viernes, 19 de junio de 2015

Otro recurso desperdiciado.


Francisco Toledo.


Todos estos días he estado pensando en la omisión. Algunas obsesiones son muy productivas. Enroscarse alrededor de una palabra, mirar sólo después de fijarla en el ojo como lupa, es un ejercicio develador de sentidos.

He llegado a la conclusión de que la omisión es la visagra desde la que se puede salir de la  gran mentira y de su ancha antesala, el disimulo. Cuando la omisión no está contaminada por intereses sibilinos es una ventana que, si se abre, orea vidas, sueños, hechos, muebles, libros, tiempos y alucinaciones. Una ventilación tan potente que logra hasta arrastrar el miedo

Al final somos como nos contamos, no contarnos es no ser, descansar de ser Marta Sanuy, no redibujarle las aristas continuamente. En fin: dejarla en paz para que le dé el aire.

p.d. Suelo sentirme cuando me omito como cuando corro en bicicleta.

No hay comentarios: