Mi abuelo de padre, al que no conocí, era de Málaga. Exportado a Aragón parece ser que encontró más espacio para las saetas que para las alegrías. Quien lo oyó dice que cantaba como los ángeles. De ahí viene la tradición del flamenco en mi casa. Algunas veces nos vamos los cuatro a un concierto. No deberíamos llevar a mi madre, que disfrutar, disfruta, porque ella es de su natural disfrutadora, pero no se entera de nada. O, mejor que restar, sumar a la Tía Pili, que anda enamorisqueada del Poveda
Las paginas felices y el precio de la libertad
-
«Me ha ocurrido en esta vida lo más triste que podía ocurrirme: de poeta
que era me he convertido en autor. Creo que de un modo u otro fui un
auténtico ...
Hace 2 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario