Y mi mama, mama gata, siempre que acontece algo, más o menos importante, primero lo narra, luego lo aclara, nombra sus precedentes, y después monta otro rollo muy, muy largo, que empieza in illo tempore. Cuando menos esperas hace avanzar, o retroceder, la historia. Ella enuncia y enuncia y enuncia, y después sigue, ya más sobria, bueno igual, pero más despacio, y al final, como quién pone título, termina aseverando. Sin titubear. Y si el caso lo merece concluye con un rotundo:
-¡qué joder!
para apropiarse de lo que ha dicho
A mi madre siempre hay algún detalle que le pertenece más después de contarlo, y ese lo pronuncia con mucha intensidad.
Todos los que la rodeamos estamos atentos, la importancia del caso, después de minutos y minutos de suspense, pende de si dice o no dice al final:
-¡qué joder !
A mí me hacía falta decir: ¡qué joder! como lo dice mi madre, del todo, pero no encontraba la coartada. Antonio hablando del libro de Javier ha sido el motivo para reconquistar esa exclamación, pellizcos de certeza rebozados en años.
Siempre he estado inmejorablemente escoltada. Y siempre lo he sabido.
-¡qué joder!
P.D la reseña de Antonio Ezpeleta sobre
Y esos ojitos son de Antoni Tapies.
2 comentarios:
Me gusta tu blog.
Al fin encuentro algo interesante.
!qué joder! cómo me ha encantado
tu madre! Debe ser una delicia
escucharle sus cuentos. !qué joder!
Un abrazo
BB
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