jueves, 11 de junio de 2015

Enésima resurreción.



Me hizo gracia la primera vez que se cayó. Mira, éste también tiene pesadillas, pensé. Y le estuve hablando un rato no sé de qué. Luego empezó a caerse todas las noches muchas veces y María Jesús me sugirió que le pusiese algodón para amortiguar: lo puse pero no hizo falta, después de unos veinte tozolones decidió dormir en el suelo. Encontró guarida en el hueco del comedero, imitó a un perro diminuto un par de noches y, la tercera o la cuarta, empezó a exavar una cueva en el papel de periódico. Luego ya sólo tuvimos noticias suyas cuando crujían los titulares. Salió del escondrijo mucho después, sin previo aviso, intentaba subir al palo, pero no podía, tenía miedo y volvía abajo para fingirse topo. Nos levantábamos esperando encontrar los titulares quietos y su cadaver. Pero ha resucitado.Ahora no para de comer y ha vuelto a comunicarse. 

Tiene algo de milagro un pájaro enjaulado que sobrevive tantos años. Parece que quiere seguir haciéndome compañía.

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