viernes, 3 de agosto de 2012

Explorando el aire



En cada curva cambia la emisora de radio. El tiempo justo para captar cuatro o cinco frases o unos cuantos arpegios, y enseguida a otra curva y a otra cosa: a un concurso absurdo, en el que regalan un fin de semana en un hotel, lo invade una canción de The Clash, que rápidamente es sustituida por un informativo en el que sólo tienen tiempo para rezar dos sobresaltos porque cruzo un túnel de esos que tienen las autopistas en las patas, y salgo de allí oyendo a Karina.

 El alemán, Udo, sólo me ha dicho que siguiera hacia arriba desde mi casa, pero no me ha aclarado si desde el camino o  desde la carretera. Como sólo he subido tres o cuatro veces a Peña Escrita elijo el camino. En apenas cinco kilómetros se abandona el trópico, van apareciendo pinos y olivares y, casi al final, cuando ya se ve sierra nevada y el mar, se queda un buen rato fija radio clásica y a lo lejos veo a un paisano haciendo un muro de piedra. Como todos los hombrecillos auxiliadores que aparecen de la nada  para ordenarme las carreteras, me dice que voy de culo, que no me entero de nada, y me manda a la casilla de salida.

En El Salvador trabajé una vez en esto, viajábamos averiguando qué emisoras invadían a las otras y midiendo cuanto. Lo único que había que hacer era manejar suavecito paseando un aparato que registraba al milímetro las fronteras del aire.

Busco al alemán porque ayer regué también el router y me quedé sin Internet.  Por fin tengo un motivo para conocer el valle de al lado, que es parecido a este. No veo un alma pero la gente está y el primer ser humano que encuentre sabrá exactamente dónde vive el alemán de Internet.

-Pero no son alemanes, son ingleses

Discuten la madre y el hijo que aparecen en la penúltima indicación “casa al lado de un corral de cabras”.

Cada vez tengo más curiosidad por conocer a Udo. Las emisoras se dejan de interrumpir porque ya estoy muy arriba, paso a otro calidoscopio: cómo nos vemos, cómo los vemos, cómo nos ven, cómo nos mostramos, cuánto nos ocultamos, dónde se ocultan.

Me vuelvo a casa con el router nuevo. Y es distinto el molino con ondas y sin ondas.

La music es la banda sonora de Dead Man de Jarmuch, uno de los placeres enormes de esta semana. Vienen bien las ondas.

1 comentario:

Ester dijo...

Vaya paseo majo que me has dado!