayado por mi madre con tres rayitas:


Un mundo sin clandestinos. Una casa de cristal. Una era sin intimidades secretas: donde todo se pueda saber, porque nada sea culpable. Tierra de brujerías: el despiadado agente de la religión triunfante fue reduciendo la noche y al descampado a los paganos, les hizo que redujeran de sus gestos, les impuso el disfraz de sus adoraciones. No habrá libertad nunca mientras alguien tenga que ocultar quién es, qué hace, cuál es su sexo, a quién ama o quién le ama, dónde vive, cuánto gana, cómo imagina que debe ser el mundo. No habrá libertad nunca. Jamás.


Un poco más abajo subrayó:

Los españoles tenemos una maldad: no olvidamos las tonterías.

La imagino pensando meticulosamente en lo que había subrayado mientras hacía una de esas tortillas francesas papirofléxicas, perfectas y sencillas, que nunca voy a poder imitar.

Ha sido un reencuentro intenso con mi madre releer a don Eduardo Haro Tecglen. ¡Les debo tantas ambiciones a esos dos!


viernes, 3 de octubre de 2014

Silencio y parloteo: dos tipos de empecinamiento.




 El Molino de 1663 actualmente.


¿Dónde podría poner las raíces, en qué supermercado? Le contesté al alcalde que me acusaba de desarraigo a pesar de que su megalomanía, en lo que él había convertido este pueblo, era un motivo más de mi huida. ¡Ya no se veía el horizonte por ningún sitio!¡Ni siquiera desde casa de María Jesús!

La población está ahora revolucionada porque el ayuntamiento va a peatonalizar una calle para que crezca mucho más Mercadona. Pero la población no se escandaliza ni castiga a su dueño cuando nos llama vagos a todos. Deberían considerarse delitos los insultos colectivos, existen las injurias contra los individuos pero no contra las mayorías. Si así fuera durarían segundos en el cargo los presidentes de la Confederación de Empresarios. Las empresas crean empleos, voila, a bajo precio y a cambio de terminar con el comercio local. Seguro que colectivamente no salen las cuentas, pero colectivamente no existimos. ¿Quién se asombra a estas alturas de que las empresas tomen las decisiones en los plenos de los ayuntamientos, en las diputaciones y en el gobierno central?

Sólo hay dos posibilidades: crecimiento y decrecimiento. Al crecimiento de este pueblo yo lo llamo siempre cancerígeno, no es fácil detenerlo, ni el capital ni estos poderes públicos van a tener contemplaciones con antiguallas como el comercio local después de todo lo que han tirado. El decrecimiento requeriría un acuerdo entre la población imposible de conseguir.

-¡Predicar conciencia en el consumo en el paraíso de los supermercados!¡qué desatino!

Diría mi madre.

Todos los que tenemos más de treinta o cuarenta sabemos lo complicado que es encontrar un rincón de nuestra infancia que no haya sido sustituido por un no lugar. Por eso me ha hecho más ilusión que Miguel Fuertes escribiera un libro sobre El Molino al lado del cual crecí, y que era de 1663.Nos ayudará a escaparnos un poco de este perpetuo presente que la modernidad y el progreso y las multinacionales nos exigen.

P.D. Esto es más o menos la conversación que no he tenido con mi madre esta mañana. Casi nunca parloteaba de política por aquí porque hablaba todo lo hablable, local, nacional e internacional, con ella.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Tres poemas persas que trajo el azar para terminar la tarde.




 Julia Starr

No soy tu destino
Pues soy una ciudad pequeñita en tu camino
Ven y pasa por mí
****
Si en lugar de esta montaña
 fueras tú,
ya estaría contigo
***
Sólo tú entiendes
la soledad de un árbol solo
en un desierto
ya que has visto el bosque
 

 Abbas Saffari

domingo, 28 de septiembre de 2014

De este lado esta semana.





