jueves, 6 de noviembre de 2014

De los vehiculos de las palabras.



Ernesto Rancano

No hay sentencias máximas ni aforismos de los que no pueda escribirse la contrapartida, dice Paul Léautaud.

Lo que se escribe es lo que no se puede decir hablando porque es demasiado verdad, dice María Zambrano.

Si, como sostiene Léautaud, lo contrario a cualquier sentencia también es cierto, de lo que no se escribe es de lo que no se puede decir sino hablando. Además sospecho que es en la conversación donde se cocina esa “demasiada verdad” a la que alude Doña María.

5 comentarios:

perestroiko dijo...

Hola, ¿quién es el autor de la ilustración? ¿Brossa? Me gusta mucho.

Para mí es una curiosa coincidencia leer este texto justo después de haberlo hecho con "Lo indecible", el comentario que José Luis Téllez dedica al Erwartung de Schönberg. ¿Será tan sencillo y tan complejo como que el tiempo de escribir y el de hablar son distintos? Tiempo, sueños...

Marta Sanuy dijo...

Ya lo he puesto, Ernesto Rancano.

será.


abrazos

perestroiko dijo...

Fe de omisiones: con lo del comentario de Téllez me refiero al que figura en su sección 'Música reservata' de la revista "Scherzo" este mes de noviembre.

perestroiko dijo...

Abrazos.

Marta Sanuy dijo...

Gracias Aurelio por atender mi llamado y mandarme al trío Kandinski y ese artículo estimulante. Nada necesito tanto como salir de mis fijaciones.

Disculpa, el otro día estaba lacónica (pero de lacón, puro chanchita pues) Corriendo en todas las direcciones, sin tiempo, ni sueños.

besazos