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Joan Margarit
Hacía años que no había vuelvo a leer a Joan Margarit. Compré Casa de Misericordía antes de irme y ayer vine leyendolo en el tren (lleva dentro aún los dos trozos del billete), esta mañana he visto en el periódico que leía poemas por la tarde y allí me he ido. Reconozco que a más a más, que dicen los catalanes, como persona me seduce mucho, sobre todo por su voz. Soy una hiperestésica con las voces, puedo llegar a adorar a alguien o a odiarlo por la voz. Intento no ser injusta, pero la voz no es así no más un asunto solo de timbre. Me he alegrado mucho de ir porque me ha conmovido y me he encontrado con Maria Tena que también se iba a casa emocionada.
Aunque no me siento bien eligiendo poemas hasta mucho tiempo después, (no sé por qué, eso no me pasa con la prosa, que la puedo cortar en cachitos sin pudor), voy a intentar quitarme esta manía, voy a copiar uno.
APILANDO LEÑA
El hombre suele recoger del bosque
troncos caídos con la tempestad
Va apilando la leña tras la casa.
De cada uno sabe qué lo hizo caér, dónde lo recogió.
En las noches más frias contempla las llamas.
Va quemando los restos de lo que ama.
(la foto de nuestra yuca, yo prefiero llamarlo izote, no tiene un porqué aquí, la yuca ni arde, es un cactus, ustedes disculparan que presuma)
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