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La tormenta
Hay tormentas tremendas desde que nos hemos levantado, todo parece mentira con esta luz mortecina. Entre tormenta y tormenta Wiep ha ido a recoger los mangos que se han caído, los hemos pelado y estamos preparando mermelada. Todo huele mucho y los árboles se cimbrean como pueden para no dejar escapar más fruta.
Hacía un rato que nos preguntábamos de dónde venía ese sonido nuevo, no era el aire, no eran los truenos, no era tampoco la lluvia. Nos hemos asomado al barranco y ¡gran sorpresa! era el río seco (que además de ser un río seco se llama así). De pronto ha dejado de hacer honor a su nombre, sospecho que tendremos río solo durante unas horas, pero es un gran placer oírlo por fin, aun sonará mejor cuando lo dejen los truenos.
El Molino es ahora holandés. O quien sabe. Nos manejamos como podemos en cuatro idiomas sin organizar. El rubio, que lo habla todo, anda entre didáctico y muerto de risa. Se está inundando la nave y seguimos la pista a los regueros de agua sin decir palabra: justo cuando se iban a inundar los baños que están en obras se ha abierto un boquete en el porche y el cauce ha preferido cambiar la ruta hacía el río.
Inevitablemente alguien recuerda Centroamérica, casi todos hemos vivido allí y aquí es como allí casi todo: el Izote, los mangos, las chirimoyas, los arrayanes, las guayabas y esta lluvia.
René contra los elementos; ha montado una expedición en lo peor de la tormenta y aquí me he quedado, con la linterna y la batería del portátil. Menos mal que no soy miedosa, pero no puedo salir, estoy cercada, solo tengo zapatillas de lona y no puedo arriesgarme a la tristeza infalible de los pies húmedos.
3 comentarios:
Hay tormentas que fabrican sugerentes escenarios y quien los sabe contar.
Jesús tengo que confesar que lo que realmente me tranquilizó, por lo que pude ponerme a escribir en los momentos críticos, es porque allí al lado tenía un flotador gigante y una zodiac.
¡Ah!,¡es importante, se me olvidaba:¡ tenía la mermelada en el fuego!.
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