Los letraheridos solemos saber el
momento exacto en el que enfermamos. Es frecuente que esta dolencia
venga precedida por otra, que la enmascara. En mi caso fue algo que
mi madre siempre llamó, y resultaba poético, “una sombra en un
pulmón”, y que me tuvo aislada en esa habitación unos meses.
Entonces los cabeza de chorlito de mis
padres me trajeron: La Iliada, La Eneida, El Paraíso Perdido y El
Quijote. Con letra grande y dibujos, pero aún así, ¡me podían
haber matado! También cayó por allí Cumbres Borrascosas.
Pero lo más me impresionó entonces no fueron las lecturas, fue el mercurio del termómetro disolviendo un anillo. La alquimia.
No sólo las fotos traen el pasado. Me he reencontrado
con mi amiga de la infancia. La muerte de mi madre me la ha devuelto. ¡Ya estamos
pensando en hacer otro herbario juntas Mercedes y yo! Yo ya he empezado, paseo mucho por el parque y a eso me dedico, a elegir hojas.
2 comentarios:
Bellas palabras y bella imagen. Saludos.
Gracias anónimo/a
Publicar un comentario