martes, 3 de diciembre de 2013

Las dos masas invisibles se enfrentan de nuevo




Gustavo Monroy


Como todos, me siento desbordada. Todo lo ignoro, por ejemplo si la multa por cagarse en la patria va a ser fraccionada: ¿cuánto costará cagarse en el Duero o en el Tajo o en Calatayud o en Guadalajara? Los imagino en sus casas por las noches diciendo: ahora os jodéis, vais a fumar cáscaras de plátano, cabrones. Porque me los imagino diciendo la palabra cabrones mucho. Pero sólo imagino eso de estos cerdos vengativos (pobres cerdos, esto no es hablar con propiedad)  Hay muchas cosas que se me escapan, por ejemplo: a quién se le ocurrió quitarles la merienda a los presos, a qué hora se le ocurrío, qué hacia, cuál es su estado civil, siempre había sido un sádico, lo pensó uno o fueron iluminados varios al mismo tiempo.

Dice Elias Canetti en Masa y Poder que existen dos masas más, la masa invisible de los muertos y la masa invisible de los no nacidos, dice que las masas insvisibles de los muertos son las que inspiran a los nacionalistas, a los conservadores, a todos aquellos que miran al pasado y que la masa invisible de los no nacidos impulsa las ideologías socialista, comunista, anarquista,  que se preocupan por el futuro, por la potencialidad, por la utopía. Y que la disputa entre uno y otro, diz mi tío, no es más que la batalla de la muerte y la de la vida.

También dice que al poderoso no sólo no le importan los muertos, sino que los necesita muertos para sentirse poderoso.


Creo que es un buen momento para releer Masa y poder.

Algunas cosas sí se ven venir de lejos, en la cárcel no nos pueden meter a todos porque no hay sitio, para eso han inventado el arresto domiciliario. Venga, que me prendan. Hasta más visitas tendré. Por si me quieren aplicar su fijación de los 30.000 ya les advierto. Soy insolvente.

Y el Escarpix, siempre sincrónico.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Dos poemas árabes para una tarde de domingo






Oración del miedo
(…)
Sácanos de aquí desnudos,
como entramos
Ni ministros ni cortesanos
Ni medallas
Sácanos de aquí nuevos
como éramos cuando tomamos las calles
Un montón de niños caminando
sin miedo a nadie

Sálvanos ahora
Líbranos de esta prueba
La batalla es aterradora 

Mahmoud Ezzat


Acitara

¿Puede el cielo recuperarse después de un bombardeo,
puede una casa partirse en dos ciudades,
y los secretos sostener un muro
entre dos cuerpos?
Dime, ¿qué son las fronteras?
                                                             (acitara: muro, del árabe sitarah, que significa cortina)
Natalie Handal

viernes, 29 de noviembre de 2013

Inés, fanfara tirana y tímida alusión a mis misoginias.







Mentí abajo, no es nada triste mi vida. Hoy volvía pensando que cada uno de vosotros me evoca una música. Javier sería sin duda un tango, Joselín sería jazz, la Tati  no sé por qué Caetano Veloso, Antonio clásica, Nacho es popi, el rubio es todo percusión africana y la niña Blanch una inclasificable. Podría seguir pero me tocaba Inés y su máscara acústica después de casi un año.

Y la Inesica me suena tan alegre y tan potente como Fanfara Tirana.¡Hasta una gasolinera que me tuve que ir a trabajar para encontrar a Inés! ¡Qué iba a saber yo entonces para qué era todo aquello!

Ahí le he estado contando mis misoginias. Porque si pensamos de verdad habrá que rascarse hasta el fondo y yo encuentro con frecuencia el equivalente femenino del machismo, su retroalimentación, y me irrita, pero no lo puedo contar. No hay como desahogarse con esa lúcida historiadora y una cerveza debajo de un árbol.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los días con Canetti y la máscara acústica.





