viernes, 22 de abril de 2011

Rompida con Buñuel




Carlos Fuentes dice de Luis Buñuel que, como todos los aragoneses, se comunicaba como los insectos, más allá del espacio, por medio de los tambores y los sueños. Yo acabo de releer Mi último suspiro por enésima vez y me siento como si tuviese hubiese suplantado a Carrière y tuviera a Buñuel ahí sentado. Él creía mucho en la hipnosis y en la telepatía y en la utilidad de fantasear, así que no pasa nada.

Nadie puede poner en duda la influencia de Buñuel en el movimiento surrealista, y por eso nadie puede poner en duda la influencia de un surrealismo natural, en este caso aragonés, a través de Buñuel (me parece divertido ponerme nacionalista, cuando creo que lo que más odio, como Buñuel, son los nacionalismos, pero también creo como él que hay que acumular muchas contradicciones y además dejarles hueco para que respiren). No hay como adoptar a buenos abuelos para luego poder ponerse estupenda.

Parece que me han contratado los de la oficina de turismo cuando llegan estas fechas. Pero con Buñuel ahí al lado y a las doce de la mañana de un viernes santo. ¿Qué puedo hacer?

Entre mis fantasías estuvo alguna vez la de alquilar una casa muy grande en el Bajo Aragón e invitar a todos mis amigos a una catarsis.


3 comentarios:

SATSUMA dijo...

Yo quiero...una catársis de esas, en medio de la rompida...

Queda pendiente :)

un beso enorme Marta!

Marta Sanuy dijo...

Te apunto, tenemos un bombo para cuatro pero sobraaaaaa, te aseguro que después de 24 horas de hipnosis colectiva no te acuerdas de quién puñetas eres. Además vamos a La Puebla de Hijar, allí todo el mundo viste de calle y no se ve ni una virgen ni un santo.

Miguel Baquero dijo...

Como hablamos el otro día, eso de los zambombazos y las tamborradas, una ves que pasan las dos primeras horas y te acostumbras ya, tiene que ser de un liberador apasionante ;-)
Y di que sí, que uno puede ser aragonés y universal.