Los amigos tironean suave de los hilos y yo voy cediendo. Grata cena con la prima Elisa y sus amigas, que tan bien conocían a mi madre. Parece que limpias lentejas cuando hablas con ella. Contagia el minucioso placer, casi olvidado, de la gente que conversaba con las manos ocupadas. Comida, exposición de poesía visual y paseazo con Inés, con Inés y Luis, y con Inés otra vez, antes de que se vayan a Londrés y de ahí salgan disparados hacia algún sitio más real. Y lo más sorprendente: ayer Miguel me llevó a vendimiar, a las ocho de la mañana, y luego preparó una gran comida, también convocada para que mis amigos de Torres me pudieran dar ,con tiempo, palabras y abrazos más exactos.

Puri dice que se convirtió en la chica más obediente de la tierra cuando se murió su madre.

-¡La que te espera!

Yo me pregunto qué cosas me decía la Arse que hiciera y, lo primero que me viene a la memoria, es que hace unos tres meses dijo:

-Yo cierro la puerta que tú montas mucho estruendo.

Esa era la excusa para decir la última frase. Cerró, volvió a abrir y me dijo:

-Y date crema hidratante en la cara, Marta.

Volvió a cerrar, volvió a abrir y apostilló.

-Y en el cuerpo.

Ahora también sé lo que me diría.

Alguien me recomendó que dejara de mostrar dolor, de estar necrológica, pero es que con frecuencia están reñidos mostrar y tener con ser. Como dice Concha.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Días de silencio y fotos.



Los letraheridos solemos saber el momento exacto en el que enfermamos. Es frecuente que esta dolencia venga precedida por otra, que la enmascara. En mi caso fue algo que mi madre siempre llamó, y resultaba poético, “una sombra en un pulmón”, y que me tuvo aislada en esa habitación unos meses.

Entonces los cabeza de chorlito de mis padres me trajeron: La Iliada, La Eneida, El Paraíso Perdido y El Quijote. Con letra grande y dibujos, pero aún así, ¡me podían haber matado! También cayó por allí Cumbres Borrascosas.

Pero lo más me impresionó entonces no fueron las lecturas, fue el mercurio del termómetro disolviendo un anillo. La alquimia.

No sólo las fotos traen el pasado. Me he reencontrado con mi amiga de la infancia. La muerte de mi madre me la ha devuelto. ¡Ya estamos pensando en hacer otro herbario juntas Mercedes y yo! Yo ya he empezado, paseo mucho por el parque y a eso me dedico, a elegir hojas.


domingo, 21 de septiembre de 2014

Situaciones: momentos de una vida




 


Otro de los motivos por los que me gustaría ser libro es para recorrer discretamente muchas casas, claro, existe el riesgo de ser uno de esos que no salen de la estantería, con los lomos pegados a otros dos que están igual, condenados a un plano fijo y a que, de cuando en cuando, les haga cosquillas un plumero.

Ayer me devolvió Inés “El Refugio” de Eduardo Haro Tecglen, que era de mi madre. Hace unos años tuvimos uno de esos proyectos que no terminamos pero de los que tanto aprendemos ,y queríamos empezar por entrevistar a Vazquez-Montalban, pero se murió. El siguiente era don Eduardo y nosotras nos pusimos un poquito supersticiosas. Pero no hubo escapatoria, vino a dar una conferencia a Zaragoza y fui con mi madre. ¿Por qué estuvimos los tres solos en el inmensa sala tanto rato? No sé. Pero me dijo:

-Te impone ¡a que sí! eres una cobarde, acércate ahora mismo.

Y allí fuimos, yo le tenía guardado el recado de un Salvadoreño y no hizo mucho caso,pero se entusiasmó cuando le conté lo que queríamos hacer y dijo que la entrevista cuando quisiera. Nos quedamos  los tres sentados en un banco, charrando un rato.

Después de la conferencia encontramos a Almenara y a un par más de respetables y nos fuimos de vinos.Luego, por supuesto antes de la entrevista, murió Don Eduardo, y ahí nomasito suspendimos el proyecto.