Mi vida sería bastante triste si no fueran absolutamente reales las excursiones. Cuando digo que me voy con el tío Elias no bromeo. Me zambullo en conversaciones tan intensas con él como si sucedieran delante de una chimenea en Londres o en Viena. No me puedo escapar de este año, pero sí entenderlo mejor después de leer el sofoco con el que él habla, en 1937, contra el cine, y que se parece al horror que le provoca a Umberto Eco y a tantos otros Internet ahora. Pero enseguida se le pasa la pataleta y se pone otra vez apasionante el viejito. Hasta me propone salir:

Vaya usted a un local popular, por ejemplo el antiguo y conocido O.K, siéntese usted en cualquier mesa y trabe relación con una persona absolutamente desconocida para usted. Al principio, no podrá por menos  de animarle con algunas frases complacientes. Pero cuando la persona en cuestión haya empezado a hablar-y seguro que le gusta hablar, por eso va al O.K.-, cierre obstinadamente la boca y escúchela con atención durante unos minutos. No haga ningún intento de entenderla, no trate de averiguar lo que piensa, no se compenetre con ella…sencillamente, preste atención a la exterioridad de sus palabras. No pretendo que actúe así todo el rato, válgame Dios. Mi consejo sólo sirve para experimentar de buenas a primeras, y de un modo rápido, lo que acabo de denominar máscara acústica. Se dará usted cuenta de que su nuevo conocido tiene una forma muy peculiar de hablar. No basta con constatar que habla alemán, o que habla en dialecto; eso lo hacen todas o la mayoría de las personas de ese local... No, su forma de hablar es única e inconfundible.   Tiene su propio tono y velocidad, tiene su propio ritmo. Encabalga las frases. Utiliza determinadas palabras y giros de manera recurrente. Por lo general su lenguaje consiste en apenas unas quinientas palabras. Se las arregla con mucha habilidad con ellas. Son sus quinientas palabras. Otra persona, igualmente parca, habla con otras quinientas. Si le ha prestado usted la conveniente atención, la próxima vez podrá reconocer a esa persona sólo por su habla, sin necesidad de verla. Su forma de hablar la caracteriza y la singulariza tanto como, por ejemplo, su fisonomía, que también es única. A esta figura verbal de una determinada persona, a las constantes de su forma de hablar, a esa lengua que le es propia, que sólo ella emplea de esa particular forma y que con ella perecerá, es a lo que yo llamo su máscara acústica. Con esto no pretendo decir que el dramaturgo haya de comportarse como un fonógrafo ambulante que registra la forma de hablar de la mayor cantidad de personas posible y que luego, según sus necesidades, compone dramas conforme a su propia colección de mascaras acústicas. Eso vendría a constituir una forma tan mecánica como cualquier otra de copiar la vida, que en sí misma tiene muy poco que ver con el arte. Pero el dramaturgo tiene que saber oír; tiene que albergar dentro de sí una vida lingüística suficientemente colmada; tiene que absorber a fondo lo que ha oído y ser luego capaz de procesarlo, de modo que los personajes  sean nítidos y convincentes por virtud precisamente de su máscara acústica.

Si me dejara sustituir dramaturgo por escritor, narrador, cuentista, me vendrían muy bien esos párrafos ¿Me dejará?

lunes, 25 de noviembre de 2013

Y no estaba loca doña Ángela.



Todos tenemos poyitos, rituales, sinapsis selladas donde vaporizamos certezas, burbujas herméticas con todo en su sitio, vivo y desordenado. Qué sé yo. Sé que a veces murmuro: “no estaba loca doña Ángela” y jamás me he visto en el brete de explicarle a nadie de qué estoy hablando cuando digo eso. Ventajas de hablar mucho, te das cuenta antes de que lo que dices importa un bledo.  Así que la exclamación se fue convirtiendo en la más mía,  la más secreta y la más vieja. El “no estaba loca doña Ángela” ha sido desde entonces un medidor.

-No salgáis, lo de afuera es horrible.

