
Y la compañía de Diego A Manrique.
Preguntas pendientes para Amanda:
¿Qué es un retardador de cuerpo? ¿por qué una individua de 19 años necesita una crema que se llama retardador de cuerpo? ¿qué llega antes que el cuerpo si utilizas esa crema? y ¿a dónde?
Al hilo de la pregunta para Amanda:
Me corté el pelo siendo bien pequeña porque no soporto el dolor, y el pelo duele, al menos aquella mata desorganizada y tupida. Los tirones siguen siendo uno de los peores recuerdos de la infancia, ese dolor pequeño y repetido, obligatorio, desquiciante, pero aún así me dio tiempo para hacerme algún moño. Llevando uno descubrí unas orejas enormes en el espejo que no podían pertenecerme. Cómo una golosina metamorfosica, cómo un bebedizo, encontré entre los potingues de mi tía una crema para disimular las orejas y me las embadurné. Era para las ojeras y parece un chiste fácil, pero aún así no me he quitado la desconfianza, ni con semen de galápago virgen me persuaden.
Yo ya estaba superada por los recuperadores de rizo y ahora esto del retardador de cuerpo me tiene plipada.
Me cuenta mi madre:
Se ha despertado tu padre en décimas de segundo, no como siempre, me ha mirado con ojos de culebra y me ha dicho
-No sé como puedo tener una hija así, es igual que tú
-¿Cuál?
Le he contestado. Y parece que le he ganado la batalla, se ha dado la vuelta y se ha vuelto a dormir.
Un niño a otro en el parque después de un empujón:
Cuida que soy un ser vivo
Y los premios por otra semana tórrida en Madrid han sido
muchos y todos bien conversados, pero fue buenísima la cena con Gonzalo y Blanca, plática lúcida y sin embargo risueña, rica en matices, nada maniquea teniendo como reto al personaje y el país más conflictivo del momento. ¡Qué rico que te cuenten dos buenos observadores templados lo que ven mirando con atención Venezuela (desde allí) y qué fino el análisis sobre el poder narratológico de Chavez ! Luego hablamos sobre todo lo demás, y ya nos resultó hasta fácil.
También tuvimos una fiesta de celebración no-proyecto
Lewis Carrolliana y premolinera.
Mi madre suele decir cuando la piropean:
-El que madrugue por verme ¡qué poco sueño tendrá!
Y a mi me encanta esa enérgica modestia, luego siempre me acuerdo de esa frase cuando quedo para
desayunar tempranito, una buena costumbre de adquisición salvadoreña.
Quedé a desayunar con Susi, o María Jesús (depende de qué etapa de su vida hablemos y con quién se
llama de una manera) y volví a comprobar que a esas horas de la mañana se mezclan las hondonadas
mentales de la noche anterior con hilachas de sueño, pero ya hay borbotones de oxigeno iluminando los
bajos fondos y aromatizándolos con salvia, menta, albahaca y otras hierbas de ese histórico jardín.
Cuando hicieron la casa era como una prótesis extraña que le había salido al campo, se perdía la
mirada, alrededor de aquella planicie sólo había dos topes: la torre y el castellar. María Jesús plantó
árboles: muchos chopos, manzanos, perales y ciruelos, pero los árboles no fueron lo único que creció en
estos 30 años, también crecieron los edificios alrededor ¡es una obsesión en este pueblo tapiar el
horizonte!
-Lo peor fue cuando subieron aquellos dos pisos más y dejé de ver la torre, me dí cuenta por el camino y
no paré de llorar en toda la tarde.
Me dice cuando damos un paseo para ver el huerto y recoger las ciruelas del desayuno.
-Te voy a contar cosas que igual sabes pero te las voy a contar hiladas, últimamente tengo una especie de
clarividencia sobre mi pasado, han empezado a tener sentido y contener explicaciones muchos hechos
que aislados no conseguía interpretar.
Y cuenta y cuenta, haciendo bolillo de semanas, eso fue en lunes, pero el miércoles, y cambiamos de año
y de mes, no hay prisa y no vamos a olvidarnos, ni ella ni yo, de nombrar con exactitud la conclusión de
aquel lejano viernes pendiente, no se nos lleva a nosotras una volada de aire digresivo.
María Jesús se viene conmigo de vacaciones, y no hay nadie que estimule más mis glándulas narrativas.
Luego nos fuimos a Pirineos Sur y bailé hasta de capirote, disfruté una barbaridad de la chaqueta y de los
gin tonics con hielo de gasolinera. Estuve mirando para ver si caían estrellas fugaces, pero nada, sólo
aviones vi, me tengo que preparar para las noches molineras de lluvia de estrellas y de desear hasta el
hartazgo, de irme a la cama aborrecida de deseo.
Rachid Taha, gran músico por encima de su leyenda de polémicas, dijo:
Si la musique est la chose unique qu'europa peut traverser sans des difficultés, Europa de l'époque et ses
pays sont une merde
Et je suis d´accord.
Ni te vas de pronto ni vuelves de golpe. Cuando me aburro en algún sitio siempre pienso que me estoy
aburriendo lo suficiente, el tiempo que parece de más aporta la dosis suplementaria, la que hace que
lugares, gestos, olores y gentes se anclen en la memoria. Se vuelve poco a poco y eso, que fue una
certeza durante el desayuno en casa de María Jesús, volvió a confirmarse luego, cuando terminó el concierto,
volví la cabeza y vi a Javier Losilla. La misma persona a la que veía al volverme en todos los conciertos desde los
19 años.
Hay días en los que es más agradable seguir volviendo.
Alejandra, la sobrina de Inma, que tiene once años, ha sido el regalo inesperado. Se escucha con tanta atención a las tías que las tías, sabiéndose escuchadas, no pueden evitar abrir el cajón de los zapatos, subirse a tacones desde los que recuerdan los peores vértigos, bajarse a unas chancletas, comprobar las sandalias de cada fiesta, ascender a viejas plataformas y, sobre todo, llegar hasta las zapatillas de seda de una noche de boda que no merece ser adjetivada, muchísimo menos hoy que, gracias a la carcajada de tía y sobrina, irán por fin al basurero.