Quién iba a tener ese libro sino Inés, si los libros que se van una temporada a otras casas es porque viajan en el torrente de una conversación de mucha gente. Por eso, esta tarde, me lo voy a volver a leer.



jueves, 18 de septiembre de 2014

Reincidencia Paradisiaca



Cuando le conté a Ester que estaba leyendo Paradiso puso el grito en el cielo ¡pero otra vez! Y me mandó “Pacífico” de José Antonio Garriga Vela, que me ha gustado, que está bien escrita, aunque le pasan sus cosas, y que mi madre clasificaría enseguida en el género de “novela de personajes tristes” que la irritaba.

-Para qué me voy a pasar la tarde con un pusilánime desconocido, con los que tengo alrededor.

Decía. Se dejó pendiente una conversación sobre el tema con Landero.

Yo de momento me vuelvo a Paradiso. Es el libro que le regalé a Leonardo cuando murió su madre, Sofía, el que le regalé a Dora cuando murieron sus hermanos, y a tantos, lo convertí en el libro para los duelos convencida de que contenía conjuros. Hasta que dejé de hacerlo.

Qué voy a leer ahora, a quién debo entender mejor que a este abuelo que dice:

“La muerte me ofrendó un nuevo concepto de vida, lo invisible empezó a trabajar sobre mí”

martes, 16 de septiembre de 2014

Sobre la gramática de cortinas y persianas y búhos.






 
Podría decir que el vecino me iluminó el insomnio al dejar la luz de su terraza encendida. Primero porque las hojas de la pared quedaron encajadas en las horizontales de luz como si hubieran entrado en un pentagrama y se propusieran empezar a sonar. Después porque recordé la importancia de persianas y cortinas, esas dos metáforas tan diferentes.

La persiana hace que nos veamos entrecortados, nos deja identificar los bultos y seguir los movimientos pero nos priva de cualquier certeza, azuza la intuición, como todas las visiones incompletas. Las cortinas no. Las cortinas exhiben y ocultan alternativamente, se contonean para insinuar, producen otro desasosiego, no paran de dialogar con lo de afuera y agitan el salón, mientras las persianas, rígidas, proyectan en el dormitorio lentas coordenadas de fuga.

Walter Benjamín en Hachís, Lezama en Paradiso, Cortázar: búhos persianas y tranvías, Flaubert también pone cortinas en el carruaje y que no se me olviden las persianas de la roulotte de Raymond Roussel...voy a seguir recordando y buscando: todo está en todo decía Spinoza y hay que estar en algo decía el Chele.

domingo, 14 de septiembre de 2014

+ Sobre mitología rural.


Ortega Muñoz

 

Del tanatorio recuerdo pocas cosas, a quien mejor recuerdo es a Luisita Bel, con el mismo diminutivo, pero muy mayor.

-Tu madre entró a servir en mi casa a los quince, y cuando tenía fiesta yo tenía que llevar a mis hijas pequeñas a casa de tu abuela para que les siguiera contando historias.

De aquellos ricos más cultos ella aprendió a hacer la cama como si hiciera papiroflexia, a ser una clasista, de clase baja, con rigor y elegancia, y a deleitarse, ya mayor, con la existencia de Gil Bel: se comportaba releyendo su biografía como si, por haber compartido el mismo espacio, le hubiese dejado un encargo que tenía que descifrar.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Hay que atravesar este pasillo entre la vigilia y el sueño.







Crecí pensando que este pueblo era una mina narrativa, pero un día descubrí que no era suficiente con el costumbrismo. Intuí el surrealismo cuando nos hicieron escribir en la escuela una postal para mi bisabuela porque cumplía ciento tres años. No recuerdo el texto de la pizarra, todas las postales eran de la torre de la iglesia, creo que Mosen Andrés  fue el director de la performance. Durante años fue divertidísimo encontrarse con setecientas tarjetas idénticas en la que sólo cambiaba la firma. Daban ganas de hacerse grafóloga.

Han abierto una página de Utebo estos días, qué coincidencia, como si fueran para mí todas esas imágenes del pasado, del que vi y del que oí. Además desde que se ha muerto mi madre ella tiene todas las edades, y yo también. No sólo me pasa a mí, Mapi dijo el otro día cenando:

-Yo quiero que venga mamá.

Y me gustó.