Hasta ahora me había ocurrido que siempre que me decían el nombre de un muerto, y sólo con decir el nombre y la palabra muerto, se borraba su retrato. A algunos los conocía de convivir, pero aún así todos se borraban.
Hace poco la palabra muerto perdió sus potencias amnésicas.
Ayer se mató con el camión Carlos de Paz y desde que lo sé lo veo entrar y volver a entrar; sonriendo, abrazando y diciéndome prima, aunque no nos alcanzaba un galgo.
No tenía ninguna conciencia de conocer tan bien su sonrisa, su tono de voz y sus rasgos.
“desde que se va al otro mundo alguien a quien quisimos mucho, ya estamos denunciados allí por seguir viviendo”
He recordado que decía Gómez de la Serna.
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