Sólo nos dijo eso y luego se sentó al sol. Las madres estaban gritando abajo porque eran las cinco y media y no salíamos, ella estaba tranquila, se metió la llave en el bolsillo y se sentó, nosotros no estábamos asustados, estaban asustadas ellas, las madres. Mi madre no estaba. Como sigo creyendo que mi madre es superwoman aún creo que si hubiera estado lo habría arreglado. A doña Ángela la ataron antes de meterla en la ambulancia y a todos los niños los abrazaron sus madres como si hubieran hecho una heroicidad.

Mi madre no estaba porque cree mucho en la autonomía y no me iba a buscar a la escuela.

Y no estaba loca doña Ángela, estaba triste.


viernes, 22 de noviembre de 2013

¡No te duermas! ¡Huyamos!




Aleksandra Mir


"Dar los pasos precisos para conseguir los fines necesarios"

Dice uno de estos de los del congreso diz que de cultura.

El poder está en manos del que utiliza más términos narcóticos. Los hay tan competentes que te han aniquilado cualquier rastro de inteligencia a la tercera frase.

Vamos a congresos la Berdor y yo para identificar los somníferos, tenemos largas listas. Nos parece un trabajo urgente.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Fin de cosecha.





En el mundo real no hay dos tomates iguales.

martes, 19 de noviembre de 2013

Un poema, más palabras.



Óxido

No se dice que una palabra se oxida, como
pasa con los metales. Pero hay palabras
que herrumbran, y no sé qué hacer para
limpiarlas, para que tengan el brillo
de la primera vez que fueron dichas –en
el caso de que podamos saber la primera
vez en que una palabra fue dicha.

Tampoco se dice que un sentimiento
se oxida en contacto con el aire, o que
hay que mantenerlo en una atmósfera pura,
limpia de viento y humedad. Al
contrario, cuando se encuentra expuesto
al tiempo el sentimiento gana la
fuerza que le permite resistir a lo efímero.

Sin embargo, estas palabras que parecen
oxidadas, podemos pasarlas por la esponja
del sentimiento. Lo que parecía polvo
se transforma en luz; y vuelvo a decirlas
para que oigas, en el filtro del poema,
lo que el amor hace a las palabras.


Nuno Júdice

lunes, 18 de noviembre de 2013

Ponga un chino a su mesa.


Poras Chaudhary



Próximamente tendré una nueva alumna, es nica y no maneja computadoras, así que le he dicho que se venga a casa, ni modo. A los cinco minutos ya estábamos negociando el precio en el que cabían mucho más que euros: la posibilidad de un lagomoto en Managua, los cafetines de la Uca, los tamales y unos plátanos fritos con crema para desayunar los martes

Eso me ha recordado una comida con la madre de Carmen París, una de mis grandes maestras. Su hermana, Belén, dijo que en su clase había un chino, a lo que Adelina, una sabia, respondió:

-¿Y por qué no lo has traído? ¿Para qué  crees que te pago la universidad?¿para que aprendas declinaciones? Eso sí era una oportunidad: ponga un chino a su mesa.(1)

Adelina, que declinaba como los ángeles, había salido de extra en la película Calle Mayor y amaba sobre todas las cosas la música. Hablábamos y hablábamos: de cocina, de literatura y sobre todo de mitología griega, alrededor de la estufa de leña, en aquel seno materno siempre abierto: el bar París. Ahora tiene Alzheimer y cuando nos vemos nos tocamos mucho las manos. No sólo me reconoce, el otro día me dijo:

-Estás bien gorda.


1-Eso pasó hace un poquito, cuando ninguno de nosotros habíamos visto hoja verde, yo al segundo negro que vi, lo vi en París. A veces pienso que somos una pobre gente que ha hecho demasiado deprisa un viaje muy largo.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Opiniones dominicales diversas.








-Que lo sé, que te gusta más Póveda, que te tiene hipnotizada.
-No seas pesada, que me gusta mucho Morente.
-Pero Póveda te gusta más. ¡Qué te conozco! ¡qué vivimos juntas! Y es más jondo el Morente.
-A veces, que tiene el Póveda un pellizco. Anda, pon a Morente, y calla
-¿Qué hay para comer?
-Huevos tontos, que dice tu madre que cada vez la satisface más lo sencillo.