sábado, 28 de mayo de 2011

Atardecer con fondo de Chantall Maillard





-Y, sin embargo, como el deseo es al amor, como el verbo es a lo que oculta, así es la palabra a mi silencio.
Si me extraño, es al modo en que un tintero se extrañaría de la mancha que va formando la tinta al derramarse, cuando se vuelca


-Crees que tienes el destino en tus manos y el destino se pone a jugar contigo. Si esperas, te quita; si dejas de esperar, te da. Apenas crees dominar un párrafo de tu existencia, algo se divierte emborronando el texto y lo que queda, al final del día, es una pesada atmósfera que, ascendiendo desde tu estómago, se apresta a velarte la voz anudándose en la garganta. Tu voz, entonces, si logra pasar, será un balbuceo incomprensible, algo como un lamento. Si no eres capaz, a pesar de ello, de articular la palabra “confío”, sabrás que has sido vencida, una vez más.


-A veces pienso que vivo desasistida de mí y, entonces, me pregunto quién me estará viviendo.

-¿Y si no tuviese sentido la escritura? Nada más que un gesto compulsivo, una manera más de reafirmarse aquello que dice yo sin terminar nunca de creérselo del todo, ¿sería difícil asumirlo? Si todo, incluso las huellas que dejamos impresas, estuviese destinado a desaparecer como la carne, la carne que comprende tan bien nuestras emociones cuando no se lo impedimos.



Diarios 1996-1998

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Martita

Marta Sanuy dijo...

de res Tati